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«Hace treinta años todos vivían de la naranja»: ‘Domingo Domingo’, un ácido documental sobre la citricultura

‘Sunday sunday’ podría ser una variedad valenciana de cítricos, el fruto de un afortunado injerto que toma forma de un producto que triunfa en las ferias de alimentación.

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Domingo Domingo, en cambio, es el documental dirigido por Laura García Andreu y producido por Suica Films, una producción que nació en el laboratorio de creación del festival DocsLab-À Punt. Domingo Domingo es también el nombre del protagonista del film: un agricultor de la Plana Baixa, de la amplia extensión de naranjos que, junto al azulejo, son el monocultivo de esas tierras castellonenses y planas que corren paralelas al Mediterráneo. 

La historia de Domingo podría haber sido la de esos hombres guasones, hechos a sí mismos, que gustan por estos lares: una persona de origen sencillo que triunfa por una mezcla de perseverancia y suerte —como en el 99 % de los casos—, un David contra Goliath, un epicureismo ambicioso, valga el oxímoron. La cinta de García Andreu nos presenta la vida de un agricultor, con un pie en la mediana edad, que intenta triunfar con una nueva variedad de mandarina que cultiva en secreto en su campo para evitar los hurtos. Porque Domingo —gran personaje, mejor retrato de la masculinidad de proximidad— no es un agricultor conformista: no sabe vivir sin adrenalina. Hace unos años, ciclismo; ahora, alcanzar el éxito en el mismo juego de innovación, ingeniería agrícola y abogados en donde campan a sus anchas las multinacionales. Su meta no es otra que que todos los días sean domingo

El complejo sistema de patentes de la Unión Europea

De acuerdo con la página de la Comisión Europea, «La Unión Europea ha establecido un sistema que concede derechos de propiedad intelectual a las nuevas variedades vegetales denominado protección comunitaria de las obtenciones vegetales. Es similar a una patente y, una vez concedida, es válida en toda la UE». El organismo encargado de regular estos derechos «Adopta decisiones sobre títulos de protección de obtenciones vegetales que son jurídicamente vinculantes para terceros». Dicho de otro modo: la Unión Europea gestiona los derechos de obtención vegetal (Plant Variety Rights, PVR) a través Oficina Comunitaria de Variedades Vegetales (CPVO) y la Directiva 2100/94/CE. Esto implica que los agricultores pueden reutilizar semillas protegidas bajo ciertas condiciones y pagando tasas. La cuestión no queda aquí: son las multinacionales quienes patentan las mejores variedades y los agricultores deben comprarlas —y postrarse ante su mandato— si quieren producir lo que demanda el mercado y no desaparecer de la tierra (en todos los sentidos). 

 

 

Domingo Domingo, una cuestión generacional 

Aparte del tema cítrico, la comedia documental levanta puntos existenciales y trascendentales: el relevo generacional en lo rural y qué se espera de quien no abandona la tierra. Algunos de los momentos más brillantes de la película son los contrastes entre las conversaciones de los llauros de más edad —siempre en el escenario de los azulejos y las servilletas usadas del bar de l’esmorzar— y los diálogos que mantiene Domingo con los veteranos del campo. Su tío, en concreto, le recrimina que no se case, que con sus decisiones «no va por el buen camino». Sus decisiones no son otras que cumplir con el imperativo social y plantearse otras formas de vida en un paralelismo con cuestionar el mandato de los gigantes de la agroindustria. Para la directora de Domingo Domingo el protagonista es un outsider de pueblo, un verso suelto que pese a vivir en un ambiente tan regulado como es un pueblo pequeño, donde todo el mundo se conoce y se critica, defiende su libertad en todas las esferas de su vida. Domingo reitera más de una vez, con una sonrisa afable, que está muy bien como está: sin casarse, sin hijos, sin jefe. Que mientras no falte el dinero justo, se está bien. Pero al mismo tiempo acaricia la idea de un coche mejor.  

 

 

Reivindicar la figura del llaure 

«Se les tiene muy poco en cuenta, cuando son los responsables de lo que comemos». Laura García explica que con el documental nominado al Goya quería reivindicar la figura del llaurador. A este llaure tan peculiar llegó porque cuando iba los domingos a comer paella a casa de sus suegros Domingo, familia de pareja, abría conversaciones larguísimas sobre naranjas. «Cuando vi el carisma que tenía y que tenía una variedad de naranjas escondidas que quería patentar para jugar al mismo juego que las multinacionales me dio la sensación de que ahí había una película y que Domingo tenía que ser el protagonista. Además me recordaba al carácter de mi abuelo, que también era labrador. Esa manera de afrontar la vida y reinventarse». 

«Las secuencias de la feria de alimentación sirven para ponerle cara a ese monstruo que fluye por el pueblo (Alqueries) en el que todo el mundo tiene naranjas. Siempre hablan de las multinacionales que cada vez les dejan menos margen. En el viaje que hace Domingo a Fruitlo gistica, en Berlín, se ve el tamaño de ese monstruo. Domingo es como un Quijote contra los molinos», añade la directora. En la película está muy presente la crítica a los escasos márgenes que reciben los productores más elementales de frutas y verduras. «También hay una crítica a esta gran industria alimentaria que crea en los laboratorios frutas y verduras con patente y que hace que los labradores que quieren sobrevivir (en mundo en el que se quiere de todo siempre sin importar la estacionalidad), tengan que comprar los royalties para poder tener las variedades de naranjas que el sistema quiere. La multinacional les hace entrar en el juego».

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