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SILLÓN OREJERO

Fante Bukowski, un alter ego sobre los ridículos escritores malditos

Cuando un aspirante a escritor logra publicar algo cree que se abrirá para él el cielo de los escritores, se codeará con grandes intelectuales, críticos y otras figuras de relumbrón, pero lo que ocurre en realidad es que solo le abordan otros aspirantes a escritores, más necesitados que él, que quieren saber cómo ha logrado que le publiquen lo suyo. En ese mundillo de buscavidas transcurre la vida de Fante Bukowski, el personaje creado por Noah Van Sciver, del que se ha publicado en España la segunda parte de la trilogía sobre su malditismo.

21/12/2020 - 

VALÈNCIA. Si por algo merece la pena un cómic que no sea de carácter periodístico es por la incomodidad que pueda producir. No es culpa mía, así nos educaron en La Cúpula desde 1979 con todo el llamado underground estadounidense y similares de todo el orbe. Ahí no había creadores obedientes en busca de una medalla por replicar un mensaje o darle al tentetieso para recibir un aplauso espectacular. Cuando una persona se mete en terrenos peliagudos es donde más interés despierta. Aunque solo se trate de chorradas, al menos que no estén alienadas por el entorno.

Noah Van Sciver forma parte de esa línea dura. No en vano, lo trae a España la aludida editorial. Su obra Saint Cole fue una explosión. El autor hacía una sátira sobre sí mismo, sobre su experiencia como camarero, pero dejaba volar la imaginación en el desenlace de la historia para que nos echáramos unas risas. Carcajadas a costa de un humor rematadamente cruel y sucio.

Su segunda entrega fue sobre un personaje que le servía de alter ego, Fante Bukowski. Hay quien tiende a lo autobiográfico para ajustar cuentas, autojustificarse o inventarse y modular su pasado, Van Sciver lo hacía para satirizar lo que fue en un momento dado: un escritorzuelo amarrado a una botella de vino. Él mismo lo reconoció, aquellos años pasaron, y ahora se servía de su experiencia para crear un personaje patético al que machacar. De nuevo, para nuestro gozo, otra vez con sentida crueldad y suciedad.

En Fante Bukowski Dos siguen las andanzas de este escritor maldito, tirado en la miseria, pero incapaz de escribir una sola línea. En este segundo tomo ocurre un suceso trascendental. Sus padres le cancelan la tarjeta de crédito. Estamos en los tiempos de la cultura de la cancelación, pero esa sigue siendo la cancelación por antonomasia. Por primera vez, este niño mimado que se cree un artista incomprendido, tendrá que comerse la calle como un auténtico sin hogar.

El gran contraste de la historia es que su ex novia triunfa por todo lo alto. Es una escritora de éxito y Michael Bay quiere rodar una película sobre su última novela. Sin embargo, en un giro barroco de humor negro, de alguna manera echa de menos a Fante Bukowski. Como alivio cómico, el propio autor, que como se ha dicho ya explicó que Fante era un alter ego para exorcizar aquella época, se introduce a sí mismo de nuevo pero ahora con nombre y apellidos. Es un arribista que se liga a la ex de Fante solo con la intención de que, como tiene éxito, le caigan algunas migajas, algún contrato, alguna colaboración o trabajo o aunque solo sea una mención en el New York Times.

El sainete es una maravilla. De esos tebeos que guardas y te resistes a volver a leer para que, cuando lo por fin hagas, se te haya olvidado todo y volver a disfrutarlo. Muchos gags tienen unas cargas de profundidad letales. Me ha hecho especial gracia la conversación que tienen Fante en una tienda de discos donde intenta vender su fanzine de poesías y el encargado le contesta: "Es muy jodido, primero necesitas meterte en una máquina del tiempo y viajar a 1992... Una vez allí, vuelves a esta tienda de discos y me dices que me ponga a estudiar informática".

Aunque, como dice el refrán oriental, "una broma es la mitad de una verdad", y lo que más se tambalea en estas páginas es el sector cultural en su conjunto y el exiguo o no negocio que le rodea. El espacio favorito de oportunistas y cantamañanas unidos todos ellos por su desesperación y necesidad constante de conseguir algo de alguien que pueda darles lo que sea. Muy valleiclanesco de no ser por su crudo realismo.

Leo en su última entrevista en Comics Beat que a estas alturas estamos ante uno de los creadores más prolíficos y diversos. Se ha atrevido con la comedia surrealista "y atrevida" -lo que ha sacado La Cúpula hasta ahora-, reflexiones sobre la depresión, memorias desgarradoras o una obra colectiva biográfica, Grateful Dead: Origins, sobre famoso grupo psicodélico de San Francisco.

Esta vez dice que Fante Bukowski tuvo su origen en los personajes que conoció en los festivales de fanzines y los que entraban en la librería en la que trabajaba en Denver. Algo que empezó como una broma, lo fue publicando en Facebook y Tumblr y al final fue surgiendo una historia que es lo que tenemos entre manos. La entrega que ha traducido La Cúpula es de 2017. Nos queda la tercera parte que cierra la trilogía que en Estados Unidos la lanzó Fantagraphics en 2018. Ha sido traducido a siete idiomas, lo que da fe de la universalidad de un personaje de esas características. Si siempre decimos que la estupidez masculina es infinita, la de los artistas es interdimensional.

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