VALÈNCIA. Museu Valencià del Disseny. MuVAD. No suena tan mal, ¿no? Aunque no con este nombre, sí es cierto que el museo valenciano del diseño será una realidad más pronto que tarde, siendo uno de los compromisos de ámbito cultural fijados en el acuerdo de gobierno del Botànic II. En un año en el que València opta a convertirse en capital mundial del diseño, una batalla que tendrá ganador en octubre, y en el que se ha seleccionado como próxima sede de los European Design Awards, el renovado gobierno se ha comprometido a levantar un Museu Valencià del Disseny (esperemos que no sea la única inclusión del diseño en la administración), una futura realidad todavía con muchas incógnitas. Para despejar algunas, desde Culturplaza preguntamos a distintos agentes del sector cómo sería su museo del diseño soñado, un ejercicio de imaginación a través del que completar la futura salas de exposiciones con aquellas piezas o relatos imprescindibles
“Si alguien quiere un museo del diseño completito, que ande con cuidado de no quedarse corto de metros cuadrados”, avisa Ibán Ramón, gran ganador en la última edición de los premios ADCV. Además de los imprescindibles como Renau -de quien el presidente de la ADCV, Ángel Martínez, destaca que fuera “innovador, rupturista y comprometido socialmente con su época”-, Ramón plantea el museo como la oportunidad de poner nombre y apellido a algunos de los cartelistas menos conocidos, como Vicente Ballester, Rafael García Valero o Álvaro Beltrán Bueno. “Hay algo singular en el diseño valenciano desde siempre que también debería mostrarse sin complejos, el diálogo permanente entre ilustración y diseño gráfico, que todavía permanece en alguna medida, resistiendo la imparable influencia del moderno estilo internacional que lo aplana todo”, asevera. De los nombres propios a los trabajos anónimos en materia tipográfica que se pueden ver en talleres de la calle Avellanas o Primado Reig. Con respecto al diseño de producto, "algunas de las primeras piezas conocidas de Sebatian Alós, Nadadora, Hector Serrano, Luis Eslava o Ana Mir no deberían faltar en sus colecciones, para mostrar los 'primeros pasos' de una importante generación actual de profesionales el diseño valenciano".
Si hace apenas unos días el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, reflexionaba en Culturplaza sobre el futuro de los museos en la sociedad, también toca plantearse cuál es el papel que jugaría esta nueva institución. Así lo hace Kike Correcher: “La colección y exhibición son importantes, pero deben servir a objetivos como la conservación de patrimonio, la investigación o la educación. Que se asentara sobre el nuevo Arxiu Valencià de Disseny, y se orientara por un lado a preservar y documentar la memoria del diseño valenciano y por otro a divulgar la cultura del diseño en la ciudadanía, a través de exposiciones y otras actividades. No estoy en contra de reunir 100 ‘obras maestras’ del diseño valenciano, pero poner todo el peso en la selección y muestra de piezas singulares contribuye a la confusión del diseño con el arte y también a su banalización”.
En este sentido, Dídac Ballester también destaca que “es casi más importante la actividad que sea capaz de generar que las propias piezas o los fondos que tenga”. Así, plantea que el proyecto ponga el foco en el “hecho cultural, íntimamente relacionado con las personas y la ciudad”, planteando una serie de actividades que generen un espacio de reflexión. No se trata, pues, de la mera exhibición sino de papel que va a jugar como impulsor del sector y divulgador en un público cada vez mayor. Una divulgación, claro, que también debe unir los puntos de su historia.
Una ha sido la respuestas que más se ha repetido ha sido la de dar el espacio que se merece a La Nave, tal y como destacan Héctor Serrano o Pedro González. El número 200 de la calle San Vicente se convirtió en la década de los 80 en un auténtico hervidero de diseñadores, siendo escenario y catalizador de algunos de los proyectos más reconocidos de la Comunitat, un espacio por el que pasaron profesionales como Eduardo Albors, José Juan Belda, Carlos Bento, Sandra Figuerola, Marisa Gallén, Luis González, Luis Lavernia Dani Nebot, Quique Company, Nacho Lavernia o Paco Bascuñán
“En el museo de diseño valenciano no debería faltar el testimonio de impulsores/as y pioneros/as […] Testimonios tanto de profesionales como de los responsables de la administración que allá por los años 80 apostaron por el diseño creando el germen de lo que actualmente se está consiguiendo”, añade María Navarro, gerente de la ADCV. También profundiza sobre esta cuestión el diseñador Carlos Tíscar, quien considera interesante que el museo cuente con una sección que muestre los “antecedentes históricos del diseño, con ejemplos que nos hablen no solo de los precursores del diseño tal como lo conocemos hoy en día sino de los oficios que precedieron de alguna manera a esta profesión”. También pone el acento Tíscar en el diseño industrial, no tan representado, con ejemplo como el Audi e-tron, el primer coche comercial eléctrico de la firma diseñado por el valenciano Juan Carlos Huerta.
Tan importante es tener claro cómo debe ser el futuro museo del diseño como saber cómo no debe ser. Estas son las claves de Jaime Hayón para enfrentarse al proyecto: “En un buen Museo del diseño no puede faltar una colección internacional (de diseño) desde principio de siglo hasta ahora. Así podrá ser un museo de referencia internacional. También debe haber una colección contemporánea narrada a través de proyectos con diseñadores nacionales e internacionales. No puede (debe) parecer una tienda de diseño”. Así, si nos vamos hacia la configuración de la institución, previa incluso al momento de exhibición, Boke Bazán plantea que el espacio, además de su carácter museístico, cumpla otras funciones como la de sede de asociaciones y colegios profesionales de la Comunitat, que cuente con un archivo digital de cada diseñador y empresa -seleccionada por un comité- o una pop-up “donde las marcas puedan presentar y tener su producto individual o tipo contract”. Ah, se nos olvida, una última petición de Bazán: “Un director/a y equipo que no sea político y no esté bajo las órdenes de ningún partido /gobierno. Un proyecto autónomo sin cambios de rumbo”.
Como en todo, la idea del museo es interpretada por cada uno de los profesionales de manera distinta e, incluso, no hay consenso sobre la necesidad del mismo. La propia Marisa Gallén, del estudio Gallén+Ibáñez y presidenta de la Associació València Capital del Disseny, plantea generar un Centro de Diseño antes que un museo, un espacio que custodiara el archivo. De igual forma, habiendo sido comisaria de la muestra del 30 aniversario de la ADCV, recuerda las “dificultades” para completar el discurso, pues muchas de las empresas no cuentan ejemplares descatalogados.
Con todo por hacer, no son pocos los que se resisten a completar un imaginado listado de piezas que completen las salas de exposición del museo. “Creo que un museo del diseño valenciano debería contener aquellas piezas de diseño industrial que supusieron una revolución para las empresas que las fabricaron. Aquellas que fueron el punto de inflexión para comenzar a trabajar con diseñadores y, por tanto, mejorar sus procesos y su visión sobre el diseño", explica la comunicadora María Lapiedra. "En el caso de Actiu, cuando la región sufrió una crisis juguetera sin precedentes, decidieron apostar por el plástico para sus muebles y así poder emplear a las empresas vecinas en plena crisis. En empresas como Point, cuando dejaron de poder importar el ratán, debieron desarrollar y trabajar con nuevos materiales que les dieran el mismo servicio. La artesanía, la fabricación propia, las raíces valencianas y el diseño son cuestiones que nos identifica en el sector del mueble, y esas piezas, deberían formar parte de una retrospectiva que hable de territorio, de diseño y de compromiso”.
Carlos Tíscar destacaba al principio la necesidad de poner en valor un diseño de producto que, desde el punto de vista de la divulgación, ha podido ser la Cenicienta, no siendo el único que apuesta por ello, “porque en València no todo el diseño es el comunicación y gráfico”, explica Héctor Serrano, quien destaca distintos nombres, entre ellos, Lebrel, Inma Bermúdez, Odosdesign o Yonoh. Por su parte, Luis Calabuig suma a la lista algunos productos como el casco de Closca, el usb Oh María de Luis Eslava o el reloj Neos de CuldeSac para Lorenz. El diseñador Jorge Herrera añade a este listado proyecto como el perchero Obló de La Mamba, la silla mínima e-interiors de Mut o 'La Literatura' de Punt Mobles.
La empresa Point propone de su 'fondo' el Sillón Barroco, una pieza que "habla de nuestra historia, así como la del diseño valenciano", elaborado en médula de ratán y trenzado a mano por los maestros artesanos, explican desde la compañía. "Desde nuestro punto de vista, la creación del Museo del Diseño Valenciano es un tema de vital importancia y nos alegramos muchísimo por esta iniciativa. Queremos devolverle a la sociedad todo lo que nos ha dado durante estos 100 años de historia y creemos que creando este museo se pone en valor el diseño"