VALÈNCIA. Encontrar un piso de alquiler en València se ha vuelto para muchos en una misión imposible. En varios barrios de la ciudad la oferta es prácticamente inexistente y los precios se han disparado de tal forma que son inalcanzables. Solo hay que entrar en cualquier portal inmobiliario para empezar con la odisea: vivir en un bajo de 32 metros cuadrados en la zona del Botánico, que los propietarios ofertan como loft, cuesta ya 600 euros, mientras que si alguien aspira a un piso algo más grande de 72 metros cuadrados en Aragón deberá abonar más de 1.000 euros.
Sin embargo, tampoco hace falta ubicarse en el centro para encontrar rentas de 900 euros de media en barrios como Benicalap o Malilla. Esto son solo algunos de los ejemplos de las ofertas que hay ahora en el mercado y que confirman la subida de precios en todos los puntos de la ciudad, afectando incluso a viviendas con menores dimensiones que ya están a precio de oro.
Una dura realidad que no solo complica la emancipación de los más jóvenes, sino también la posibilidad de muchas familias de tener su propio proyecto de vida. Comprar una vivienda para muchos es una posibilidad remota por la imposibilidad de ahorrar y el alquiler se antojaba como la mejor alternativa. Ahora, tampoco. Y lo que están detectando las inmobiliarias es el resurgir de los pisos compartidos entre familias, e, incluso, el de las habitaciones.
"Volvemos a años atrás. Estamos en la era moderna, pero en la que los jóvenes no se pueden plantear un proyecto de vida en solitario y se ven obligados a compartir habitaciones porque no pueden asumir la renta de un inmueble completo. Y el problema es que esto irá a más", advierte Nora García, presidenta de la Asociación de Inmobiliarias de la Comunitat Valenciana (Asicval). "Hay mucho agobio y desesperación por encontrar ahora mismo una vivienda, pero no hay oferta y los precios están disparados", lamenta.
Informes recientes como el último de la Cátedra Observatorio de la Vivienda de la Universitat Politècnica de València (UPV), correspondiente al primer trimestre de 2023, también evidencia la presión del mercado en la capital valenciana. En este sentido, refleja que en los tres primeros meses de este año los precios han subido de media un 7% en comparación con el último trimestre de 2022. No obstante, la subida es más abrupta si se compara con 2019, un 59% más, según el documento. De esta forma, la renta mensual en València se sitúa de media en los 1.495,10 euros frente a los 938 que se abonaban hace tres años o los 1.092 euros de 2021.
Lo cierto es que la demanda lleva años al alza. Entre los factores que explican este aumento están el difícil acceso a la compra de muchos colectivos; y la llegada de extranjeros a la ciudad, muchos de ellos nómadas digitales, aquellos que pueden trabajar en remoto. También existe un gran 'apetito' inversor por comprar inmuebles para luego vender o alquilar para sacar una rentabilidad.
"En los últimos años, el alquiler ha crecido porque la mayoría de jóvenes no pueden comprar porque con los salarios actuales no tienen capacidad de ahorro para aportar la entrada de una vivienda. Ahora la situación se ha agravado con la subida de los tipos de interés, que dificulta aún más la compra porque eleva el nivel de endeudamiento", explica Díez. Ello ha derivado en un gran trasvase de la demanda de la compraventa al alquiler.
"Ahora mismo el alquiler es un desastre. Tenemos pisos con listas de espera y algunas ofertas duran horas porque cuando sale una oferta con un precio razonable te lo quitan de las manos. Hemos llegado a recibir hasta 20 llamadas por un piso. Encontrar un piso en València por menos de 800 euros es complicado", admite García.
Otro factor que ha alterado el mercado valenciano es la llegada de extranjeros. Las numerosas noticias que sitúan a la ciudad como una de las mejores a nivel mundial para vivir ha favorecido un gran 'efecto llamada' y un éxodo de internacionales que escogen el 'cap i casal' para vivir, copando parte del stock en alquiler.
De hecho, casi la mayor parte de operaciones de arrendamiento que cierran las inmobiliarias en la ciudad son con extranjeros. "Este cliente se puede permitir rentas más altas que un valenciano porque vienen aquí con sueldos de sus empresas internacionales y pueden permitirse rentas de entre 1.200-1.500 euros. Además, en sus países de origen pagan más, por lo que están dispuestos a asumir los alquileres de la ciudad", admite la presidente de las inmobiliarias valencianas. Y los propietarios aprovechan para subir precios.
Solo en los últimos meses tecnológicas como Siemens Movility, con un centro de desarrollo de soluciones relacionadas con la movilidad sostenible; Lutfhansa Technik, Hitachi o Toshiba, han desembarcado en el 'cap i casal'. "El otro día me contactó una gran empresa para pedirme que le buscara pisos para 120 personas porque iban a trasladar su sede a València. Todo eso contribuye a que la demanda aumente", explica el portavoz de los Agentes de la Propiedad Inmobiliaria.
Y, a su vez, este interés ha desbordado una oferta que, aunque en el primer trimestre de este año ha aumentado ligeramente, sigue siendo insuficiente para absorber toda la demanda. Es más, el producto disponible actualmente está muy por debajo de las cifras de hace unos años, de acuerdo con los datos de la Cátedra. Así, si a mediados de 2022 la oferta era de unas 3.000 viviendas en València, a principios de 2023 era la mitad, unas 1.500.
Una caída que, según los expertos, es consecuencia de la "inseguridad jurídica" que sienten muchos propietarios y que les ha llevado a retirar unidades del mercado. "Con los cambios normativos, el tope del 2% y el control de precios que recogerá la futura ley, muchos propietarios se sienten perseguidos y deciden vender o hacer alquiler de temporada o por habitaciones para esquivar las limitaciones", explican desde el Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria y Asicval. Incluso, han detectado que algunos prefieren tenerlos cerrados y sin uso que sacarlos al mercado.
De esta forma, la corta y media estancia se impone al alquiler residencial haciendo un trasvase de pisos porque las exigencias son más flexibles. Otro factor es la compra por parte de extranjeros de inmuebles para luego alquilarlos por habitaciones, una modalidad al alza dado el precio de las rentas.
Por todo ello, el sector reclama actuar en la oferta y no constreñirla aún más con normativas que, a su juicio, solo están reduciendo el mercado. "Lo que debe hacer la Administración es aumentar el número de viviendas disponibles y eso no pasa por topar precios, sino por colaborar con el sector privado para construir alquiler asequible y dar salida a todos los suelos y esqueletos parados que tienen las administraciones", exigen.
También, incentivar la compra con ayudas a través de una línea de avales respaldadas por la Administración que permita hacer frente a la entrada de la vivienda, es decir, ese 20 a 30% que no se financia con préstamo hipotecario. Y ello para aliviar la tensión en la parte de la demanda y destensar el mercado. "Eso es hacer política real de vivienda", subrayan.