BOCATAS Y BICIS

Estudio elemental del almuerzo ciclista

Yo hacía keto pero ahora creo. Estas son unas pinceladas al azar de la teoría y práctica del almuerzo ciclista

| 05/11/2021 | 7 min, 8 seg

La dieta keto —con ‘o’ al final, no ‘a’, que eso es un anestésico para uso veterinario— consiste en eliminar o reducir todo lo posible el consumo de hidratos y preferir la ingesta de proteínas y grasas. El nombre procede de la voz inglesa ketogenic diet, es decir, dieta cetogénica. Esta dieta se apoya en la cetosis, el mecanismo metabólico que se desata, dicho de forma simplificada, cuando hay una falta de glucosa y los músculos no encuentran reservas de glucógeno, que son los hidratos de carbono almacenados en el organismo. ¿Y si se terminan esas reservas? Entonces es cuando se produce la cetosis.

En cetosis, el organismo recurre a las grasas como combustible para que los músculos sigan trabajando. Durante este proceso de desabastecimiento se liberan los cuerpos cetónicos, moléculas que el organismo usa como si fuera glucosa, pero no lo es.

Cuando el organismo se queda seco de hidratos, puede suceder lo que en ciclismo se llama la pájara. En el ultrarecomendable, maravilloso y mil adjetivos más cómic de Alison Bechdel El secreto de la fuerza sobrehumana, la pájara se explica como “el término que se usa en el deporte de resistencia para referirse al profundo agotamiento que se produce una vez se consume todo el glucógeno almacenado”. La protagonista, que es la propia autora, ciclista empedernida, define esta sensación como un aterrador feeling de estar deprimida.

¿Qué tiene un buen almuerzo ciclista?

Joan Ruíz aka Esmorzaret no es ciclista, pero de almorzar sabe un rato: “Un buen almuerzo ciclista para mí, y mira que yo no voy en bici, pero lo equiparo a cuando vas a hacer deporte y luego vas a almorzar, lo primero que tiene que tener es que sea un sitio que en invierno sea muy acogedor y en verano tenga terraza con sol y sombra. Esto es fundamental, casi te diría que lo que más. Por otro lado, aceitunas frescas, con un poco de grasa, para activar la boca. Un bocadillo que no sea ultrapesado, que luego hay que continuar haciendo deporte. Que sea un pan lo más aireado posible. Por supuesto, un café. Cremaet, cerveza y tal… pues no soy partidario del alcohol haciendo deporte”.  

Silvia López, de TodoBici Valencia, recomienda “el Bar Avenida en Petrés, el restaurante El Pi en Náquera y, en plan deep terreta, el bar de La cooperativa agrícola en Puzol”. Y por supuesto, los básicos del combo: “bocata, buen pan, buen café, cacau del collaret”.


Mónica y Sam integran PAZ Club de Ciclisme. Para ellos, almorzar no es fácil: “Somos veganos entonces estamos bastante limitados. Pero siempre una buena tostada con tomate. Pedalearíamos 100 km hasta un sitio con buen café y opciones veganas, pero no hay nada fuera de la ciudad. Hacemos una ruta específicamente si hay un bar con gente maja y buen comida. En nuestro caso, tostadas con tomate y ensalada o bravas. Como en el bar La Paca en Eslida”.

“Creo que el almuerzo es una parte muy especial de la ruta, para desconectar con la vida en casa y conectar con la gente en la peña, y recargar las pilas, claro. Pero con mucha carne y demasiado alcohol es como el Tour de Francia de los primeros años”, cuenta Sam.

Rubén es un conocido bicimensajero de la ciudad que responde al nombre comercial de FlechaEstas son sus reflexiones sobre el almuerzo ciclista: "Yo cuando salgo en bici nunca almuerzo, voy comiendo dátiles, fruta deshidratada etcétera en la bici. Cuando acabo sí que me puedo comer un jabalí y un par de tercios sin problema. 

"El Chaparral en la Calderona muy bien, con su brasa. Els Pins en Estivella tamb muy bien, pero el que recuerdo con mas agrado es en Venta Gaeta, el bar de la plaza: ajoarriero, morteruelo y luego carne". 

En los párrafos siguientes, se viene un batiburrillo de nombres propios de almuerzos en todos los puntos cardinales de la provincia en la que nos hallamos. Desde la nula autoridad en materia de nutrición que tiene la firmante de este artículo, se recomienda ser consecuente con el tamaño del bocata. Hay digestiones que son como puertos de montaña.

Muchas comarcas, muchos almuerzos: Horta Sud, Ribera Alta, Ribera Baixa, Horta Nord, Camp de Morvedre, Camp del Turia  

Entre los hijos del lago (L’Albufera) y los hijos de la selva (la dehesa del Saler) —esto de los hijos es un homenaje al léxico de Blasco Ibáñez— hay un carril bici que transcurre desde la Ciudad de las Artes y las Ciencias hasta el cadáver de lo que fuera el Sidi Saler en tiempos en los que la ley de costas era más laxa. En este tramo encontramos el Bar Pinares 14, en el pueblo del Saler.


Lo que tiene el Pinares son sus bocatas de calamares. En apariencia, el entrepán no tiene nada llamativo, pero dado el flaco favor que se le profesa a este bocadillo calificado como el fast food de Madrid, encontrarse un ejemplar decente en un bar popular, es como descubrir un nuevo planeta en nuestra galaxia. Calamares y pan. Sin más. Sin la coletilla de ‘homenaje a’, ‘falso x’, ‘trampantojo de’. Calamares y pan. Y una terraza cubierta con espacio para resguardar las bicis de los amigos de lo ajeno.

Del Palmar salen barcazas con turistas embelesados por el críptico paisaje de nuestro pequeño lago —la creencia etimológica más extendida es que “albufera”, que proviene del árabe andalusí al-buḥayrai— significa “pequeño lago”—. De la misma pedanía sale también el camino que conecta un lado del lago con el otro. Gravilla, insectos y garzas, además de ciclistas, que se desplazan por senderos flanqueados por campos de arroz.

El verdor terrible en verano, cuando los campos están crecidos y los agricultores se pierden entre ellos.

El helor tremendo en los meses fríos, cuando los campos anegados se salen de las lindes y mojan a los ciclistas. Pero la recompensa está cerca: en el Puerto de Catarroja, otro pintoresco y único spot de nuestro terruño, está La Primitiva, donde, además del consabido allipebre, hay avío para los ciclistas.

En sentido contrario, los iters de la Albufera pasan por la Muntanyeta dels Sants y de ahí, a Sueca, Les Palmeres (pedanía de Sueca) y con un poco de esfuerzo y tocando algo de carretera comarcal —aunque se puede evitar—, Alzira. En estas poblaciones el famélico ciclista tiene el Reyton de Sueca (la especialidad de la casa es el bocadillo de pechuga rebozada, bacon, cebolla caramelizada y queso de cabra, pero hay opciones menos barrocas), Fernandet y La Raspa, en Les Palmeres, dos bares del paseo marítimo de una de las pedanías más desarrollistas de nuestras costas en los que te vigilan la bicicleta cuando vas al baño, además de darte de almorzar. En Alzira está Ca Tomás y de ahí a que suba el desnivel, no hay nada.

En l’Horta Nord la lista es grande, la narrativa inabarcable: Bar Les Tendes y su Capilla Sixtina en Almàssera, Cent Duros en Borbotó, Hort i Mar en Carpesa, El Cantó en El Puig, Ca Xoret en Roca, Bar Juventud, en Rafelbunyol y decenas más por descubrir. Unos kilómetros más al norte, en el Puerto de Sagunto, comarca del Camp de Morvedre, está el peculiar La Fundición, templo de los trabajadores portuarios y del polígono industrial en el que se sitúa.  

La ruta ciclista para mountain bike —la firmante de este texto lo hizo con cubiertas lisas, la experiencia no fue plácida— del cauce fluvial del Túria conduce hasta el Bar Mercado de Ribarroja. Al otro lado de la CV-35, está Náquera y el mítico Asador El Pastoret.  

Que le den a las barritas proteínicas.

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