Creo que no hay dudas de que una de las apuestas de este nuevo Consell formado por PP y Vox. Con una clara diferencia: que vengan cuántos más turistas y que gasten más que antes. De momento, sin más medida de corrección que combatir a los apartamentos turísticos ilegales para lo cual todavía trabaja la nueva Conselleria de Innovación, Industria, Comercio y Turismo.
Dentro de este contexto, cada nueva ruta aérea que se implanta en la Comunitat Valenciana es promocionada y difundida de como si una victoria de más de tres puntos. Y la verdad hay que decirla y airearla cuando trae beneficios, no solo para el turismo, sino para la población en general. Lo apuntó el viernes el presidente de la Diputación de Alicante, Toni Pérez, las nuevas rutas de Ryanair, y otras tantas anunciadas por otras compañías para Manises o el aeropuerto de Castelló, también suponen una oportunidad para los residentes para poder viajar y conocer cualquier ciudad o región de Europa. Es la democratización del turismo en estado puro. La llegada de las compañías low cost a la Comunitat Valenciana, y a otros tantos puntos, ha permitido que lleguen más turistas -otro debate es en qué condiciones o con qué gasto por turista-, pero también que nuestros conciudadanos hayan podido salir a Europa a estudiar, trabajar o disfrutar cuando las circunstancias lo han permitido, o han obligado.
Esa democratización ha logrado otro hito del turismo autonómico: la tan deseada desestacionalización. Ya pasó con la salida de la crisis inmobiliaria -allá por 2012, 2013 y 2014-. La Comunitat Valenciana logró salir más pronto de ese atolladero gracias a la entonces primera desestacionalización -gracias en parte a los vuelos baratos- y a la internacionalización de las empresas. Se vendían camas hoteleras y casas aquí; se exportaban productos de todo tipo al mercado exterior.
Tras el paréntesis de la pandemia, a estos dos factores se le han sumado otros que ha consolidado esta tendencia, de ahí que el nuevo Gobierno valenciano insista en la ampliación de los aeropuertos de Alicante-Elche y València. El primero con una segunda pista -los técnicos sostienen que sería necesaria de alcanzar los 20 millones de pasajeros; ahora ya llega a los 15 millones-; el segundo con un ampliación de sus instalaciones que le dote de mayor capacidad.
La idea es buena siempre y cuando esas ampliaciones sean respetuosas con el entorno. En el caso de Alicante, hay una amenaza que es el humedal de Aguamarga, una de las tres opciones planteadas en su día por Aena en su anterior plan director de 2019. En su día, cuando José Blanco y Francisco Camps inauguraron la ampliación, que costó 600 millones, en algunos foros se hablaba de obra faraónica; hoy parece llegar a su límite de cacpacidad.
Con segunda pista o no; Manises tal y como lo conocemos; Castelló que no para de crecer, lo que si es evidente es que gracias al cambio de mentalidad postpandémico; los efectos del cambio climático y los inviernos templados; los nómadas digitales y las ofertas que están por venir cada temporada, lo que parece claro es que esto no va a parar de crecer. Pero será crecer con pies de barro porque la Comunitat Valenciana sigue teniendo asignaturas pendientes en intermodalidad. Es posible que la puesta en marcha del AVE regional mejore las cosas allía por 2025 o 2026, pero de los tres aeródromos solo Manises seguirá conectado con su capial con el tren. Los otros dos seguirán siendo dos islas.
Los 15 millones de Alicante-Elche se seguirán buscando la vida para llegar a sus destino; los casi 300.000 de Castelló, lo mismo. Lo dijo el otro día el alcalde de Alicante, Luis Barcala, y los repiten otros tantos políticos: la conexión ferroviaria no puede demorarse. Ni con Alicante, ni entre aeropuertos (otro viejo sueño de los hoteleros) O con Dénia para quién quiera ir a las Baleares. Es una reivindicación histórica pero conviene recordarla. Podemos seguir engordando la gallina de los vuelos low cost, pero podemos perder algunos huevos. Y en caso de iguales condiciones climáticas, el tren, a pie de aeropuerto, es un elemento diferencial.