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EL MURO / OPINIÓN

Fecha de caducidad

CulturArts, el holding creado por la antigua Generalitat para ajustar el área de cultura y sus institutos, tiene sus días contados, aunque el proceso de cambio será lento

20/12/2015 - 

Cuando la Generalitat decidió crear el holding CulturArts, en el que en un primer momento quiso reunir a todos los organismos autónomos vinculados al área de Cultura, IVAM y Palau de les Arts incluidos, el sector sabía que aquel proyecto nacía con fecha de caducidad. Su obsolescencia sería más pronto o más tarde, pero la tenía escrita en la frente por inconsistencia.

En un principio resultaba complejo conseguir que organismos tan dispersos como Teatres de la Generalitat, Instituto del Audiovisual, Instituto de Restauración y Conservación o Instituto de la Música pudieran compartir sinergias más allá de sus servicios centrales. El tiempo ha dado la razón a los más escépticos. E incluso a los que creían que todos se pondrían de acuerdo algún día.

Es ahora la nueva Generalitat la que ha anunciado su deseo de revertir el organismo y devolver la independencia de funcionamiento a cada uno de los entes afectados. Es de lógica. Y así sucederá, según han avanzado, aunque el plazo será largo. Deshacer administrativamente lo hecho va a resultar más complejo de lo que muchos pueden suponer debido al proceso normativo y la nueva elaboración de leyes y reglamentos.

Pero de ser finalmente así se regresará con el tiempo a la normalidad y cada uno podrá volver a centrarse en lo suyo. Y con cargos elegidos según criterios objetivos, como así narró hace unos días Valencia Plaza

Lo bien cierto es que CulturArts nació con problemas. A los comentados anteriormente se unió la deuda acumulada de cada uno de los institutos, así como la imposibilidad de que el IVAM, por su propia ley de creación y ser depositario de múltiples donaciones, pudiera ser adscrito bajo temor de que los legados fueran retirados. Menos aún Les Arts tratándose de una Fundación. Pero eso sí, la propia norma de creación anuló todos los consejos externos vinculados e incluso convirtió al Consejo Rector del IVAM, su máximo órgano de gestión, en una ejecutiva netamente política en el que la voz de los independientes y expertos, que desde su creación habían figurado en él como consejeros y garantes de la transparencia, fueron reducidos a una mera presencia testimonial sin peso real. CulturArts fue creado con una idea muy simple: aplicar un duro ajuste en las plantillas de todos los organismo a través de dolorosos EREs e intentar reducir costes que habían desbordado alegremente las cuentas públicas del área. El tiempo ha dictado sentencia.

Si algo necesitan los organismos culturales es independencia, nunca intromisión política. Cuando la cultura pasa a ser controlada por el poder se convierte en propaganda, como bien dijo en su momento el Intendente de Les Arts Davide Livermore.

Así que volveremos, afortunadamente cuando pueda ser, a la normalidad y a la acción responsable de los técnicos y de todos aquellos que saben en qué campo se mueven y, por tanto, dejaremos de lado las decisiones arbitrarias que tanto daño han hecho. Volver al origen es una victoria de la razón y la lógica, aunque el empeño y la voluntad del que fuera primer director general de CulturArts, Manuel Tomás, en poner cierto orden en aquella parcela deba ser también reconocido. Aún así, los gestos hay que domesticarlos.

Un espacio menos para el arte

Ver cerrar una galería de arte por la crisis es doloroso; hacerlo por un cambio de rumbo es triste, pero efectuarlo por un ajuste presupuestario es desgarrador. La crisis se ha llevado por delante muchísimas galerías privadas de arte, tanto de las dedicadas al figurativo como al contemporáneo; los galeristas sobreviven como pueden y las ferias se han convertido en un mástil de salvación. El reajuste o el capricho político llevaron en su momento al cierre del Centre del Carme -hoy espacio del Consorcio de Museos-como segunda sede del IVAM. En su día se montó una buena porque nadie entendía la decisión.

Ahora es el Palau de la Música quien ve como su galería de exposiciones cierra las puertas. El motivo es la falta de liquidez o encontrar una nueva vía de ahorro, aunque también se argumenta que su línea no se ajusta a la programación musical.

Es evidente que el panorama de museos e instituciones que ofrecen exposiciones de arte necesita de un amplio debate y consenso para ordenar su mapa y evitar duplicidades que se producen continuamente, como ya anotamos en su día. También lo es que algunos espacios no tienen siquiera definido su rumbo. Pero no creo que después de tantos años de actividad un pequeño ahorro deba poner fin a un espacio al que han tenido acceso artistas, algunos sin muchas oportunidades, y que además han ayudado a formar la propia colección de arte que exhibe el auditorio.

Es una lástima pasar página. Y dejar en el recuerdo al centenar de artistas, en su mayoría valencianos, –la última exposición la firmaba hasta el pasado lunes Cristina Gamón­- que durante los últimos 18 años han pasado por la sala a pie del Jardín del Turia.

Cualquier alternativa sería bien recibida, hasta el hecho en sí de buscar un patrocinador o un ahorro económico por otros senderos. Una auténtica lástima por lo que en sí mismo significa, aunque la decisión tenga argumentos para sujetarse. Esperamos aún que sólo se trate de un mero cambio de rumbo y no de una despedida final.

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