Al hablar de la posible cesión de la Dama de Elche, surgen cuestiones como la descentralización de museos o cuál es el lugar idóneo para exibirla. Mientras esos argumentos copan ríos de tinta, la alargada sombra del busto tapa el valor y el potencial del yacimiento en el que se halló y del que solo se ha excavado un 15%
VALÈNCIA.- No es la primera vez que la Dama de Elche vuelve a la actualidad. El pasado junio se reunía la comisión bipartita del Ayuntamiento de Elche y la Conselleria de Cultura, a la que se sumó el Ministerio de Cultura a cuenta de una hipotética cesión temporal del emblemático busto íbero a Elche; en julio la cartera de Cultura pasa a Miquel Iceta, lo que puede suponer un contratiempo, y en agosto el equipo de Gobierno confirma que consignará un millón de euros para el regreso en 2022. Sin embargo, como en otras ocasiones, la propia joya de la corona del arte íbero suele dejar —quizá de forma inevitable— en un segundo plano la relevancia del yacimiento arqueológico donde fue hallada: una zona de unos ciento diez mil metros cuadrados del que solo se ha excavado un 15% y que aún tiene mucho por ofrecer, tanto a nivel íbero, que ahora se empieza a contextualizar, como de su etapa romana. Según su director, Alejandro Ramos, «es imposible que estadísticamente hayan salido las mejores piezas del yacimiento cuando no se ha excavado prácticamente lo íbero».
Una pequeña frase que refrenda el potencial que tiene a nivel arqueológico y por supuesto investigador por todo lo que queda por descubrir; pero también, obviamente, por la importancia en el pasado, un enclave en el que hubo ocupación ininterrumpida de un milenio desde, al menos, el siglo V a. C. hasta su abandono hacia el siglo VII o VIII d. C. En las secuencias estratigráficas de sus excavaciones hay asentamientos que muestran momentos de abandono, expolios, colonizaciones, ciudades anteriores e incluso algún asentamiento neolítico.
Sobre esta relevancia, destaca Ramos que «es una de las pocas colonias romanas de la península ibérica (unas veinte contando Portugal)», y que por el yacimiento llegaba toda la influencia púnica, cartaginesa o griega. «También fuimos sede episcopal durante más de tres siglos; hemos tenido aquí a un obispo que ha gobernado religiosa y políticamente una parte importante de la península ibérica», apunta Ramos. «Incluso la gente que ha venido aquí se va sin haberlo asimilado, porque la Dama eclipsa. Evidentemente es una carta de presentación fundamental para nuestro yacimiento, pero a veces nos ha tapado», destaca. Así que junto a la sede episcopal visigoda, la ciudad aristocrática de Ilici y la Colonia Iulia Ilici Augusta constituyen sus tres hitos conocidos más importantes.
Para seguir conociendo más acerca de la historia de La Alcudia, propiedad de la Universidad de Alicante (UA), la propia universidad financia e impulsa las distintas excavaciones que tienen lugar y que desarrolla un equipo de investigación diferente. Asimismo, el Ayuntamiento de Elche se implica cada vez más en el yacimiento, y aporta mucho con peones para las distintas obras que se necesiten. Aunque el director de La Alcudia relata que cuanto más recursos tengan, mejor, actualmente tienen una plantilla suficiente para la gestión del día a día, inclusive «un restaurador y dos arqueólogas que trabajan nuestros propios materiales, para investigaciones enfocadas a congresos, porque las excavaciones actuales se llevan a cabo por equipos independientes de la UA que vienen aquí a trabajar».
Por otra parte, y como en tantos otros sectores, este curso no ha sido fácil por la pandemia. En cualquier caso, las condiciones del enclave, al aire libre, les han permitido seguir trabajando, aunque este año se ha estado haciendo sobre todo trabajo de consolidación de los proyectos, de cara a próximas musealizaciones y puestas en valor para enriquecer las visitas; algo paralelo al trabajo científico. Ya de cara al futuro, con el Plan Director hasta 2029, a corto plazo se van a recuperar en septiembre excavaciones que se han trabajado otros años, se va a renovar la señalización dentro del yacimiento y, además de seguir con las actividades culturales y los cursos, se está buscando la financiación para poder tener de nuevo un almacén, porque quedó en muy mal estado tras una especie de pequeño tornado en 2018. De hecho, el material se puede ver ahora por todas partes, almacenado en cajas que llenan pasillos, despachos y paredes del museo.
Por tanto, los tres proyectos que se han estado trabajando hasta ahora se están poniendo en valor para las visitas a corto plazo, además de haber generado y estar generando material de investigación. Uno de ellos es el proyecto Astero, dirigido por Jaime Molina (catedrático de Historia Antigua de la UA), que finalizó este 2021, y cuyo cometido era excavar en las termas orientales para profundizar en las transformaciones del núcleo romano. El grato resultado es que se han topado con que las termas son el doble de grandes de lo esperado, «al menos las segundas más grandes descubiertas en la Comunitat», explica Molina. «Es muy buena noticia», continúa, aseverando que hay zonas de tres metros y medio de muros conservados y mosaicos que no están visibles para no dañarlos si se descubren, pero de los que se han conservado las policromías, con roleos, hojas de canto y toda una decoración vegetal. Ahora están buscando fondos para una cubierta que les permita proteger de inundaciones la piscina de la terma, la natatio, que es o la más grande o una de las más grandes de Hispania. La excavaron Alejandro Ramos y su padre Rafael Ramos a finales de los noventa, y ahora se entiende por qué había tanta piscina para tan poca terma. «Solo limpiando se descubrieron dos habitaciones nuevas, y son tan grandes, que tendrán dos o tres hornos. Lo normal era uno», señala.
«la dama se salva porque se esconde tras un cambio de poder y los monumentos de la clase saliente se destruyen»
Este hallazgo de Ilici, capital de toda la zona, y ciudad más importante tras Valencia y Cartagena, apunta a que tener unas termas tan grandes, de la segunda mitad del siglo I d. C., «significa que está creciendo mucho la población en esa época; a nivel de Historia estamos recogiendo información valiosa, más allá de lo monumental». Explica el doctor que entonces la economía iba muy bien, por lo que el desarrollo entre el siglo I y el II «es brutal. Si construyes una terma tan grande, porque ya tienes la terma oriental, es porque hace falta dar servicio de baño al doble de población». Señales de prosperidad y expansión al crear estos edificios públicos, red de cloacas y otras infraestructuras. Descubrimientos que en definitiva, y en conjunto, suponen «una multitud de alicientes para seguir excavando, no digamos ya cuando descubramos el foro», el centro de la ciudad que aún no se sabe dónde está, Nunca se sabe cuándo puede aparecer otra Tabula de Ilici, «una pieza alucinante y única en el mundo que es de MAN o British (Museum)», señala: «El mundo romano en Ilici es brutal», concluye Molina.
Otra de las excavaciones que está ahora consolidándose para la puesta en valor es la del proyecto Domus, dirigido por la catedrática de Arqueología de la UA Sonia Gutiérrez, y que empezó en 2017. La idea fue obtener una secuencia estratigráfica moderna en un sector que nunca se hubiera excavado. Más que centrarse en algún elemento concreto, se buscaba entender toda una secuencia de asentamiento en una zona sin tocar hasta el momento. «Que fuera La Alcudia la que nos hablase», destaca Gutiérrez, incidiendo como hacía Ramos en que es un yacimiento con asentamientos de etapa prehistórica y hasta el siglo VIII. «Eso ya es mucho más historia que las ciudades modernas de Elche y Alicante. Esta no se abandonó; se expolió, se cultivó y ahora está siendo excavada», y aclara que el nombre Domus —tipo de casa romana— viene porque el lugar elegido para las prospecciones está entre dos zonas habitadas romanas. Su objetivo era conocer realmente la secuencia histórica y si se podían contrastar los mitos —sobre los que se asentaron los íberos, a la luz de las esculturas halladas—, y ver si se podía llegar a los niveles preibéricos. «Ya sospechábamos que las ruinas, tal y como las vemos ahora, como si fueran del s. I y II, tenían mezcla de distintas épocas».
Y precisamente hablando de misticismos y héroes, los que no faltan en La Alcudia precisamente por toda la literatura e imaginario generado por la Dama de Elche, la última excavación que también se plantea poner en valor (y, de hecho, ya se ha musealizado una parte), es Damas y Héroes, cuyo investigador principal desde 2019 es el catedrático de Prehistoria por la UA Alberto Lorrio (tomando el relevo del catedrático José Uroz tras su jubilación), y que también codirige el profesor de Historia Antigua de la Universidad de Murcia, Héctor Uroz. Como reza el subtítulo del proyecto, tras la Ilici ibérica, su objetivo era dar con La Alcudia íbera, dado que hasta el momento, con el icónico busto incluido, las piezas más antiguas de esa época se habían encontrado fuera de su contexto original. Explica Uroz que «esos hallazgos refieren a unos monumentos que hablan de unas élites ibéricas muy potentes en esta zona; era su lenguaje de propaganda: grandes mitos con los que justificaban su poder» y que les referenciaban como descendientes de sus héroes del mundo mitológico. «Justificaban el orden establecido de su momento», explica.
Sin embargo, no se conocía hasta ahora qué tipo de ciudad había, así que al ser el sector 11 en el que se encontró el busto, se empezó a excavar, y el resultado ha sido dar con los primeros vestigios de urbanismo íbero: una serie de fases que desembocan en época más antigua y en una muralla del V a. C. en muy buen estado de conservación y que supone a su vez el resto urbanístico más antiguo de todo el yacimiento. «Una muralla de la que se conoce que hay tramos en sesenta metros de longitud. La misma tiene una función defensiva obvia, pero sobre todo simbólica, como ejemplo del poder de la élite del momento. En relación con la Dama, que es una urna cineraria, se trabaja la hipótesis de que pudo estar escondida en la muralla y que ya estaba amortizada. Sin embargo, en algún momento de su historia, estos monumentos escultóricos se destruyen a propósito «y se produce una reacción iconoclasta; seguramente hay un cambio de grupos de poder y lo que simboliza la clase dirigente saliente hay que destruirlo, y por eso se esconde la Dama, para salvarla», apunta Uroz, quien añade que aunque la misma es un leitmotiv, «vamos más allá: es una anécdota arqueológica de este paisaje».
En este contexto, y de nuevo en plena fiebre con el hipotético regreso de la Dama de Elche, el pasado julio el alcalde Carlos González enviaba una misiva al nuevo ministro de Cultura, Miquel Iceta, para que a pesar del cambio en la cartera, no se pierda el trabajo realizado hasta ahora. El regidor indica que, valga la jerga arqueológica, tienen una secuencia construida de los hitos para la cesión temporal, «aunque habrá que chequear y consensuar con el nuevo equipo ministerial. En cualquier caso para nosotros la referencia es 2022». Una fecha indeterminada que coloca en el segundo semestre. González reconoce que con Rodríguez-Uribes fueron «prudentes en el planteamiento, aunque había una magnífica disposición con el ministro para favorecer la llegada».
Se planteó una cesión de «amplio recorrido», señala sin desvelar la propuesta concreta. De hecho, y contando con el regreso, a finales de agosto el equipo de Gobierno daba a conocer que presupuestará alrededor de un millón de euros para todo el despliegue que supone (seguridad, actividades, transporte, seguro, reacondicionar espacios en el Mahe…). Sin embargo, además de reconstruir los puentes —o rescatarlos, según se mire— con el nuevo ministro, días después de anunciar la consignación presupuestaria, entraban de nuevo otras variables: el director del Museo Arqueológico Nacional (MAN), está en contra del regreso temporal asegura que no se contempla otra cesión porque ya se hizo. Aunque tendrán que acatarla si el ministerio lo pide.
Sea como fuere, la idea que maneja el consistorio, y que apoya Cultura, es la de «una gran exposición de arte íbero presidida por la Dama», a diferencia del regreso temporal en 2006, cuando fue tan solo una exposición de pieza única. La Torre del Homenaje del Palacio de Altamira, donde se encuentra el Museo Arqueológico y de Historia de Elche (Mahe) sería el espacio donde se contextualice historiográficamente el busto y la documentación que hay de la recuperación del Louvre y sus idas y venidas desde el hallazgo, dejando para el propio museo el lugar de exposición de la pieza. El primer edil cree que puede ser una palanca de recuperación para el turismo y que además del impacto socioeconómico tendrá una vertiente «anímica y emocional» por el «anhelo colectivo de los ilicitanos».
Aunque el alcalde no desvela el proyecto museográfico, avanza que ya se trabajó con el exrector de la Universidad de Alicante Manuel Palomar el borrador del convenio para la cesión, cosa que sigue vigente y que confirma Alejandro Ramos, para la cesión de unas cuarenta piezas íberas de La Alcudia que armen ese contexto para la joya de la corona del arte ibérico. «Hay piezas de suficiente valor para contextualizarla», opina Ramos, que por otra parte se muestra partidario de una cesión definitiva, al entender que es en Elche donde se puede mostrar el marco completo de toda la contextualización y conocimiento de lo que significa el enigmático busto. Yendo más allá, reconoce que le duele, eso sí, que las piezas de los hallazgos estén divididas entre el Mahe y La Alcudia.
«No tiene sentido, y hace falta algún político valiente que dé el paso para unificar ambas colecciones», señala, sin dar una respuesta tajante sobre el lugar idóneo para la exposición —aunque por motivos obvios prefiere La Alcudia—; antepone que se unifique la colección al lugar donde se exhiba. Otra cosa será si llega o si lo hace en 2022. Quizá entonces deje de eclipsar, a pesar del magnetismo que irradia su figura, al yacimiento en el que se encontró
* Este artículo se publicó originalmente en el número 84 (octubre 2021) de la revista Plaza