VALÈNCIA. Pocas veces toca despedir en una misma semana a dos miembros de la realeza. El pasado jueves 8 de septiembre Isabel II falleció en Balmoral tras más de 70 años de reinado. El escritor Javier Marías también tenía un reinado, el de las artes y letras, y ostentó el título máximo del “reino de Redonda” desde 1997 hasta el 2022. Este reino ficticio nombró a Marías como rey, gobernando sobre el ducado de grandes artistas como Coppola, Eric Rohmer o Umberto Eco, al igual que sobre Almodóvar, Duque de Trémula o Eduardo Mendoza, Duque de Isla Larga. El reino posee, además de una exquisita editorial, su propia web con un foro en el que los usuarios pedían larga vida al rey desde sus ordenadores: “¡Gloria a Javier Marías, Rey de Redonda!”, un God save the King, en toda regla. El propio escritor decía, poco después de ser proclamado, que en Redonda se reinaría “por letra y nunca por solemnidad y sangre”, dejando un legado literario que nadie podrá volver a ocupar en esa isla antillana cuya leyenda se alimenta del llamado “juego literario”.
En el reino de las letras de Marías su espada era su máquina de escribir, con la que confeccionaba todas sus historias, un proceso sin prisa del que brotaban comienzos de novela únicos que enganchaban desde la primera letra y destilando siempre su amor por ese mundo británico que habitó durante un tiempo de su vida. Resulta un tanto irónico que tras el fallecimiento de Isabel II haya llegado el momento de Javier Marías, desapareciendo dos grandes figuras de un reinado sin pausa, que tal vez generaran algunas controversias por su clara añoranza de tiempos más clásicos y formales, que hoy se veían algo alejados de nuestro mundo. Hoy, en Culturplaza, personajes del mundo de las letras dedican unas palabras al autor, sobre su legado emocional a través del que nacen las grandes historias, que tal vez les llevaron a ser no solo mejores lectores, sino también a hallar su vocación para escribir y encontrar su lugar en el mundo de las letras, donde siempre seguirá reinando Marías.
Salva Alemany, escritor
Javier Marías me enseñó que quería ser escritor aun antes de saber que sería escritor. Había algo en su prosa que invitaba a la aventura, al riesgo. Releo ahora algunos de sus maravillosos comienzos en ediciones antiguas cuyas páginas ya amarillean y resultan inquietantes al saber que ya no está. Decía Marías al comienzo de Mañana en la batalla piensa en mí que “nadie piensa nunca que nadie vaya a morir en el momento más inadecuado a pesar de que eso sucede todo el tiempo”. Tampoco nosotros pensamos que él se iría en este momento inadecuado. Y comenzaba Tu rostro mañana diciendo que “uno no debería contar nunca nada”. Afortunadamente él contó siempre, sobre todo aquello que le inquietaba, la culpa, el perdón, la mentira, la duda siempre. Echaré de menos su prosa disyuntiva, que abría alternativas en la narración, porque un buen narrador está siempre huérfano de certezas. Se ha ido con sus dudas, y nos deja un corazón tan blanco, pero también helado.
Alberto Haller, editor de Barlin Libros
De Javier Marías, cuya obra admiro profundamente, he leído Corazón tan blanco, la trilogía Tu rostro mañana, en la vasta edición de 2009 de Alfaguara, que compilaba en un solo volumen las tres partes, y Los enamoramientos. De su prosa valoro mucho el estilo, lírico y a la vez preciso, con una enorme capacidad para construir a base de subordinadas encadenadas, dándole un ritmo frenético y exaltado. Además, más allá de aspectos formales, creo que estaba dotado de una prolija imaginación y una capacidad asombrosa de generar tensión en el lector. Cosa nada sencilla.
El modo en que juega con el misterio en las tramas creo que es su punto fuerte, generándome cierta sensación desasosegante que tiñe su obra de tonalidades oscuras o, como mínimo, sombrías. Y por supuesto, aunque esto no deja de ser algo personal, las constantes alusiones en su obra a su admiradísimo Shakespeare lograron encender en mí la curiosidad por la lectura de algunos clásicos del inglés. De ese modo, gracias a su filia, al leerlo no solo me llevé su maravillosa obra, sino que gané un autor añadido por el mecanismo de las "pasiones contagiadas".
Amparo López, escritora y cocreadora de Editorial Anónima
Javier Marías ha desarrollado un papel fundamental en la historia de la literatura española: poner sensatez donde muchas veces no la había. Su forma de humanizar, ya fuera de la forma más tierna o más brutal, a aquellos de los que hablaba nos abría los ojos ante un panorama cada vez más desalentador, aunque no necesariamente para hacernos ver la luz. La realidad es también necesaria.
Polivalente y atrevido, deslenguado pero elegante, locuaz a la vez que incisivo. Su obra no deja indiferente, su postura en cada uno de los temas que abarca tampoco, y eso es precisamente lo que me impacta de él, que en escasas líneas sea capaz de transmitir su forma de comprender una cuestión global que va mucho más allá de lo que cuenta. Palabras sencillas para llegar a todos los públicos. Me gustaría poder decir que mi forma de escribir tiene algo de la suya, que se le ha pegado algo, incluso que trata de imitarle. Me sirve.