VALÈNCIA. Las primarias para elegir al próximo secretario general del PSOE se celebrarán en el mes de mayo. El tridente de aspirantes formado por Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López genera diferentes simpatías entre bases, cuadros intermedios y cúpulas autonómicas. La pugna entre los tres precandidatos también ha conllevado el traslado de la batalla a las diferentes federaciones. Así, el posicionamiento de los distintos referentes del PSPV puede influir de forma decisiva en el futuro de los que sepan elegir el caballo ganador.
En la federación valenciana, todo apunta a que la mayoría de la batalla se centrará entre los partidarios de Díaz, en su mayoría próximos a la actual cúpula del PSPV y al propio Ximo Puig, y los de Sánchez, capitaneados por el secretario general provincial y diputado nacional, José Luis Ábalos, y el exeurodiputado Andrés Perelló. Hasta el momento, Patxi López no parece disponer de demasiados cargos sólidos que estén dispuestos a respaldar su candidatura en la Comunitat Valenciana.
En medio de esta tormenta orgánica, uno de los principales referentes del PSPV -o al menos con mayor futuro-, Jorge Rodríguez, presidente de la Diputación de Valencia y alcalde de Ontinyent, mantiene una estrategia de prudencia equidistante en el conflicto. Una postura que, al igual que en los escasos esfuerzos para adoptar un perfil alto en las cuestiones de partido, tiene como consecuencia una estancia en zona de nadie. No son pocos los que defienden esta táctica, dirigida para tratar de construir un espacio propio en una batalla a largo plazo que tiene como objetivo liderar el PSPV: quizá; si bien la actual fotografía fija muestra a un Rodríguez, independiente, que no es de nadie, y al mismo tiempo todo un presidente de la Diputación que tiene a muy pocos que le sigan.
Un ejemplo se observa en el propio equipo de la Diputación de Valencia. Aunque no pueda decirse que los diputados en la corporación impliquen un mayor o control territorial, llama la atención que Rodríguez no cuente con prácticamente ningún compañero que le sea fiel de manera incondicional.
Así, haciendo un repaso de los nueve diputados que tiene el PSPV en la corporación contando al propio Rodríguez, se ve la atomización existente en cuanto a las lealtades adscritas. En este sentido, distintas fuentes socialistas señalan que Isabel García y Pepe Ruiz están alineados con José Luis Ábalos, el principal defensor de Pedro Sánchez. Un sector que también cuenta con la simpatía de Mercedes Berenguer, si bien a ésta concejal de l'Eliana se le atribuye proximidad al histórico José María Ángel, exalcalde del citado municipio y actual director general de Emergencias.
Por otro lado, al vicepresidente segundo de la Diputación y responsable de Hacienda, Toni Gaspar, se le enclava dentro de la plataforma @una, un movimiento surgido de cara al congreso de 2012 y que aunque ya desaparecido en sí, generó vínculos importantes entre el propio Gaspar y otros impulsores como el alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa. En cuanto a la diputada Conxa García, de Picassent, se sitúa dentro de la órbita del veterano Ciprià Císcar, quien todavía mantiene cierto control en municipios de l'Horta Sud.
Además, el concejal de Quart Bartolomé Nofuentes, próximo a la vicepresidenta de Les Corts Carmen Martínez, viene generando su propio movimiento entre referentes locales bajo el paraguas de la plataforma lobby socialista 3.0 restándole en cierta medida protagonismo al propio Rodríguez.
En cuanto a la cúpula del PSPV, posiblemente la relación más estrecha de todo el equipo de la Diputación se mantiene con el portavoz de la corporación, Pablo Seguí. Más independiente se considera a la diputada Diana Morant, alcaldesa de Gandia, con buena sintonía con el ex 'número tres' del partido, José Manuel Orengo, pero que también posee una estrecha relación con Rodríguez.
Precisamente Rodríguez inició movimientos al comienzo de la legislatura con Morant y otros alcaldes jóvenes como Roger Cerdà (Xàtiva) o Toni Francés (Alcoi). Una maniobra que no ha terminado de tener continuidad en el aspecto orgánico, donde el presidente de la Diputación no ha concretado en la creación de un espacio más allá de ciertos vínculos con dirigentes locales de su comarca.
Una circunstancia a la que debe sumarse el silencio -al menos de momento- en todo lo que atañe a la política nacional. Una manera de no asumir riesgos y evitar desgaste que, aunque inteligente por un lado, también pone de manifiesto el tacticismo extremo al que vive sometido Rodríguez, cuya carrera política parece construirse en una mera espera que le conduzca a los objetivos marcados en su agenda.