Comer

Un restaurante con vinazos, un espacio de tapeo y laterío y una heladería: el pequeño imperio de Rubén Moreno

Este hostelero ha conseguido poner Gandía en el mapa gastronómico y lo ha hecho desde la más profunda honestidad.

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No sé en qué momento exacto empezó mi amor por Gandía, si cuando nos mudamos allí desde Valencia o cuando empecé a entender que esa tierra de marjales, playas infinitas y veranos eternos era algo más que un lugar donde ir al colegio. De pequeña, la Plaza Mayor me parecía el no va más, y con los años, he ido descubriendo una ciudad que va mucho más allá de su fachada turística. Gandía es historia, es gastronomía y es, sobre todo, un lugar con personalidad propia. Y si hablamos de carácter, tenemos que hablar de Rubén Moreno.

No me cansaré nunca de recomendar todo lo que hace este hostelero de raza, que vive lo que hace con pasión y como tal, lo transmite a cada uno que se sienta en su mesa. Este entusiasta del vino ha conseguido levantar en Gandía (y en Dénia) un pequeño imperio con mucho criterio.

Lo suyo empezó con Vins i Mes, un restaurante que es casi lugar de peregrinación para quienes buscan vinazos y cocina de mercado bien entendida. A escasos pasos de la Seu, Rubén ha creado un espacio donde cada botella tiene una historia que contar y cada plato, está más rico que el anterior. Aquí se compra al día y se cocina con lo que ofrece el mercado y la lonja, así que cada día, es una fiesta. Trabajan con menú del día y lo mismo te comes una berenjena ahumada con ventresca de atún curada en casa, un suquet de calamar o sepia con patatas y huevos fritos que te quedas loquer o un gazpacho manchego que en vez de carne, utiliza pescados. Así que imagínate el disfrute.

 

 

Aunque la idea sea ir cambiando, hay imprescindibles que se han ganado el derecho a quedarse fijos en carta. Su ensaladilla marinera, elaborada con pescado o sepia, es de las que deberían estar en todos los rankings. No se quedan atrás otras maravillas como los buñuelos de bacalao con alioli y miel de caña, la sardina ahumada con berenjena y pimiento, el calamar plancha, su interpretación de los huevos rotos con unas patatas a lo pobre con jamón ibérico, huevo y pimentón...  A mediodía también se marcan arroces que están más que a la altura, con lo que uno esperaría de una tierra tan arrocera como esta. Y por supuesto, siempre hay un pescado o marisco de la lonja o una carne de primera, esperando su momento. Atención a los postres: bordan la tarta de queso, que sirven con una generosa ración de dulce de leche por encima.

 


La bodega, claro, es otro de sus grandes fuertes. Rubén viaja, prueba, se interesa, escucha y elige con tiento. Y eso se nota en cada copa y botella que guarda en su espacio. Desde referencias de pequeños productores hasta joyas nacionales e internacionales que no se encuentran fácilmente. Lo mejor es ponerse en sus manos y asistir a una lección en la que amarás cada sorbo que tomes.

Pero Rubén no sabe estarse quieto. A Vins i Mes le siguió Latita Puri, su bar de tapeo con alma de vermutería contemporánea. Se encuentra a apenas unos metros del restaurante y funciona solo de jueves a sábado, de 17:00 a 00:30, para cuando lo que apetece es algo más informal pero igual de sabroso. Aquí manda el laterío, las conservas gourmet bien seleccionadas (las portuguesas Minerva o Santa Catarina, por ejemplo) y presentadas con gracia. Hacen sus propias gildas, hay ensaladilla rusa, embutidos y algún que otro platillo disfrutón para compartir y preparado con las conservas, además de bikinis. De beber, vermut, algún que otro vino bien seleccionado por Rubén y cócteles frozen, porque sí, también es un sitio ideal para el tardeo o para arrancar la noche.

Por si todo esto fuera poco, ha cruzado el Montgó y abrió en Dénia Artisans Gelateria. Esta heladería es de esas que se hacen querer: sabores cuidados, que muchas veces se salen de lo típico, cremosidad impecable y propuestas que van cambiando según la inspiración y la temporada. Y todo todo, casero a más no poder. Si el local ya invita a visitarlo, más lo hacen esas delicias mantecadas que han ido haciéndose un gran hueco en la codiciada Dénia. Aquí hay helado, y del bueno. El de limón es para tirar cohetes. Pero hay más: vainilla, turrón, chocolate blanco con pistacho, tiramisú, mango... ¡Hasta tienen helado para mascotas!

 


Tres espacios, tres maneras de disfrutar, un mismo hilo conductor: el buen gusto y la buena hostelería. Rubén Moreno ha conseguido convertir Gandía en un destino gastronómico por méritos propios. Y lo ha hecho sin grandes fuegos artificiales, desde la honestidad y el amor por el producto. El placer en cualquiera de sus casas, está asegurado. Palabrita.

 

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