VALÈNCIA. Sorprende cuando uno entra en el despacho del director del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) que las paredes estén desnudas, un blanco clínico que poco tiene que ver con las salas de exposición sobre las que se ubica. “Es para dar ejemplo. No están [las obras] para decorar despachos”, dice José Miguel G. Cortés. Empezamos fuerte. Hace algo más de tres años que el valenciano se puso al frente uno de los grandes museos de la Comunitat, tiempo de reconstruir el relato y, también, la reputación de un centro que quiere mirarse de igual a igual con sus compañeros europeos. Dice que las obras del museo no están para decorar despachos… ni para permanecer guardadas en los almacenes. A pesar de la inminente construcción de una nueva cámara acorazada, la mente del museo está puesta en sacar la colección de las sombras. Con el foco mediático puesto en la llegada de la subsede del museo en Alcoi, la pinacoteca prepara un proyecto de mayor calado que coincidirá con su 30 aniversario: una ampliación enfocada al arte contemporáneo. En tiempos de 'lo quiero para ayer', Cortés quiere reivindicar un museo sosegado, los resultados a largo plazo frente al ruido. "No se trata de hacer por hacer: compras, exposiciones o festivales de música", indica durante la entrevista con Cultur Plaza. Curtido en estas lares, Cortés se intuye en total control de aquello que dice y de aquello que quiere decir. Cuestión de lecturas, empieza la conversión:
-Para 2018 se prevé un aumento jugoso del presupuesto pero vinculado a la subsede.
-Este millón es lo que el IVAM planteó, no está contemplado en él la subsede en Alcoi.
-En Conselleria de Cultura sí hablan de un aumento vinculado a ella.
-En ese millón de aumento no hay un solo euro dedicado a Alcoi. Es para exposiciones, mejoras del edificio, compras... está todo distribuido. La partida para Alcoi saldrá de una modificación presupuestaria. No se ha inaugurado todavía y tampoco se sabe exactamente cuándo se hará. Se plantea que sea en primavera, pero el IVAM no controla las obras [Nde: la entrevista fue realizada antes de la licitación de las obras].
-El borrador del convenio especifica una previsión de 400.000 euros y también que el museo se encargará de entre dos y tres exposiciones temporales al año; una exposición basada en la propia colección del IVAM por ejercicio y entre dos y tres muestras al año de artistas jóvenes. ¿Son cuestiones asumibles?
-Ese presupuesto, en concreto de 440.000 euros, es la previsión para un año de Alcoi que hizo el IVAM. Ahora depende de cuando se inaugure. Hay fechas aproximadas, pero no definitivas. El IVAM sabe lo que va a hacer en Alcoi: el dinero y el tipo de actuaciones fue nuestra propuesta. En un inicio las cosas cuestan de poner en marcha y más cuando hay tres o cuatro instituciones, hay que hacer reformas... Está el deseo de hacerlo lo antes posible, pero no de cualquier manera. No quiero cuantificar, pero puedo asegurar que el de Alcoi no es ni el máximo proyecto, ni la mayor preocupación, ni el mayor interés que tiene el IVAM.
-¿Cuál es la mayor preocupación que tiene el IVAM?
-El IVAM tiene muchas preocupaciones. Es mucho más importante lo importante que lo urgente. Lo urgente puede ser cambiar una bombilla, lo importante es qué tipo de museo queremos. La preocupación es construir un museo nacional que tenga un proyecto y una entidad particular, que no esté al socaire de las modas y del mainstream. Debe preocuparse por aquello que parece minoritario, como puede ser las obras de las mujeres, de países del mediterráneo… obras que reflejen aspectos fundamentales de nuestra contemporaneidad. Aunque tenga una vocación internacional, tiene que estar enraizado con el espacio donde está. Por ejemplo, nos interesa mucho artistas como Anzo o Juana Francés, creadores de gran valía que no han tenido la atención que merecían. ¿Qué quiere ser el IVAM? Un foro de debate donde se provoque, se produzca y difunda el conocimiento; un museo que se aleje del espectáculo, del populismo y que no trabaje para mañana, sino a largo plazo. Un museo que trabaje por construir una colección de arte significativa y no lo que se nos ocurra en cada momento.
El IVAM se inauguró en 1989, en 2019 haremos 30 años. Ese IVAM fue un gran museo: tenía unos políticos decididos a apostar por un tipo de cultura significativa, un conjunto de artistas e intelectuales que apoyaban el proyecto y un director (Tomás Llorens) que tenía las ideas muy claras. Han pasado 30 años. El IVAM fue un museo estupendo del siglo XX, pero el contexto ha cambiado. Una de las mayores preocupaciones es construir el futuro. Ni las circunstancias sociales, artísticas, ni el tipo de obras que se hacen tienen que ver con 1989. Lo que fue estupendo hay que revisarlo. Ahora estamos en un momento óptimo: tenemos un proyecto artístico de primera magnitud, apoyo político -que me gustaría que fuera más y más claro-, apoyo de los sectores más dinámicos del arte y la cultura de la Comunitat y la capacidad para plantear el futuro. El IVAM necesita ampliarse, ser un museo mayor, más grande.
-¿En qué sentido?
-En todos. Todos los museos importantes de este país y del mundo están en constante renovación, el museo es un ente vivo, tiene que estar a la altura de los nuevos avances tecnológicos y de las nuevas necesidades de los espectadores y los artistas. El IVAM necesita ampliarse por muchos motivos: sus almacenes son pequeños, a pesar de que este año vamos a hacer una cámara acorazada; su biblioteca, que es posiblemente una de las mejores de España, tiene que tener una mayor presencia. El museo, desde su arquitectura hasta su concepto, está muy bien como museo del siglo XX, con un conjunto de obra de ese periodo basada en Julio González, Pinazo y Renau. Ahora necesitamos hablar de cara al futuro. Mi proyecto es imaginativo, enraizado en la ciudad, barato, alejado de cualquier tipo de megaproyecto derrochador y a la altura de nuestras posibilidades.
-En una entrevista dijo: “Si los políticos hicieran un poco más de caso al director del IVAM no tendríamos el 90% [de obra] si no el 50% (en los almacenes)”. ¿Satisface este nuevo proyecto esa idea?
-Evidentemente. Estamos trabajando en un proyecto de ampliación física, que no de construcción, para 2019. El IVAM tiene dos almas. La primera, vinculada al arte moderno con figuras como Julio González, Ignacio Pinazo y Josep Renau. Ahí tiene que crecer y consolidarse la parte moderna del IVAM. Pero el museo tiene otra parte más contemporánea, que es la que está huérfana porque en 1989 se hizo un museo acorde con las necesidades de hace treinta años. Ahora hay que revisarlo. Posiblemente seamos el único museo de España que no se ha modificado en 30 años. El Reina Sofía tiene distintas sedes, el MACBA también... ¿Cuál es el único museo que no se ha ampliado, siendo el segundo museo en cuanto a importancia, interés y calidad de la colección del último siglo? El IVAM necesita estructuras, necesita espacios para dar lugar a la contemporaneidad. No se hacía arte de la misma manera en 1910 que en el 2020. No podemos estar siempre mirando el pasado, hay que mirar al futuro. Ese es mi mayor objetivo, mi mayor ansiedad.
-¿Se descarta la posible ampliación de esta sede, como la prevista hace años?
-Absolutamente. Mi respeto a SANAA, pero creo que hicieron un proyecto equivocado para València por la dimensión y porque estaba fuera de contexto, de escala. Evidentemente el proyecto que estamos elaborando es todo lo contrario. El IVAM renace como el ave fénix y en 2019 volverá a plantear lo que fue en el 1989.
-El museo acaba de realizar compras por valor de 600.000 euros, ¿cuáles son los criterios y las necesidades del IVAM a este respecto?
-Tenemos que ser muy serios a la hora de plantear el proyecto que queremos. Si de algo ha adolecido esta comunidad, incluso este museo en épocas pasadas, ha sido de hacer muchas cosas, muchas exposiciones, muchas compras. Con esta dirección ha cambiado. No se trata de hacer por hacer: compras, exposiciones o festivales de música. Durante muchos años se primó la cantidad sobre la calidad. Ahora hemos pasado de más de veinte exposiciones año a doce, de comprar al tuntún en cualquier galería -o en todas para tener a todo el mundo contento- a comprar obras que realmente necesitamos y que están vinculadas a la colección. Por ejemplo, el IVAM tiene unos relieves luminosos maravillosos de Sempere pero consideramos que también debíamos tener una escultura móvil. No dijimos: vamos a comprar una obra; sino: vamos a comprar una escultura móvil de Sempere de los años 70. Hemos estado meses para encontrarla, después semanas discutiendo el precio… Hacemos esto con todo. Para nosotros lo importante no es comprar y hacer cosas sino por qué hacemos lo que estamos haciendo.
-Esta semana se reunió la comisión de expertos para la compra de obra de la conselleria de Cultura, ¿beneficiará a los fondos del IVAM?
-No lo sé, no tengo ni idea de lo que se va a comprar. De todas maneras, las compras del IVAM las decide el director junto con el comité asesor. El IVAM tiene un comité asesor que -junto con el director y los conservadores- busca, mira las obras que necesita, las analiza, las estudia y después las propone para la compra. Ya estamos pensando qué obras tendríamos que comprar en base a las exposiciones que queremos para 2018 y 2019. Yo solamente hablo del IVAM, [incide] solo hablo del IVAM. El IVAM tiene esa manera de decidir las cosas, no sé otros cómo lo harán.
-Usted forma parte de la comisión de compra, tal y como comunicó la conselleria.
-Yo no he participado en esa comisión.
-¿Por qué?
-Porque la cantidad de trabajo que tengo en el IVAM me imposibilita dedicarme a otras tareas.
-En muchas ocasiones habla de la importancia de crear un relato, ¿cree que el público identifica lo que hoy es el IVAM?
-Es un tema complejo. Vivimos en una época del espectáculo, donde las cuestiones tienen que ser muchas y rápidamente devoradas. Noam Chomsky ha hecho un análisis muy interesante en Libération del primer año de Donald Trump como presidente en el que hablaba de cómo ponía un tuit que era una barbaridad y, antes de que la gente pudiera reflexionar sobre él, ya había puesto otro peor. ¿Qué quiero decir con esto? Es una sociedad poco propicia a la reflexión, que es lo que debe ser la base del museo. Quizá parezca menos atractivo y más a largo plazo, pero es sin duda más interesante. El IVAM tiene que provocar y difundir el conocimiento artístico, el amor por el arte moderno y contemporáneo. El resto lo dejamos para otra gente. Yo hablo del IVAM, insisto. Uno de los grandes problemas de la cultura de este país es no tener proyecto, por eso reivindico a Llorens y el museo de 1989. Somos de los pocos museos en España que hace un congreso para debatir de temas artísticos, el único que en cada exposición hacemos charlas y conferencias y estamos orgullosísimos. Alguien puede decir que vienen 40 personas, que no es el caso, pero si es así es un exitazo. No es tan importante el número de visitantes como de qué manera estamos ayudando a nuestra comunidad y país a debatir, conocer y amar el arte.
-Le quedan tres años al frente del museo antes del nuevo concurso, ¿es un tiempo suficiente para poner en marcha ese proyecto pausado y sosegado del que habla?
-Lo que es evidente es lo listo que eres al hacer las preguntas [ríe] No lo sé. No estoy en esa coyuntura, estoy en el 18 de febrero de 2019, en que se hayan sentado las primeras piedras para construir este museo del siglo XXI. A eso dedico toda mi energía. El 2020 me pilla lejísimos. Para el 30 aniversario queremos hacer algo importante, pero no vinculado al despilfarro o proyectos fuera de escala, sino algo que sea posible económica, política y culturalmente y que en cambio será un cambio fundamental y trascendental. En ello estoy y por ello voy a luchar. Sería genial que febrero de 2019 lo pudiéramos anunciar como algo encauzado. Igual que en el 1989 se puso en pie un museo del siglo XX con unos criterios muy claros y apoyo evidentísimo, queremos conseguir para febrero de 2019.
-La pregunta de la marmota: ¿cuándo llegará el jardín de las esculturas?
-Hay una cuestión que es un gran hándicap para el funcionamiento del museo: la máquina burocrático-administrativa, y soy consciente de que es algo que ocurre a todas las instituciones. Esto está poniendo en peligro muchos de los proyectos ilusionantes que se quieren poner en marcha, este es uno de ellos. No me atrevo a decir fechas. Sinceramente, no lo sé. Lo que dependía de nosotros, que es el mural, lo hemos hecho en tiempo y forma. Hemos cumplido, lo otro se nos escapa.
-Este año no se ha realizado ninguna compra por lo que respecta al cómic, ¿de qué manera continuará este proyecto?
-No ha habido compra porque tenemos 2.000 fanzines nuevos. Para este director es fundamental la biblioteca, hay que profundizar en ella. En eso entra la fanzinoteca. En 2018 y 2019 haremos exposiciones importantes de cómic y una jornadas de debate de cómic que queremos que sean anuales. Pensamos que este año hemos cumplido un hito con la fanzinoteca y que teníamos que prestar atención a otras carencias.
-La manifestación por la infrafinanciación está a la vuelta de la esquina. El IVAM recibe una cantidad muy baja en comparación con el resto de museos, ¿es una batalla perdida?
-Evidentemente la partida que dedica el ministerio de Cultura al IVAM es absolutamente nimia, hay que luchar para que no sea así. El Ministerio de Cultura, que está presente en el consejo rector, tiene un agradable asombro ante las exposiciones que estamos haciendo. Es un camino largo. Muchas veces no se llega más pronto por correr más. Nuestra historia es la de ir demostrando que somos capaces de hacer exposiciones de un valor europeo. La exposición de La eclosión de la abstracción o de Anzo podrían estar en cualquier museo de primer nivel de Europa. Como decía el conseller: vamos lejos, no tenemos prisa. Se trata de consolidar y de que el museo dure 30 años más.