Activando el pasatiempos favorito de los activistas culturales. Imaginando un uso para una vieja bodega, una fábrica de aceites, la antigua sede de Iberdrola o un hospital histósrico
VALÈNCIA. Cuidado con lo que deseas porque, a veces, se cumple. Si lo del arcoiris ‘de interior’ en la Nova Antiga Ágora no es un símbolo litúrgico del renacimiento, yo ya no sé. La obra de Inma Femenía, adquirida por el Caixaforum del Túria, resulta filigrana para la reconversión. Edificios y cáscaras que 'digievolucionan'.
Desde ese punto de partida, se hizo lo que nunca debe hacerse: proponerle a un agente cultural que fantasee qué haría con edificios asombrosos en desuso, infrautilizados o en el limbo.
El proceso. - Una vieja bodega impredecible, una fábrica de aceites varada, la antigua sede de Iberdrola o un hospital histórico con ventilación al salitre. Mieles para paladares deseosos. Una sesión reflexiva. Tomando esos cuatro puntos como stickers que pegar sobre el callejero, se les sorteó al azar cuál les tocaba a los siguientes personajes de la faz cultural. A partir de su ‘adjudicación’, debían imaginar qué uso le darían en el caso (improbable, muy improbable) de tener barra libre.
A Sara Mansanet -directora de La Cabina, gestora cultural en Aula de Cinema- le tocó la antigua sede de Iberdrola en la calle Isabel la Católica de València.
Esto haría Mansanet en este edificio exIberdrola…
“Sería un sueño que La Filmoteca tuviera sede propia. No sé en qué condiciones está el interior del antiguo edificio de Iberdrola, pero poder concentrar en un solo espacio todos los servicios de La Filmo es una necesidad que esta institución reclama desde hace años. La Sede del Raval de Filmoteca de Catalunya es un buen referente como modelo de éxito. En un único centro -bien acondicionado- se dispondría de mayor espacio para archivo, videoteca, centro de documentación y oficinas, además de poder añadir varias salas de proyección, espacios expositivos y otros multiusos para dar cabida a todas las actividades que la Filmoteca Valenciana promueve y coordina a lo largo del año”.
A Jorge Alamar -comisario, gestor cultural y director de la Fotoescuela- le tocó las viejas Bodegas Vinival en la playa de la Patacona.
Esto haría Jorge Alamar en Bodegas Vinival...
“Yo soy de Massamagrell, os podéis imaginar las miles de veces que he pasado en coche por el tramo de autovía desde el que se vislumbra el abandonado edificio de Bodegas Vinival antes de entrar en la ciudad. La construcción es tan impactante que por muy vista que la tenga me resulta imposible no girar la cabeza de nuevo cada vez que realizo ese trayecto.
Mi propuesta para ese misterioso y atractivo espacio sería la creación de un Centro Experimental de Performance y Artes Vivas (no sé si esto es una reiteración, no soy experto en la materia). Por tamaño, arquitectura o emplazamiento (cerca del mar y de la Universidad Politécnica de València, donde está ubicada la facultad de Bellas Artes) creo que sería un lugar idóneo desde el que articular una programación seria, abierta y arriesgada alrededor de este tipo de propuestas artísticas que cada vez tienen más peso y pertinencia en nuestra sociedad. Puestos a fantasear, lo ideal sería que también contara con programas de residencias para artistas e investigadoras, así como conexiones puntuales con otros ámbitos como fotografía (véase actuaciones BookJockey por ejemplo), videoensayo, música electrónica, etc. El Mediterráneo y su relación con el propio entorno podría ser el tema o hilo conductor desde el que trabajar. Y si fuera público, mejor que mejor”.
A Alejandro Aguayo -programador musical, programador en La Casa de la Mar- le tocó el antiguo hospital Valencia al Mar
Esto haría Alejandro Aguayo en el hospital Valencia al Mar…
“Escribo estas líneas desde el Cabanyal, inundado por la ebullición de su mercado en hora punta, y con rabia contenida al ver los carteles que cuelgan en algunos balcones (1 turista= -1 vecina). Los habitantes de este barrio están acostumbrados a ver la demolición de sus edificios emblemáticos, en forma de golpes de máquinas fabricadas para tal fin, o con la “elitización” de lugares que los convierten en cuatro paredes a las que ninguna vecina puede acceder. Después de la caída del Muro de Berlín, varios artistas de la ciudad ocuparon un edificio ante la amenaza de demolición por parte del gobierno alemán. Se convirtió en el Centro Tacheles, un lugar que salvaron para convertirlo en el lugar de referencia para la autonomía creativa, cuya filosofía era la improvisación y la espontaneidad. A lo largo de sus cinco plantas, podías degustar una cerveza mientras visitabas talleres de diversas disciplinas, disfrutabas de un concierto de Kraut o comprabas obra original de artistas que convertían el patio “Kunsthaus” en su lugar de creación. Mi propuesta para el antiguo Hospital Valencia al Mar, es convertirlo en un lugar abierto a la ciudadanía, sin restricciones públicas o privadas, que sirva para que la gente del barrio pueda expresarse libremente”.
A Sergio Fernández -tratante cultural y director de Redacción Atómica- le tocó La Fábrica de Aceites Casanova, en la Avenida del Puerto
Esto haría Sergio Fernández en La Fábrica de Aceites Casanova…
“La Fábrica de Aceites Casanova fue fundada a principios del s. XX por Manuel Casanova Llopis, padre de Luis Casanova Giner, quien fue el presidente más exitoso de la historia del Valencia CF. Actualmente esta antigua fábrica podría ser considerada un centro neurálgico hueco en la València del 2021: a menos de 10 minutos del barrio del Cabanyal, a escasos 20 minutos del Palau de la Música y a 15 minutos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias (todas las medidas en tiempo andando) sería, lo que defino, como un abrevadero cultural, un (potencial) espacio que hace que los desiertos culturales de las grandes metrópolis no sean tan extensos. En tiempos de conatos de superligas y siendo la Historia nuestra gran aliada, tal vez la Fábrica Industrias Aceiteras Casanova podría ser la gran casa de la “Historia del fútbol valenciano”. Poner en común algunos títulos, detalles, reliquias y cartelería de los clubes valencianos, tanto de las grandes entidades (Valencia CF, Villarreal, Levante UD…) como de los pioneros (Lucentum Foot-Ball, Club Marítimo, Universitario FC, CD Castalia…) ayudaría a redescubrir nuestros orígenes y, aunque sea de forma simbólica, a reconciliarnos con los pioneros del balompié en la Terreta. Es decir, un Museo temático que una lazos y ponga en valor de forma conjunta, como ocurre con el Museo del Fútbol Sudamericano en la ciudad de Luque, Paraguay. En definitiva, la capacidad para afianzar una oferta de ocio y cultura atractiva no se basa tanto en la cantidad como en la disposición de los espacios generadores de contenidos, y tener cerrado y vacío durante décadas este edificio emblemático es un enorme desperdicio de posibilidades para las valencianas y valencianos”.