Misterio, leyendas y encanto medieval se entremezclan en una de las capitales más bonitas de Europa
VALÈNCIA.-Pocas ciudades muestran dos caras tan claramente diferenciadas como Edimburgo. Por un lado, la misteriosa Old Town, que seduce tanto a quienes llegan atraídos por su encanto medieval como a quienes les pierden los ecos de infinitas leyendas de fantasmas en los escenarios de sucesos trágicos. Por otro, la señorial ciudad moderna, al otro lado de los hermosos jardines de Princes Street, todo un tratado urbano de arquitectura neoclásica que marcó tendencia a lo largo y ancho de Europa. La capital administrativa y cultural escocesa, muy cómoda de recorrer a pie por ser relativamente compacta, rezuma historia por los cuatro costados y es una escapada perfecta cualquier fin de semana. Su momento álgido, no obstante, llega en agosto, cuando la población se duplica para acoger el Festival Internacional de Edimburgo, uno de los más importantes encuentros de artes escénicas en el mundo.
La Royal Mile es la columna vertebral del viejo Edimburgo desde el mítico castillo, encaramado en el cráter truncado de un volcán dormido, hasta el Palacio de Holyroodhouse, residencia oficial de la reina en Escocia. El Castillo es uno de los iconos de la capital y una de las atracciones más concurridas de todo Reino Unido. La fortaleza, cuya parte más antigua data del siglo XII, alberga tesoros como las Joyas de la Corona escocesa —corona, cetro y espada— o la Piedra del Destino. La explanada frente al castillo es el escenario del conocido Royal Edinburgh Military Tattoo que se celebra como parte del festival veraniego.
En el descenso por la Milla Real aguardan varias paradas ineludibles. Conviene fijarse en los oscuros callejones (closes) que arrancan a ambos costados de la calle. Muchos desembocan en jardines o patios interiores y otros sirven como atajo entre las calles principales, como el close de los Abogados, uno de los que se aconseja recorrer. Algunos son auténticas ciudades subterráneas como el célebre Mary King’s Close, un entramado de callejones que quedaron sepultados tras la construcción del actual ayuntamiento en el siglo XVIII. Desde hace algunos años se organizan visitas guiadas teatralizadas para recrear la historia de la ciudad, aderezadas con leyendas de fantasmas y espíritus como el de Annie, una niña que murió víctima de la peste. En el último tramo de la calle es muy recomendable visitar también el close White Horse, uno de los más pintorescos.
*Lea el artículo completo en el número 42 de la revista Plaza
Madrid como capricho y necesidad. Me siento hijo adoptivo de la capital, donde pasé los mejores años de mi vida. Se lo agradezco visitándola cada cierto tiempo, y paseando por sus calles entre recuerdos y olvidos.