oh, juliet

Juliet, las cookies virales que se comen con cuchara

De hornear cookies en casa para sus amigos a tener cola en la puerta del local en poco más de un año.

| 01/12/2023 | 4 min, 0 seg

Nos trasladamos hasta la calle Bonaire esquina con La Nau para descubrir por qué las cookies de ‘Juliet’ se han convertido en las más virales de la ciudad. Allí, un modesto local de pocos metros cuadrados congrega a turistas y peregrinos, que pegados a su escaparate y atraídos por el olor (o los vídeos de TikTok), esperan a probar las galletas de Julia.

La historia de Julia es un ejemplo de que cuando se juntan la pasión, la ilusión y la valentía, los sueños terminan cumpliéndose. Y es que, en plena veintena y tras finalizar la carrera de biotecnología, Julia decidió dejar su trabajo de laboratorio para apostar por su hobby: la repostería. “No fue fácil de encajar para mi entorno, había cursado una carrera de ciencias, había conseguido un buen trabajo y decidí dejarlo todo por cocinar galletas.” Lo que nadie se esperaba, aunque ella siempre confió en ello, es que poco más de un año después ‘Juliet’ iba a tener cola en la puerta.

Comenzó preparando las galletas en casa, hornadas cortitas que solo enviaba a amigos mediante delivery. “No podía lanzarme de golpe, necesitaba opiniones, saber si las cookies llegaban bien, si el embalaje era el correcto, qué sabores gustaban más… por eso los primeros pedidos fueron solo para amigos.” Tras el buen feedback, Julia abrió el delivery al público general y fue viendo cómo el volumen de pedidos crecía exponencialmente. Y una vez más, con la valentía por bandera, decidió con apenas tres meses de rodaje, buscar un local para tangibilizar su emprendimiento. “Era lo que siempre había querido, tener mi tienda de cookies y para qué iba a esperar más, si ya estaba funcionando.”

En abril de 2022, Julia levanta la persiana de ‘Juliet’ y se pone al frente del local. “Al principio era yo sola para hacer todo: cocinar, preparar pedidos de delivery y atender a la gente. Comenzaba a hornear a primera hora de la mañana y seguía horneando cuando cerraba, pero estaba tan ilusionada que no me suponía ningún esfuerzo.” No es hasta hace unos pocos meses, que debido al crecimiento del negocio, Julia ha decidido contratar personal. “Al principio las cifras cuadraban perfectamente, se pagaban los gastos y el resto era mi sueldo, ahora es más difícil hacer números, pero el negocio lo requería y es la única forma de crecer”. 


Rolls de canela, tarta de queso, brownies, tostadas… la carta va creciendo y mutando constantemente, pero las reinas de la casa siguen siendo, sin duda, las cookies: red velvet, pistacho, caramelo salado, tarta de queso, nueces pecanas, Kinder, Lotus… Los sabores no pueden ser más deliciosos y variados, pero hay algo que todas las galletas de Julia tienen en común: se pueden (incluso deben) comer con cuchara. 

Y es que sí, aquí somos team tortilla poco cuajada, team tarta de queso poco cuajada (también lo es la de Juliet) y desde hoy, también team cookies poco cuajadas. “Las hice desde el principio a mi gusto y mi gusto es que sean blanditas, como la tarta de queso, como rolls… es mi esencia. Nunca me importó que mis productos pudieran tener haters, porque sé que todo es cuestión de gustos, lo único que me importa dejar claro es que todos los ingredientes están pasteurizados y horneados a partir del tiempo mínimo que marca sanidad.” 

Y parece ser que, por lo general, esta receta tiene más adeptos que detractores, o al menos así lo demuestra la afluencia al local y la viralidad en redes sociales.  “Es todo orgánico, vienen a probarlo y lo comparten porque les gusta, para mí es todo un honor que se hagan eco de mi negocio sin haberlo buscado y estoy profundamente agradecida a los creadores de contenido que me han dado visibilidad durante este tiempo.” 


Como decía Platero y Tú “Juliet, oh Juliet”. Y es que la respuesta a tu pregunta, lector o lectora, es sí, estas cookies merecen todo el hype que están teniendo de un tiempo a esta parte en redes sociales y merecerían también una canción. Porque nacen de la ilusión, porque son auténticas, son originales, son caseras y están brutales. Mi favorita, si me preguntas, la cookie de cheesecake con queso de cabra. 

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