VALÈNCIA. Esta adicción tan nuestra por psicoanalizarnos -a los valencianos, no vayamos a negarlo ahora, nos chifla echarnos al diván y ya de paso buscar que alguien nos compadezca-, vira desde hace pocos años en un deseo por contarnos. Una nueva generación, no necesariamente de edades similares, experimentando la necesidad de tener una voz propia ante la ausencia de oportunidades por contar. La respuesta a un desmoronamiento.
Aquella reacción, todavía en curso, ha dado como resultado un reguero de publicaciones. No convendría tirar de hipérbole. No se trata de un fenómeno, ni de una producción prodigiosa, y hay casos contados de éxito… si por éxito se entiende la subsistencia por vía editorial. No hay ni tan siquiera una trascendencia colectiva que reemplace cabeceras históricas como la Cartelera Turia. Pero sí hay, en cambio, un componente común, una búsqueda idéntica, unos valores paralelos.
Una reconstrucción del discurso, un ejercicio narrativo sobre lo que la ciudad hace, lo que la ciudad quiere. Son productos independientes, ajenos a grupos o a potentes socios, levantados a peso, normalmente como respuesta individual y vocación de autoempleo.
Acerquémonos. Un paseo entre sus hojas, de papel o virtuales. Cuatro ejemplos que sirven de paradigma de un mismo movimiento. Piezas pequeñas en intento de encajar un puzzle mediano. Una revista para formalizar que la fuerza del diseño en València no es solo un cuento. Otra para poner de manifiesto, sin tener que hablar de ella, que la ilustración es emblema de la ciutat. Una destinada a hacer dudar si Berlanga va con ‘b’ o con ‘v’. Y una más, hecha desde fuera para explicar visceralmente lo de dentro.
Dúplex, contar que lo del diseño en València no es un cuento
Paco Ballester y Tomás Gorría no son unos recién llegados. Tras pasos distintos por los medios como periodista y diseñador, su trabajo incesante, de hormiga perspicaz el entorno del diseño y la creación valenciana, se concretó en formato revista en febrero del año pasado. Responsables de Disseny CV, dieron el paso al papel como camino natural, una herramienta con la que hilar su actividad en eventos relacionados con el diseño.
Pero montar una revista no es sólo una aventura romántica. Ballester, “de los nervios por llegar a tiempo y el esfuerzo por sacar a la calle el primer número”, tuvo una bajada de tensión, se desplomó y se dio de bruces contra la puerta del despacho. “Creo que sin secuelas”, matiza. Querer contar deja cicatrices.
Con firmas como Alex Serrano, Mayte Piera, Rafa Rodríguez, Pilar Mellado o Luis Demano, les alumbra una pequeña gran misión (“aunque suena demasiado elevado hablar de misión…”): “Simplemente creemos que València es un motor a escala estatal en diseño, cultura visual y creatividad, por lo que pensamos que es adecuado mostrar y difundir el trabajo de estos estudios, profesionales y empresas. Una revista como Dúplex, con este tipo de contenidos, puede tener un interés objetivo para un segmento determinado de lectores”.
Sus contenidos inciden -o al menos aspiran a ello- en el marco de “cierta marca València” en relación con el diseño, en un momento, observan, “de transición, tras un cambio político que llevaba consigo ciertas expectativas culturales que no han llegado a cumplirse por completo. En el ámbito cultural hay una sensación permanente de precariedad e indecisión al tiempo que existe una infinidad de pequeñas iniciativas, casi todas privadas, sin que se cre un verdadero entramado”.
Y a la yugular: ¿pretendéis que Dúplex sea fuente de ingresos? “Pretendemos que sea una revista gestionada con la máxima profesionalidad, tanto en los contenidos como en el diseño, impresión o distribución. Esto conlleva un esfuerzo y desgaste personal enorme, pero el producto final creo que compensa. Dúplex se vende y lleva publicidad, así que, obviamente, es una fuente de ingresos”.
Horchata Magazine, no hablar de la ilustración valenciana sino hablar a través de ella
El caso de Horchata y su editora, Verónica Coloma, es el de quien sin ser de aquí descubre los valores de la ciudad y los entiende como potente posibilidad de reescribir un sinfín de historias. Horchata Magazine, además de un chute de frescura, es la revista que engalana cada número con ilustraciones. Son el principal idioma para contar(nos).
La génesis de Coloma es elementalmente práctica. “Todo autónomo tiene momentos de bajón laboral... y Horchata nació en uno de esos. Los que trabajamos en diseño solemos ser amantes de nuestro campo y todo lo relacionado, y a mi personalmente la ilustración me pirra, así que uní el diseño editorial que es mi especialidad y la ilustración y ¡boom!”. Ella coordina, maqueta y organiza las presentaciones (elemento clave de la viabilidad de un proyecto así), dirigiendo la batuta de un sinfín de ilustradoras que han apareciendo en un contínuo a lo largo de sus números.
Sus páginas dejan traslucir una intención decidida: “queríamos contar cosas con ilustración (no hablamos de ilustración, hablamos a través de ella) y escapar del formato de revista con diseño nórdico, ¡nosotros no somos tan minimal! Queríamos frescura, buen rollo y mucho talento desconocido entre nuestras páginas. No sé por qué siempre miramos hacia fuera para inspirarnos si aquí tenemos mil influencias valiosas”. Touché. Horchata como epítome de “nuestra esencia cercana y fresca”. “Es precisamente ese carácter abierto y animado el que más caracteriza a todos los que nacimos en el Mediterráneo. Así que… ¿por qué no explotarlo?”.
El modelo de Horchata ha sido catalizador para otros trabajos, vía de acceso. “Nunca nos planteamos convertirla en una fuente de ingresos, al contrario, desde el principio nos negamos a sacar una revista llena de publicidad, queríamos libertad y disfrutar del proyecto sin presiones y con ganas. Y parece que el método funciona con casi los cinco números agotados y casi cuatro años de vida”. Una pequeña maravilla a la vuelta del vecindario.
Verlanga, porque València está viva (se supone)
Rafa Rodríguez, Eva Muñoz, Diego Obiol y Miguel Ángel Puerta irrumpieron un buen día con una publicación digital que destilaba novedad y atrevimiento. Berlanga se iba a escribir en ‘v’ de València, de valentía y de… vida. “Como una opción de ganarnos la vida haciendo lo que nos gusta: periodismo”, empieza Rodríguez. “Alguna vez hemos dicho que Verlanga nació de una crisis (la económica) y un fracaso (la web barcomedor, predecesora de Verlanga, que era lo mismo, pero sin ahondar en la vida cultural valenciana). Ahora en esta segunda etapa, podemos decir que renació por los mismos motivos, ganarnos la vida haciendo lo que nos gusta: periodismo. Somos un bucle”. Tras detener su actividad, hace unos pocos meses volvían a la carga con el propósito enhiesto: “Compartir la rica vida cultural valenciana actual y bucear en el pasado para hacer justicia a todos los creadores que dejaron su huella en la ciudad. Contar historias que tengan que ver con nuestra ciudad porque han sucedido o puede que sucedan”. ¡Hambre por contar!
Verlanga ha servido, sirve, para dar sentido a una contradicción en los términos. El elogio de una urbe mediana palpitando cultura al tiempo que anda instalada en una crisis cultural prolongada durante años. Ir más allá de la desazón… “Queremos reivindicar que es una ciudad estupenda para vivir, a pesar de muchas cosas de las que no tiene la culpa. El momento a nivel cultural y creativo es muy bueno, pero faltaría que todo eso se profesionalizara y que la cultura, el arte no fueran hobbys, sino maneras dignas de ganarse la vida. Durante un tiempo fue "Valencia está viva, ¡Viva!". Pero teniendo en cuenta las últimas noticias relacionadas con la cultura (cierres, despidos, ausencia de política cultural pública, posibles fusiones ...) cuesta gritarla”.
Un buen ejemplo de cómo dar visión a los hechos culturales de València bajo unos cuantos principios fundadores: “mucho disfrute vital, risas, hedonismo, sencillez que no simpleza, frescura pop, conciencia histórica… y trabajo. Lo que encarnan nuestros dos guías, Luis García Berlanga y Carlos Berlanga”.
Su existencia sigue en la búsqueda de un objetivo directo: “queremos vivir de Verlanga, nuestro modelo es la fuente directa de ingresos mediante la publicidad”.
Faim, cuando València se cuenta desde París
Las hojas más recientes, presentadas en la ciutat hace apenas un par de semanas. También las más atípicas, destinadas a mostrar los casos más prometedores alrededor de València y su entorno, haciéndolo desde un escritorio de París. Sus editores son la periodista valenciana Naiara Reig y el diseñador francés Axel Benassis. “Después de haber vivido varios años en una gran capital como es París, en la que parece que todo pasa y de la que todo el mundo habla, nos dimos cuenta de que las ciudades más pequeñas, quizás menos conocidas (como lo son nuestras ciudades de origen), tienen un potencial que está muy poco explotado y cuyas historias también merecen ser contadas”, razonan.
En su primer número se atiende a una generación de arquitectos que desde València proyectan ciudades a escala humana. “Queremos mostrar una visión de la ciudad más personal, alejada de los clichés de sol, playa y fiesta que traen en mente muchos de los turistas que vienen a la ciudad. Nuestra intención es mostrar València tal como la viven todos los días los jóvenes que habitam en ella, como la viviríamos nosotros o nuestros amigos y compañeros si viviéramos aquí. Y, como hemos dicho más de una vez, escribirle una carta de amor a la que es mi tierra y que yo sé que tiene tanto que ofrecer. Alguien tenía que contarlo”.
Con referentes como las francesas Les Others, Encore, Mint o Fricote, y las catalanas Fuet y Perdiz, en el primer número han mostrado una València “con un nuevo urbanismo pensado para las personas, del efervescente panorama de la cerveza artesanal valenciana o de la gran cantidad de festivales urbanos que se celebran. Aunque también nos llama a atención el esfuerzo que se hace por preservar las tradiciones (mencionamos las Fallas, el esmorzar, la paella...) en medio de un torbellino de cambios sociales y culturales. Es apasionante”.
El plan de negocio traspasa las ideas directas, en busca de nuevas fórmulas: “Para un diseñador gráfico y para una periodista, el haber creado y mantenido una publicación propia es una excelente carta de presentación, y sabemos (y esperamos también, claro) que FAIM es un excelente apoyo a nuestras marcas personales y a los trabajos que nos gustaría desarrollar en el futuro. Y aunque ambos queremos mantener nuestros trabajos como freelance para poder seguir colaborando con otros clientes y publicaciones, evidentemente aspiramos a que la publicación que tanto trabajo y esfuerzo supone sea un día nuestra principal fuente de ingresos”.
¿Para cuándo entonces la revista que cuente las nuevas revistas que irrumpen en València?