VALÈNCIA.- Esperanza y preocupación por el futuro apartes iguales. Este es el ambiente que se respiró esta semana en Las Naves, durante el desarrollo de la cuarta edición del Internet Freedom Festival (IFF), un evento que ha contado con la colaboración de la Conselleria de Transparencia y el Ayuntamiento de València, a través de las consejerías de Participación Ciudadana y de la Acción Cultural. Según Pepe Borrás, director del evento, “vivimos tiempos complicados. Por un lado, la mitad de la población mundial ya tiene acceso a Internet; por el otro, los que aún no han accedió lo harán en regímenes totalitarios que no respetarán los derechos fundamentales mínimos”.
Para Borrás, “es complicado sacar conclusiones porque vemos que incluso en los países democráticos, los indicadores de respeto a la libertad de expresión están en caída libre. Sin embargo, el activismo a favor de estas libertades y la conciencia sobre la gravedad del problema nunca ha sido mayor”. El director y fundador del evento subraya también que “un dato llamativo es que sigue habiendo suspicacia sobre el uso de nuestros datos que hacen las grandes compañías, pero ha aumentado alarmantemente la desconfianza hacia los poderes públicos”.
Sobre la evolución del IFF, Borrás se mostró muy satisfecho. “Esta semana València ha vuelto a convertirse en capital mundial de los derechos digitales y la tecnología para la defensa de los derechos humanos. Hemos visto con preocupación un aumento muy significativo de discusiones acerca de vigilancia ilegal y captación masiva de datos por parte de gobiernos, incluso de aquellos que se hacen llamar democráticos”.
NO ES UN PROBLEMA AJENO
Borrás se refirió a la situación española. “Es muy importante que no nos engañemos pensando que esto solo pasa en Turquía o en China”, aseguró. “La sociedad civil debe tomar conciencia porque cuando nos pongan la mordaza será demasiado tarde para intentar quejarnos”.
Una de las ideas que planeó sobra la cita e que las luchas sobre los derechos humanos son de carácter global, pero los frentes son regionales. “De ahí que sea tan enriquecedor ver a activistas tibetanos, venezolanos, sirios o singapureños sentados en la misma mesa, intercambiado experiencias y estrategias para enfrentarse a violaciones de los derechos humanos”, apunta Borrás.
El problema que plantea Internet no es concebible si no tiene carácter global, no somos capaces de organizarnos así. Al final los idiomas, los problemas regionales, las distintas políticas que aplica cada gobierno… impiden crear esa gran comunidad con la que todos soñamos. En ese sentido, el IFF está diseñado para generar soluciones para un Internet libre y sin censura, desde un punto de vista global”.
Sobre el futuro el festival, Borrás aseguró que “nuestra intención es volver el año que viene a València para la quinta edición, y de momento nada nos hace pensar que eso va a ser así. Nosotros queremos y hemos visto que tenemos el apoyo institucional necesario para que sea así”. La ciudad, añade, “ya es sinónimo de lucha por las libertades en internet y contra la censura”.
Más de un millar de personas —el máximo fijado por la organización para mantener la esencia del festival— han pasado a lo largo de esta semana por el Internet Freedom Festival, aunque el número de solicitudes para acudir llegó a las 1.700, lo que certifica el interés por la cita en la comunidad de los defensores de derechos digitales. En total, han pasado por aquí ciudadanos de unos 130 países (EEUU, China, Cuba, Siria, Venezuela, Tíbet, Zimbawe, Egipto, Francia…). La fuerte presencia femenina (53%) del total, vuelve a coronar al IFF como el encuentro de nuevas tecnologías más diverso del planeta.