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Miguel Falomir sobre el Museo Sorolla de València: "No es bueno vestir a un santo desvistiendo a otro"

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VALÈNCIA. El hombre responsable. Muchos definirían de esta forma a Miguel Falomir, director del Museo del Prado. El valenciano dijo hasta en dos ocasiones que no al puesto, que finalmente ocupó hace un año. "Hay cosas que se ganan y cosas que se pierden", expresa con respecto a un nuevo día a día en el que ha tenido que renunciar a parte de la "actividad intelectual" que le llevó a estudiar Historia del Arte por las tareas de gestión. Es una excepción a la regla, pues no era un fichaje externo, sino un hombre de la casa, siendo desde 1997 Jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa (hasta 1700). Si hace poco más de un mes recibía el galardón Alumni Plus-Antiguo Alumno de la Universitat de València, ayer regresaba de nuevo a su ciudad para impartir la charla Pasado y presente del Museo del Prado, de la mano del Club de Encuentro Manuel Broseta. En su discurso combina la prudencia del que lleva muchos años de rodaje sin renunciar a expresar sus opiniones, por ejemplo, por lo que respecta a la situación del Museu de Belles Arts de València, del que era miembro del patronato hasta que ocupó la silla de director. Hablamos con Miguel Falomir.

-Es habitual hablar de retos y cuentas pendientes pero, ¿qué se está haciendo bien?
-Creo que el Museo del Prado ha llevado a cabo una transformación física, científica y jurídica que ha dado frutos importantes. Evidentemente no se puede dormir uno en los laureles. El museo tiene una plantilla muy buena, ha sabido combinar la excelencia científica con la apertura a nuevos públicos y, con el marco legal que tenemos, ha logrado un nivel de autofinanciación extraordinario, de un 70%. Todas esas cosas pueden ser puntos débiles a su vez. No creo que sea bueno que el museo esté autofinanciándose a ese nivel. Hay que seguir evolucionando y teniendo ambición. 

-¿Cuál es la ambición ahora?
-La de estar en el lugar que nos corresponde con nuestras colecciones. El gran drama del Museo del Prado durante muchísimo tiempo fue no haber estado a la altura de sus colecciones. Tiene una de las mejores del mundo, pero el museo no daba los servicios que uno esperaba de un museo moderno. Eso empezó a subsanarse hace más de veinte años y desde entonces los progresos han sido extraordinarios. El museo es muy consciente de la calidad de sus colecciones y en estos 30 años se ha puesto en primera linea mundial. Hay pocos museos que en nuestro campo -el mal llamado 'de maestros antiguos'- tengan más actividad que nosotros. El gran reto es rejuvenecer el público y abrirse a sectores sociales que tradicionalmente no han tenido acceso a la gran cultura. 

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