VALÈNCIA.-«Una taza de plata». Con esta imagen vívida recuerda el diseñador Vicente Navarro el Pabellón de la Comunitat Valenciana en la Exposición Universal celebrada en Sevilla durante 1992. El estudio encabezado por el interiorista valenciano recibió a principios de los 90 el encargo de asumir el diseño interior del edificio proyectado por el arquitecto Emilio Giménez (fallecido en 2014) y la dirección global del proyecto DOM (Diseño de Objetos y Mobiliario), iniciativa nacida desde Gesto Design Management (Carlos Tíscar, José Sánchez y Vicente Blasco). El proyecto de la Generalitat contó con la colaboración del artista plástico Jordi Ballester, responsable de la marca del pabellón (de formas geométricas y con una tipografía basada en las vanguardias europeas), así como de algunas de las exposiciones programadas.
El pabellón que nunca regresó
El edificio de Giménez se proyectó bajo un carácter efímero ya que, en un principio, se planteó su repatriación tras el cierre de la Expo. Finalmente fue vendido por un precio simbólico al Ayuntamiento de Sevilla. Los arquitectos Robert Primo y Lluis Trullenque fueron en aquellos años colaboradores de Emilio Giménez, con quien habían trabajado anteriormente en la restauración del Palau del Marqués de la Scala o Baños del Almirante. El proyecto inicial del pabellón incluía la colocación de una gran escultura de Miquel Navarro en su exterior, que fue sustituida por un conjunto de campanas góticas, modificación que a Giménez «no le agradó en absoluto», como admite Primo.
Robert Primo recuerda cómo desde las primeras reuniones con Rafael Ferrer Ombuena, subsecretario de Joan Lerma y director del pabellón, las directrices fueron concisas aunque un tanto ambiguas: «conseguir un edificio representativo del espíritu de la Comunitat, así como del estatus de la arquitectura valenciana del momento». Un pabellón desmontable para su posterior y nunca ejecutado traslado. «Desde el principio tuvimos dudas de que esa idea se convirtiera en realidad», admite Primo. Los arquitectos echaron mano de una estructura metálica atornillada levantada en un año. El aspecto exterior se obtuvo gracias al uso de paneles de aluminio blanco. Un ejemplo de «arquitectura contemporánea con aire mediterráneo».