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El cabecicubo

En el recuerdo: Plàstic (TVE-2, 1989)

El archivo de la web de Televisión Española rescata un programa de Plástic, quizá el último gran espacio musical de la televisión pública, donde aparecieron por primera vez Extremoduro y otros grupos entonces marginales; y un programa que pudo ser libre en sus contenidos y crear escuela

2/01/2016 - 

VALENCIA. Cuando los ancianos del lugar nos quejamos de que ya no hay programas de televisión sobre música, como ocurría antaño, deberían pegarnos con un calcetín sudado. Ahora con YouTube tenemos todas las actuaciones, entrevistas y discos imposibles, los que no bajaban de diez mil pelas, a un solo click. Solo hace falta voluntad para ver lo que uno quiera. Los gurús están muertos como tales. Y además, dan mucho mal. La agonía les ha vuelto muy brasas. 

Sin embargo, se echa de menos el criterio, no porque fuese bueno, sino como criterio en sí mismo, como discurso. Igual que en la radio medianamente libre, llámelo podcast, un locutor selecciona qué es lo nuevo que merece la pena oírse o qué es lo viejo que hay que rescatar. Aunque quizá sea demasiado pedir actualmente para una audiencia apreciable, ya ni siquiera masiva, que el espectador pueda aguantar cuatro minutos de canción sin moverse de canal, seguir con interés una entrevista a alguien que tal vez no conoce o recordar cosas que no le importan necesariamente. 

Ahora para que el gran público se trague una actuación en directo de tres minutos necesita un reality detrás que venda el reto de superación que está atravesando el artista. No es que antes fuese distinto. Al margen del ¡Hola! para las folclóricas de gala de Nochevieja, en otros géneros más respetadísimos, hasta las adicciones del más pintado se tenían en cuenta a la hora de medir el caché. Piensen en el propio Lemmy, que en paz descanse. Despertaba más cariño por no haber abandonado nunca el bourbon y el speed que por los más de una docena de discos que sacó después de Ace of spades, que no han escuchado ni la mitad de las plañideras que exhiben estos días cuánto le echan de menos. 

Porque la realidad es tozuda. La música popular en televisión, fuera de los realities y las cadenas especializadas del cable, ha quedado relegada a programas como Cachitos de hierro y como explotación de la nostalgia sin miramientos. Y eso no es malo per se, pero seguro que muchos ancianos que me lean estarán de acuerdo con que, al ver este programa ¿no le entran a uno ganas de gritar ¡por qué no dejan las canciones enteras!?

Los últimos mohicanos 

En algún momento el formato del programa televisivo de información musical saltó por los aires. Hubo Aplauso, hubo La edad de oro, hubo Tocata, hubo Plàstic y la cosa se fue comercializando y difuminando después hasta la gran nada en la que estamos ahora inmersos, por muchos intentos que haya hecho La2 en meter conciertos de madrugada, o los más interesantes desde el punto de vista de los amantes del delito: conciertos nocturnos de cadenas privadas orientados expresamente a reducir la factura a la SGAE sacando artistas de discográficas de las propias cadenas de televisión privadas creadas ad hoc.

El caso es que rtve.es y su impagable sección de archivo han subido a su web una edición completa de Plàstic. Quien esto escribe veía ese programa por un problema que sufrían los niños de los 80 que pocos años después nunca más volvió a ocurrir: el aburrimiento. A falta de lo que fuera que nos gustase en televisión, con todos los tebeos leídos y con la posmodernidad necesaria encima como para no coger un libro ni a palos, uno veía en la tele lo que le echasen. Ya fuesen toros, bailes regionales o concursos de tres al cuarto. Y 'Plàstic', durante un tiempo, fue un verdadero placer para los sentidos. No por la excelente selección musical, como ha probado este episodio rescatado, sino por el concurso de estamparse tartas en la cara, que también se puede ver en este vídeo. Cuentan en Vertele que esa fue la inspiración del Smoka! de los Chanantes. 

"Para algunos se trata de un programa fresco y espontáneo. Otros, en cambio, lo consideran aberrante y poco serio, pero lo cierto es que 'Plástic' no pasa desapercibido por la pequeña pantalla. Su estética y su imagen de presentar, poco corriente en TVE, ha impactado". Así contaba La Vanguardia la impresión que había causado la emisión de Plàstic en la televisión estatal. El espacio era otro ejemplo más de la brillante factoría audiovisual que fue Cataluña que, como muchos otros, terminaba conquistando todo el país.

Fue en Plàstic, para que lo entiendan las generaciones nacidas después de los Juegos Olímpicos, el lugar donde apareció Extremoduro, tricornio en ristre y con Robe con túnica y corona de espinas, tocando Jesucristo García. En aquellas fechas eran un grupo marginal. Los guiños de las letras de sus discos hasta 'Donde están mis amigos, mediados de los 90, difícilmente los podían entender quienes no supieran de qué iba la heroína. También se dejaron car por ese garaje que servía de escenario hitos patrios como Rosendo, 091, La Polla Records o Decibelios. Aquello lo fue todo.

Punks de escaparate

En el capítulo que ha rescatado la web de RTVE llaman la atención los roles que desempeñan los presentadores. Tinet Rubira, hoy director de Gestmusic Endemol (Operación Triunfo y tal y cual, ya saben), como el centrado que, por cierto, habla inglés de forma medio solvente -nada fácil en España ni antes ni ahora- y el actor David Bagés, quizá en una labor más ingrata, la de interpretar al irritante punk colgado que cumplía con los absurdos estereotipos del momento. Una pena que se representase de forma tan ordinaria al gancho de la juventud interesada por la música, pero es lo que había. No todo iba a ser romper esquemas y no dejarse llevar por la vulgaridad.

Podemos ver en este episodio un concurso de carátulas de discos -qué serán, se preguntarán los peques de la casa, ambos, las carátulas y los discos-, regalaban minicadenas, un objeto preciado por los hipsters actualmente y pocos más, y ofrecían ni más ni menos que un debate sobre las radios libres poco tiempo después de que el gobierno de la nación se las intentara cepillar con una legislación aberrante contra la libertad de expresión que hoy no tendría sentido gracias a, otra vez, las nuevas tecnologías. 

El papel de las radios libres 

Invitado estaba Jesús Ordovás, locutor del mítico Diario Pop, que se quejaba de que antaño, en sus tiempos, ahora deberíamos decir remotos, había "veinte emisoras y cada una era distinta, y ahora nada". Denunciaba que "el negocio está asegurado con 20 artistas y los medios no hacen más que repetirlos por todas partes". ¡Cómo hemos cambiado! Y pedía "nueva gente, nuevas emisoras y nuevas compañías". 

Deseos que, como en la peor de las pesadillas para la industria, se han hecho realidad y han periclitado el negocio. Los representantes de las radios libres invitados al debate le replicaban acusándole de ser "señores mayorcitos" los que seguían ahí en la prensa musical establecida, en referencia a él y Radio 3. No sabían tal vez que mayorcitos somos todos tarde o temprano. 

En este programa sonaron en directo, en acústico, los preciosísimos australianos Go-Betweens y por parte española Los amantes de María y Los Coyotes. Como pieza, había una entrevista a los Pogues editada a causa del ciego que llevaban. En ella salen borrachos dándole al porrón, aunque eso no impidió, o ayudó precisamente, a que los irlandeses dejasen titulares de altura del nivel de  "Elvis Costello es un gordo acomplejado" y "Si un país fuera una mujer, me follaría a España".

Así que en conclusión, al margen de que todo tiempo fue anterior, queda claro que en nuestra televisión pública teníamos ventanas abiertas a otras cosas. Ahora todas están abiertas, pero no precisamente en la televisión pública. En eso hemos cambiado y en eso mismo hemos ido hacia atrás.

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