El Grupo de Patrimonio Histórico de la Policía Autonómica ha incautado en apenas dos años 1.269 obras falsas y detenido estafas por valor de cientos de millones de euros. Cada día surgen nuevas pistas
VALENCIA. La estación de Pont de Fusta de Valencia, donde se ubica la comisaría de la Policía Autonómica, mira al viejo cauce del río Turia. Se encuentra justo enfrente de las Torres de Serranos. Desde el exterior parece una comisaría más en un edificio histórico. Nada hace prever que en su interior albergue uno de los tesoros más peculiares de la Comunitat Valenciana: el museo de obras falsas. Allí, en una estancia del edificio, se pueden hallar desde supuestos toros de Mariano Benlliure a imposibles pinturas de Segrelles, pasando por un ‘Goya’ tan malo que es ridículo o mediocres imitaciones de Eusebio Sempere realizadas por un artista ignoto que se vendieron como originales.
En conjunto son un pequeño muestrario de los horrores. Están almacenadas y custodiadas como lo que son: pruebas del delito. No hay discurso museístico ni espacios temáticos, pero sí unas cartelas descriptivas. Salvo unas pocas imitaciones, las piezas allí acumuladas son obras de baja calidad. Lo increíble no es tanto que alguien intentara venderlas como auténticas, sino que hubiera personas que las comprasen. Estos centenares de piezas son una pequeña parte de los decomisos realizados por el Grupo de Patrimonio Histórico de la Policía Autonómica. Desde que se puso al frente de ella el subinspector Antonio López, a finales de enero de 2014, este departamento ha incautado 1.269 obras falsas, la mayoría lienzos y esculturas, y ha paralizado estafas por valor de cientos de millones de euros.
Pese a sus éxitos, López, como jefe, y el resto de los miembros del grupo, entre los que destacan Rubén y Soraya, se ven en la necesidad de remar contra corriente buena parte del tiempo. Las víctimas de estos crímenes no suelen denunciarlos y la mayoría de las veces han sido los miembros del grupo los que han actuado por iniciativa propia. «No solemos recibir llamadas que nos pongan sobre la pista o requerimientos judiciales para investigar», explica el subinspector. «Tenemos que indagar a partir de subastas, por sospechas nuestras, cosas que hemos detectado por Internet… Hemos tenido algún soplo, pero no es lo habitual», añade.
López se puso al frente del grupo a petición del comisario jefe de la Policía de la Generalitat, Miguel Álvaro Rodríguez, y en estos dos años tiene más que aprendidas las malas artes de los falsificadores así como los pasos a seguir para detectarlos. Como dicen los expertos: se le ha hecho el ojo. «Son cosas que vas asimilando sobre la marcha. Por ejemplo, mira este falso Segrelles», comenta señalando un torpe retrato de un labrador.
«Fíjate en la mano; los dedos parecen un muestrario de salchichas», bromea. «Los buenos artistas se ven en esos detalles. Así que ahora, cuando te enseñan un cuadro, los ojos se te van directamente a las manos», dice. No todos los casos, empero, son tan obvios. En una de sus más recientes operaciones descubrieron decenas de toros erguidos y postrados así como copas, supuestamente atribuidas a Mariano Benlliure, que se habían realizado con moldes y que se habían comercializado a través de una empresa valenciana.
Con un precio relativamente bajo pero no increíble, a 2.500 euros la pieza, acompañadas de un certificado donde se daba fe de que la obra había sido firmada por el artista, muchos las compraron sin asesorarse debidamente. Según la Fundación Benlliure el artista no realizó «nunca» ediciones en serie numeradas y después de su muerte sus descendientes no han autorizado ninguna. Blanco y en botella.
Y es que, por si fuera poco, a veces los estafadores aportan documentos que dan supuesta fiabilidad a la obra. Así pasó con un dibujo atribuido también a Mariano Benlliure, que en su reverso contaba con una certificación de un descendiente del artista, su nietastro Enrique. No era el heredero legal ni estaba facultado para expertizar las obras del artista, el documento no tenía ninguna validez, pero eso es algo que normalmente no se sabe. No es raro también que algunos delincuentes aporten documentos notariales como si fueran certificados válidos, cuando en realidad sólo dan fe de que alguien quiere vender una obra, no de su autoría.
Con las obras de arte falsas pasa como con los billetes, explica López. Muchos compradores, cuando descubren que han sido engañados, en lugar de denunciar a quienes les han estafado lo que intentan es recolocar en el mercado la pieza maldita «a sabiendas de que es falsa», constata. Es por eso que desde su grupo abogan porque estas obras sean destruidas cuando son detectadas para así evitar que puedan seguir circulando. Tienen comprobado que devolverlas es contraproducente. «Un delincuente puede mostrar el documento de devolución de la Guardia Civil y decir que eso demuestra que no es falsa», explica. De hecho, es algo que ha pasado con un Picasso falso que se intentó revender por 60 millones de euros, tras haber sido requisado y devuelto a su propietario.
El trabajo del que oficialmente se conoce como Grupo de Patrimonio Histórico de la Unidad de Policía Nacional Adscrita a la Comunitat Valenciana, no sólo abarca a los objetos más usuales de arte plástico. Por poner un ejemplo reciente: tres pistolas del siglo XIX que encontraron en una tienda de antigüedades han sido retiradas del mercado. Dos de ellas, según el informe de Balística, podían ser usadas como armas. Una de las tres, además, era un dechado de artesanía: una llave de cerradura antigua reconvertida en pistola, fabricada a partir de una pieza de 15,8 cm de longitud que tiene dispuestos sobre su estructura los mecanismos de un arma de avancarga, y que usa como cañón el propio cuerpo de la llave. Su precio de venta: 3.800 euros.
En estos intensos dos años el caso más importe con el que se han encontrado en términos económicos ha sido la fallida intentona de colocar en el mercado unos supuestos lienzos de Picasso. La operación Picachu, que se extendió a Granada y Benidorm, abortó la venta de cinco pinturas que los delincuentes pretendían pasar por originales y que tasaban en 160 millones. Las obras ofrecidas en Granada se decía que procedían de una herencia de Cuba, mientras que las que se intentaron vender en Benidorm eran de un fallecido en Barcelona, siempre según el relato de los estafadores. Una de estas pinturas la transportaban en una furgoneta de construcción junto a materiales de obra.
No menos llamativo fue lo sucedido con unas falsificaciones del artista alicantino Eusebio Sempere, la operación Gouache. Los miembros de la unidad supieron de la venta de cuadros falsos. Confirmaron después que todos ellos eran obra presuntamente de Miguel Martínez Alberquilla. Amigo personal de Sempere y obsesionado con su obra, Martínez Alberquilla fundó la galería Quorum y falleció en 2010. A su muerte, miembros de esta galería madrileña habrían hecho llegar a casas de subasta de Madrid y a particulares unas obras con formato muy repetitivo que había efectuado Martínez Alberquilla imitando a Sempere. Prácticamente todas salieron a la venta a precios razonables, en torno a 7.000 euros el cuadro.
En un registro efectuado por integrantes del grupo policial en el domicilio de un detenido se intervinieron 14 obras. En total, se incautaron 35 gouaches, de ahí el nombre de la operación, aunque en el grupo están convencidos de que hay más en manos de particulares. Monto total de la estafa: 250.000 euros.
mariano benlliure es, posiblemente, el valenciano más falsificado. le siguen puig roda y cecilio plá
Como en otras ocasiones, lo sorprendente fue cómo algunas personas, supuestamente entendidas, adquirieron unas imitaciones tan bastas. «Cuando veíamos las falsificaciones -recuerda Rubén- pensábamos que eran obras que no nos gustaban nada ya que su temática era muy repetitiva. Cuando vimos los cuadros verdaderos de Sempere en el MACA de Alicante notábamos claramente la diferencia en su ejecución y calidad».
La explicación se halla en el afán inversionista que hay detrás de muchas de estas compras. Al ser Sempere un artista cotizado, muchos compradores pensaron que tener el peor Sempere a un buen precio era una adquisición inteligente. El problema es que no eran ni malos; eran falsos. Para llevar a cabo esta operación contaron con la colaboración de Isabel Mira Sempere, sobrina del pintor. Fue ella quien presentó la denuncia al detectar una obra falsa en Internet. Tras ponerse en contacto con la policía, los agentes fueron desvelando esta novelesca trama hasta dar con el origen no menos novelesco de las falsificaciones que ofrecieron los delincuentes.
Los herederos son una herramienta fundamental en su trabajo y algunos de ellos colaboran de manera muy activa, como por ejemplo Lucrecia Enseñat Benlliure, quien les ha ayudado en todas las operaciones en las que han descubierto obras falsas de sus antecesores. De hecho Mariano Benlliure es, posiblemente, el artista valenciano más falsificado. En este particular top se encontrarían también artistas como su hermano José, Gabriel Puig Roda o Cecilio Plá.
Si ya resulta de por sí compleja la investigación, otro de los problemas con los que se encontraba este grupo hasta hace bien poco era la dificultad de realizar pruebas de autentificación rápidas. «No podemos esperar un año para un simple informe», explica López. Afortunadamente esto ha cambiado. Merced a un acuerdo de colaboración impulsado por el director general de Seguridad y Emergencias, Josep María Ángel, el Instituto Valenciano de Restauración y Conservación de la Generalitat ha puesto al servicio de López y su equipo los laboratorios de la institución y la colaboración de sus técnicos especializados en disciplinas como arqueología, pintura, escultura… Son un C.S.I. del arte.
Es una piedra más en la pared contra los criminales. Otra que unir a la ‘enorme’ colaboración que reciben del actual director del San Pío V, José Ignacio Casar Pinazo, o del inspector de Patrimonio en el área de Arqueología, José Luis de Madaria, de la Conselleria de Cultura, así como de la Dirección General de Cultura.
En este sentido, el subinspector López resalta también la colaboración directa que mantienen con la Brigada de Patrimonio Histórico, con base en Madrid, así como con el resto de comisarías a nivel nacional a las cuales se les ha solicitado su ayuda. Todo apoyo es poco para combatir un tipo de delincuencia que busca nuevas rendijas por donde colarse. Por eso, no sería de extrañar que cuando ustedes lean estas páginas haya salido a la luz una nueva operación.
1. Antes de adquirir una pintura, debe certificar la autoría de la pieza por cauces oficiales y de manera independiente.
2. Desconfíe de documentos notariales y analice los certificados que le ofrecen los vendedores. No se trata de ser receloso, sino de tener prudencia. En muchas estafas se emplean certificados que no valen nada; sólo son un breve texto firmado que no contiene ni estudios químicos, ni análisis históricos, ni nada… «Hay gente que no es seria y expertiza cualquier cosa», advierte López.
3. Las gangas en arte son muy contadas. Ante cualquier precio que se halle muy por debajo de mercado la primera respuesta no debe ser la alegría, sino la cautela. No se deje engañar. Usted no es tan listo y el mundo no es tan tonto. Que aparezca un Goya, así, de repente, no es muy normal.
4. Cuando se va a adquirir un cuadro de cierto coste, debe revisarse la vida de la obra. Todo gran cuadro tiene una procedencia y una vivencia fácilmente demostrable. ¿Quién lo vendió? ¿Quién se lo vendió a éste?
5. No puede fiarse de quienes sólo venden por correo electrónico, y menos si son personas físicas. Toda venta de arte debe tener un contacto físico. Si el vendedor es honesto, le invitará a ver la obra cuantas veces haga falta.
6 Conocer los soportes que usaban los artistas es fundamental para no llevarse sorpresas. Se encuentran a la venta grabados de artistas que jamás emplearon esta técnica. Un especialista independiente le advertirá de estas incongruencias y evitará que le estafen.
7. El lugar donde se efectúa la venta es muy relevante. López y su gente han descubierto casos en los que los estafadores querían vender los cuadros en furgonetas.
8. El historial del vendedor también es fundamental. Las grandes firmas de subastas y las casas de anticuario relevantes atesoran un prestigio. Otro tanto sucede con los particulares y empresas.
9. En el caso de los lienzos, hay que mirar siempre el reverso. Muchas obras se detecta que son falsas con sólo darles la vuelta.
10. Compre siempre lo que le gusta. No acuda al calor de nombres, no contemple el arte como una inversión económica, ni crea en las ofertas sorprendentes. Es la única manera de que no le estafen porque pagará por lo que quiera tener.
Si tiene sospechas fundadas de haber detectado una obra falsa, o cree que se la han intentado vender, póngase en contacto con el correo electrónico policia_patrimonio@gva.es o con el teléfono 96 137 54 46.
(Este artículo se publicó originalmente en el número de mayo de la revista Plaza)