Paradójicamente, su alianza con Podemos le ha reportado los mejores resultados de su historia y, al mismo tiempo, ha vuelto a agrietar una coalición siempre en el alambre
VALENCIA. La amenaza de ruptura permanente de Compromís ha sido, desde su inicio, el 'modus vivendi' de la coalición formada por Bloc, Iniciativa, Verds y, con nombre pero sin poder ejecutivo, los adheridos de Gent de Compromís. La relación ha sido (y es) siempre tormentosa: grandes conflictos que han concluido con reconciliaciones abrazadas a las urnas. De hecho, en las propias celebraciones de la coalición, la alegría siempre ha sido intensa y desbordante, como si sus protagonistas explotaran de felicidad tras muchos días de esfuerzos pacientes de todas las partes para cumplir con el malabarismo necesario para estar juntos.
Paradójicamente, la alianza con Podemos le ha reportado a Compromís los mejores resultados de su historia (en cualquier combinación o cita electoral posible) pero, al mismo tiempo, ha terminado de agrietar una coalición nacida para vivir en el alambre. Como siempre, la resolución del último episodio del conflicto -la marcha de sus cuatro diputados al Grupo Mixto- ha concluido a última hora, tras reuniones largas, casi nocturnas y buscando la manera de que no haya vencedores ni vencidos.
El horizonte interno no es halagüeño. El Bloc se enfrenta a un congreso del partido donde la dirección resultante tendrá como primer reto fijar dónde y cómo se sitúa la formación nacionalista dentro de Compromís. Este partido ha sido, con 3.000 afiliados, el músculo local de la alianza y, sin embargo, desde muchos sectores de la formación nacionalista se considera que se les ha adjudicado demasiado a menudo un papel de actor secundario. Mientras unos ven a Compromís como una unión que ya era de máximos y se plantean una vuelta a los orígenes, otros creen que hay que avanzar precisamente en la dirección de la que otros quieren regresar.
Los primeros, a cuyos dirigentes se les considera afines al histórico Pere Mayor, ya mostraron en gran medida su rechazo al pacto con Podemos. Los segundos, los renovadores del G-7, quieren profundizar en Compromís y hacer valer la marca que les ha otorgado 450.000 votos en las elecciones autonómicas.
Mientras, en la otra orilla, Iniciativa del Poble Valencià parece avanzar hacia una nueva etapa. Surgió hace apenas nueve años producto de la corriente Esquerra i País, escindida de Esquerra Unida, impulsada por, entre otros, algunos estrategas políticos con solera como el exdiputado Pasqual Mollà, y en ella destacó desde el inicio la entonces diputada Mónica Oltra, ahora vicepresidenta de la Generalitat Valenciana.
Precisamente Oltra es, y esta es la clave, la protagonista de esta historia. El impacto mediático de la referente de Iniciativa, aunque difícilmente medible, siempre se ha considerado, sino la esencia, un plus de vital importancia para Compromís. Los números están ahí y a Oltra le han acompañado. Mientras en el Bloc muchos lamentan que, pese a ser la fuerza mayoritaria, siempre se ha cedido demasiado a favor, no solo de Iniciativa, sino también de Els Verds, a los que se considera aliados de Oltra; en Iniciativa creen que el Bloc siempre ha tenido la preeminencia acorde a su peso.
Un tira y afloja que ha durado prácticamente desde el minuto uno de vida de la coalición. Mientras la necesidad obligaba, la unión ha prevalecido: pero las dudas sobre el futuro de la alianza han terminado de acrecentarse tras la decepción que ha supuesto el desenlace del ya de por sí polémico acuerdo con Podemos.
Si realmente la prioridad era la creación de un grupo propio en el Congreso de los Diputados, resulta difícil de explicar que desde la facción de Iniciativa no se produjera la necesaria presión a Podemos para que pudiera salir a flote el acuerdo con Izquierda Unida tal y como proponía el Bloc. El siguiente debate, la integración en el grupo de la formación morada de los diputados de Compromís, también ha puesto en evidencia que el Bloc iba por un lado (al Grupo Mixto) y Oltra e Iniciativa, por otro (al grupo de Podemos). Un ejemplo de que el futuro complejo y eventual matrimonio entre la vicepresidenta y el Bloc viaja, más pronto o más tarde, hacia la ruptura.
En la formación nacionalista no son pocos los que ven ya el final del camino. "Mónica quiere ser la Ada Colau de la Comunitat Valenciana, liderar aquí Podemos y en el futuro quién sabe", señalan sin tapujos dirigentes del Bloc. Oltra, por su parte, siempre ha dicho que a ella le gustan los "lugares pequeñitos", en referencia a su deseo de permanecer en la política valenciana. No obstante, su preferencia por Podemos en esta última etapa invita a pensar en el hastío de seguir asociada al Bloc y, por otro lado, las dudas que le genera a Iniciativa avanzar hacia un solo Compromís, algo que podría diluir la cuota de la que ha disfrutado hasta ahora dentro de la coalición. Un escenario que hace más atractiva cada vez la opción de incorporarse a Podemos dándole un aire algo más valenciano.
Una hoja de ruta que, posiblemente, lleve al Bloc a volar solos y tratando de aglutinar, en la medida de lo posible, a los descontentos de la corriente Gent de Compromís, que pese a disponer de casi mil inscritos no ha conseguido tener reconocimiento en la Ejecutiva de la coalición. Para los curiosos, la marca Compromís y el logo, fueron registrados en su día por el Bloc, o al menos así lo aseguran fuentes de la formación nacionalista.
Por otro lado, este camino, podría pensarse, puede dificultar a las partes conseguir representación. Precisamente uno de los compromisos de la legislatura, y que ya se ha puesto en marcha con el inicio de la comisión de estudio de reforma del Estatuto, es el de la reforma electoral con la consiguiente rebaja del listón del 5% al 3%, algo que allanaría las posibilidades de representación de cualquiera de las dos fuerzas en solitario aunque bajaran sus prestaciones fruto de la ruptura.
¿Y el PSPV? Los socialistas, esta vez, asisten -para variar- como espectadores a los problemas orgánicos de otros. Pese a que sean sus socios de gobierno y con la incógnita de cómo puede influir en la estabilidad del Consell, la fractura en Compromís puede ofrecer oxígeno a un partido que se ha visto superado en las elecciones generales por su alianza con Podemos.