El portavoz de la formación morada confía en reeditar la confluencia con Compromís y reflexiona sobre cómo se interpretan las reivindicaciones valencianas en Madrid
VALENCIA. El número dos de Podemos, Íñigo Errejón (Madrid, 1983) analiza para Valencia Plaza la actualidad política nacional y autonómica de cara a la inminente reedición de las elecciones generales. El portavoz de la formación morada en el Congreso reivindica la necesidad de repetir las confluencias alcanzadas en el 20D y alaba el papel creciente de la vicepresidenta del Consell y coportavoz de Compromís, Mónica Oltra, con quien se reunió en Valencia el pasado lunes.
Errejón, quien confía en que en esta segunda vuelta la exigencia de un grupo valenciano propio pueda "abrirse paso", reflexiona también sobre las dificultades para que las reivindicaciones valencianas se abran paso en Madrid. "Tiene mucho que ver con la percepción de la marca Valencia construida por el PP de los Ferrari y la abundancia: la gente no se cree que esta autonomía pague como las ricas y tenga inversiones y renta per cápita como las pobres", explica.
-En la Comunitat Valenciana, el pacto con Compromís implicó un sorpasso al PSPV-PSOE. ¿Es prioritario repetir este acuerdo? ¿Son conscientes de que la entrada de Esquerra Unida aquí es necesaria?
-Nuestras confluencias funcionaron muy bien y hay que reeditarlas. Barcelona en Comú fue la primera fuerza, És el moment fue segunda fuerza en la Comunitat Valenciana, y En Marea en Galicia también ocupó el segundo puesto y además estaría en disposición de ser primero en las autonómicas. Cuando digo que funcionaron muy bien no me refiero solo a los votos y al reparto de escaños sino que generaron ilusión entre mucha gente que no eran necesariamente votantes de los componentes de esos acuerdos. Para mí eso es lo importante: el termómetro para medir cuando los pactos son transversales y multiplicadores es cuando calientan la piel, cuando ilusionan a gente que no son votantes de una formación o de otra.
El acto que hicimos en Valencia el 18 de diciembre en la Fonteta fue espectacular cuantitativa y cualitativamente por la ilusión que se respiraba. En esos días, lo más importante que me pasó es que me viniera gente a decir que habían sido votantes del PP y que iban a confiar en nosotros. Es la clave del éxito. Cuando se hacen acuerdos capaces de seducir a gente muy diferente. Debemos continuar en esa línea y agrandarla tanto a escala estatal como valenciana. Aquí el PP construyó la Comunitat Valenciana como el símbolo de modelo de España y por tanto no es casualidad que la crisis del modelo valenciano haya sido la crisis del modelo español. La corrupción como forma sistemática de relacionar a constructores y partidos políticos, el desprecio por el territorio y los servicios públicos, la opacidad entre políticos y ciudadanía, la impunidad permanente para todo lo que hacían los de arriba.. Por todo ello, el cambio aquí debe ser el embrión de un cambio en España.
-¿No cree que puede diluirse esa transversalidad de la que habla si hay un pacto estatal con Izquierda Unida?
-En los últimos días muchos actores están diciendo que la clave de poder entendernos es mantener cada uno su perfil y su identidad y básicamente conseguir un acuerdo que sea muy instrumental. Tenemos un sistema electoral que corrige para mal, para sostener a un bipartidismo que retrocede mucho más rápido en votos que en escaños. Nosotros debemos ser inteligentes y corregir para bien, lo cual no significa renunciar a las particularidades de cada uno porque eso sirve para multiplicar. Atraemos y le tendemos la mano a ciudadanos que han votado opciones muy diferentes. Eso marca un camino que creo que debemos seguir.
-Aquí en Compromís causó bastante malestar la imposibilidad de crear un grupo propio en el Congreso e incluso se acusó a Podemos de no haber apurado las opciones para ello. ¿No cree que le faltó sensibilidad a su partido sobre este tema? ¿Considera que puede volver a esgrimirse un compromiso como este?
-Fue un debate complicado también con los compañeros catalanes y gallegos porque todos habíamos hecho bandera de ello. Además nos decíamos que sería un mal gesto del Congreso en un momento territorial como en el que estamos que se mostrara ciego y sordo ante la posibilidad de articular voces plurales en la cámara. Pero ahí nos encontramos con dos problemas: uno, el acuerdo entre PSOE, C’s y PP para repartirse la mesa que bloqueó la opción y dos, el uso tramposo que trató de hacerse de la discusión sobre los grupos. Intentaron utilizarlo para fragmentarnos antes de las negociaciones, cosa que no lograron. Además, desde el principio dijimos que estábamos dispuestos a compartir los tiempos, de que no iba a suponer un incremento de recursos… todo ello lo dijimos explícitamente pero algunos se aferraron a eso para no dejar espacio a esa pluralidad.
En cualquier caso, creemos que se ha recorrido mucho camino y que la reivindicación era justa y se seguirá abriendo paso. Asumo que es una tarea que está pendiente pero que no empezamos de cero: hay mucha gente que ha entendido que eso es legítimo y solo haciendo un uso parcial del reglamento se ha evitado.
-En Compromís se dice mucho últimamente que ‘el preu de la taronja ha pujat’ para expresar que la coalición debe tener más peso en la conformación de las candidaturas. ¿Están abiertos a modificaciones en este apartado además de la posible incorporación de EU?
- No hemos entrado en detalles todavía, estamos en fase preliminar. Compartimos dos grandes ideas: una, que estas elecciones serán una segunda vuelta de los comicios de diciembre y dos, que aquella confluencia funcionó muy bien y la voluntad política es reeditarla y ampliarla. A partir de ahí hay que definir detalles concretos y la entrada de otros actores puede redibujar ciertas cosas. Al margen de las fórmulas y listas que se puedan adoptar, creo que lo más importante que reactivó esa alianza fue el orgullo de ser valenciano.
-Se reunió el lunes con Mónica Oltra, ¿de qué hablaron y cómo ve la irrupción de la vicepresidenta del Consell en la escena política nacional?
-El encuentro fue en clave de amistad. Hacía mucho que no charlábamos en persona y sirvió para comentar cómo vemos las cosas. Reunirse, darse un abrazo y hablar de la situación, las perspectivas… fue muy agradable. Respecto a su figura, Mónica tiene una larga trayectoria, sobre todo en los años más difíciles donde había poca esperanza, en los que se convirtió en un ejemplo de muchas cosas. Comparte en buena medida el estilo que luego España ha conocido como un estilo de hacer política de Podemos, y ella lo hacía antes de que Podemos existiera. Además, su peso es inseparable del que ha cogido en el imaginario español el ejemplo valenciano: cuando hablamos de un gobierno a la valenciana estamos contribuyendo a situar el País Valenciano en el mapa como ejemplo de cambio o al menos como posibilidad de cambio. Un cambio que no es tan rápido y profundo como nos gustaría, entre uno de los dos partidos de turno y las fuerzas que lo quieren empujar un poco más allá, pero es un buen principio.
-Oltra, por cierto, suscribió unas palabras que dijo Ximo Puig referentes a que si no hay acuerdo debían de cambiar los cuatro candidatos de los grandes partidos, incluido Pablo Iglesias. ¿Qué opina de esto?
-Insisto en que son unas elecciones de segunda vuelta. Básicamente los partidos vamos a ofrecer lo que ofrecimos el 20 de diciembre: hemos llegado a una situación de bloqueo posiblemente por fallos de todas las formaciones y, ante eso, le devolvemos la palabra al pueblo para que decidan. Nosotros en principio concurriremos con las mismas listas y el mismo candidato a la Presidencia del Gobierno. Además, creo que no ha sido un problema de personas, de que fulanito no se entienda con menganito, a mi juicio ha sido una cuestión más de voluntad y decisión política.
-¿Qué percepción tienen en Madrid cuando la Comunitat Valenciana exige una reforma estatutaria a favor de una equiparación de las inversiones por población o pide la deuda histórica por la infrafinanciación de los últimos años? Lo digo porque la sensación aquí es de que no se nos toma en serio.
-Eso tiene mucho que ver con la percepción de la marca Valencia construida por el PP. La gente no se cree que esta autonomía pague como las ricas y tenga inversiones y renta per cápita como las pobres. La gente no se cree que sea una comunidad donante neta y no se cree el déficit de financiación ni la deuda histórica. No se lo cree porque contrasta con la imagen de la Valencia de los Ferrari y la abundancia. Las oligarquías valencianas y el PP han sido exitosas en crear una imagen mítica y poderosa para tapar la destrucción del territorio, la exclusión social, el fracaso escolar, la extrema precariedad de la juventud, el abandono de sectores tradicionales de la economía… etc. Todo esto choca con el imaginario construido.