ALICANTE. Fernando Candela lleva seis años en el cargo como decano del Ilustre Colegio Provincial de Agobados de Alicante. Se encuentra en el ecuador de su segundo mandato. Un periodo que él mismo define como apasionante porque «tenía ganas de trabajar como decano y así lo he podido cumplir», afirma. Además, asegura que ha tenido todas las facilidades para hacerlo y que no se ha escondido porque su deseo siempre ha sido que los colegiados tengan cada vez un mejor espacio para ejercer su profesión. «Las juntas de gobierno de los colegios no tienen otro fin que servir y defender a sus colegiados», confirma. Actualmente, no descarta presentarse por tercera vez.
— ¿Qué aporta el Colegio de Abogados al desarrollo de la profesión?
— Los colegios son fundamentales porque ejercer esta profesión de forma individual y no poder recurrir a ningún colectivo ni a ninguna institución para defender tus derechos y tus intereses, pues, es malo. La unión hace la fuerza y los colegios juegan un papel esencial en el buen desarrollo de la profesión. Eso es algo evidente.
— ¿Cuál es la valoración de su mandato al frente del Colegio?
— Ha sido un periodo apasionante y de muchísimo trabajo. Ha habido que pelear muy duro con la crisis económica, que ha azotado muy fuerte a la abogacía en particular y de una manera bastante cruenta. Hemos tenido que ir manteniendo la moral de los colegiados y colegiadas, defendiendo sus derechos en cuanto a las justas retribuciones del Turno de Oficio, pero también ha habido que pelear contra un sinfín de normas provenientes de la administración que ponían en jaque a la profesión. Hemos ido trabajando mucho, con muchísimo esfuerzo, y hemos
conseguido sacar la cabeza. Aunque no es que ahora estemos ya bien, porque la crisis sigue vigente. Pero, bueno, digamos que hemos salido de la espiral y que ahora parece que hay un poco más de luz al fi nal del túnel.
— ¿Cuáles son los problemas más acuciantes a los que se enfrenta el sector?
— Existe una gran parte de la ciudadanía que no tiene claro, como debería tenerlo, que los abogados vendemos nuestro tiempo e ideas y que tenemos que cobrar por ello. Durante la crisis, muchos compañeros han ejercido la profesión prácticamente sin cobrar. Eso es para mí lo más grave. Tenemos que ser suficientemente capaces de transmitir a la sociedad que el abogado y la abogada son profesionales que tienen que cobrar por su trabajo. Esa es una de las situaciones que hace que los despachos atraviesen un trance difícil. Aun así, tenemos la suerte de que Alicante es una provincia con muchas oportunidades, mientras que, en otros territorios, la crisis ha paralizado por completo la actividad.
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