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Al otro lado de la colina / OPINIÓN

¿La Turquía neootomana se resquebraja?

El golpe de estado en Turquía parece algo inaudito en un país moderno, de corte occidental y democrático, de la OTAN, de la OCDE, con medio pie en la UE, etcétera, por eso vamos analizar cómo ha llegado a esta situación tan inaceptable para un país de nuestro entorno, en el que me parece que estamos más en un punto y aparte que no punto y final

17/07/2016 - 

La penúltima crisis institucional de Turquía -golpe de Estado del viernes noche- de los tiempos modernos estaría enmarcada dentro de la típica reacción Thermidoriana, de las fuerzas (poder militar y estructuras laicas -principalmente judiciales- de la Republica creada por Mustafá Kemal Atatürk) que han ido perdiendo cuotas de poder frente a los cambios, casi revolucionarios e islamizadores del presidente Erdogan, en los que no solo se les ha disputado los resortes de poder (es decir un ataque a su status quo, perspectiva subjetiva), sino que además pondrían en solfa la misión que les encomendó Kemal Ataturk, la defensa de una República laica (perspectiva teleológica).

Todo comenzó hace un siglo en el Imperio Otomano, aquel que llegó casi a conquistar Viena o a realizar incursiones contra las costas valencianas en nuestro siglo de oro y que incluso exigió un tratado internacional entre los Reinos de Holanda y España en 1816 para combatir a sus corsarios establecidos en el norte de África. Al acabar la 1ª guerra mundial mundial -le Grand Guerre- el imperio del Sultán de Constantinopla es desmembrado y repartido entre las potencias vencedoras y tras un complejo y combativo proceso -la Guerra de Independencia- se depone a Mehmed VI último líder otomano, y en octubre de 1923 se proclama la República laica y democrática de Turquía siendo su primer presidente Mustafa Kemal Atatürk militar y héroe nacional, poniendo fin al Califato otomano.

Con la República se inicia un largo proceso de modernización y secularización de Turquía en el que sus Fuerzas Armadas son el garante del proceso, teniendo que intervenir en repetidas ocasiones en 1960, 1971, 1980, 1997 (contra el islamista Necmetin Erbakan) siempre con la aquiescencia de Occidente (como ocurriera en enero de 1992 en Argelia contra el triunfo electoral del Frente Islámico de Salvación), en una versión moderna de pretorianismo.

Foto: EFE

De 1994 a 1998 un joven Recep Tayyip Erdogan fue alcalde de Estambul, en noviembre de 2002 el partido islamista (moderado) Justicia y Desarrollo (fundado por él en 2001) ganó las eleciones proclamándole primer ministro meses después en 2003, pues había tenido problemas judiciales al haber sido sentenciado con carcel e inhabilitación para ocupar puestos públicos por intolerancia religiosa al proclamar en un mitin «Las mezquitas son nuestros cuarteles, las cúpulas nuestros cascos, los minaretes nuestras bayonetas y los creyentes nuestros soldados», ocupa ese puesto hasta 2014 que pasa a ser Presidente de la República.

Desde entonces se ha producido una marcha atrás en el proceso de secularización y modernización de Turquía, llegando incluso a hablarse de neootomanismo (sobre todo en su política exterior), retornando a tradiciones islamistas como retirar la prohibición de usar el velo en la universidad (otro bastión del tradicional poder laico), y que se expresa muy bien en diferentes declaraciones de Erdogan al afirmar por ejemplo este año 2016 en el Día Internacional de la Mujer que "la mujer es ante todo una madre", y anteriormente había proclamado que la igualdad de género va "contra la naturaleza". Además se inicia un proceso de profundos cambios en los equilibrios de poder de la Republica laica, se producen relevos de cargos y cambio en las estructuras castrenses y judiciales, produciéndose incluso detenciones entre sus miembros acusándoles de conspirar, siendo acusado el gobierno islamista de autoritario.

Un estado de "guerra de facto"

Existen diferentes informes que describen la situación en entredicho de los Derechos Humanos en Turquía, como el informe de 2015-2016 de Amnistía Internacional sobre este país donde se puede leer lo siguiente, "La situación de los derechos humanos se deterioró notablemente tras las elecciones parlamentarias de junio..." o que " El gobierno sometió a los medios de comunicación a una presión sin precedentes; la libertad de expresión dentro y fuera de Internet se resintió de forma significativa. Continuaron las violaciones del derecho a la libertad de reunión pacífica" o la acusación muy grave de "Se redujo aún más la independencia del poder judicial", por su parte Human Right Watch en su análisis de sobre Turquia "La situación de los derechos humanos en Turquía se deterioró en 2015" o que "La UE , los estados miembros de la Unión Europea , Consejo de Europa y los EE.UU. expresaron serias dudas sobre Turquía en materia libertad de prensa y la independencia judicial". El ejemplo más claro de esta deriva de Erdogan son las leyes sobre INTERNET, primero la ley de 2007 por la que el poder ejecutivo puede filtrar y bloquear las webs que quiera, y otra ley de 2014 permite al gobierno cerrar sitios web y acceder a información personal de los usuarios sin orden judicial.  

Otra circunstancia que hace que Turquía se encuentre en una situación excepcional es que vive en estado de guerra de facto, tanto en zonas del interior como con el exterior. En el interior está principalmente la cuestión Kurda, turcos de las montañas para las fuentes oficiales, en permanente conflicto con Ankara (ya sabemos como acabo la cuestión Armenia), y los continuos atentados terroristas tanto de origen Kurdo como Yihadista. En el exterior, una permanente tensión en el oeste con Grecia (aquí la OTAN juega un papel fundamental para mantener la paz de dos de sus miembros) y que se refleja en ese punto negro que es la presencia de varios miles de soldados turcos acantonados en el norte de Chipre, además también ha llevado la guerra al norte de Irak con la excusa de combatir las bases de los kurdos, así como en los últimos años la guerra civil Siria le ha llevado a participar en algunas operaciones, siendo la más grave de todas ellas el derribo de un caza ruso.

Foto: EFE

Esa situación belicosa es la que permite al ejército seguir teniendo de facto un peso tan importante en la vida de los turcos a pesar de que Erdogan les haya limitado al máximo casi completamente sus capacidades políticas, al igual que con los jueces y fiscales turcos como se pudo comprobar en el caso de denuncias contra su hijo archivadas en septiembre de 2014, aunque haya sido investigado en Italia por lavado de dinero (ABC 18/02/2016) y acusado por Rusia de comerciar con el petróleo del ISIS (El País 02/12/2015).

Esta inestabilidad de un miembro de la OTAN en una situación estratégica tan importante como es ser puente entre Europa y Asia, o su posición privilegiada sobre Oriente Medio, etcétera, introduce más presión a un delicado entorno internacional, con ese gran problema que es el Estado Islámico (entre otros), y cuyos daños colaterales los acabamos de ver tristemente en Niza (cuánto siento que el último párrafo de mi artículo de la semana pasada fuera premonitorio "y aunque nos pueden producir mucho dolor aún").

Erdogan puede radicalizar su posición acelerando la reislamización de la vida turca o tomar nota de lo sucedido

Y aunque es todavía pronto pues los disparos y bombas aún resuenan, y es un alarde de osadía emitir opinión, el presidente Erdogan ante esta situación, después de utilizar a las masas sacándolas a las calles para aparentemente parar el golpe de estado, y entre las diferentes opciones, puede primero radicalizar su posición incrementando y acelerando la reislamización de la vida turca, aumentando su poder y autoridad y persiguiendo a todos sus opositores (la represión que dirían algunos), sobre todo militares y jueces como estamos viendo en estas mismas horas, o por otra parte tomar nota de lo sucedido, contemporizar con los sectores más laicos de la sociedad y aplicar las propuestas de los informes sobre derechos humanos de Amnistía Internacional y de Human Right Watch.

Si opta por radicalizarse servirá para ser visto de reojo por muchos actores internacionales y sobre todo criticado por la organizaciones humanitarias además de enquistar y permitir en su momento que se reactivase el sector laico y moderno de su país que cuenta aún con importantes resortes de poder, por lo que estaríamos entre un punto y seguido o punto y aparte; y si opta por contemporizar mejoraría su imagen en Occidente y los problemas de inestabilidad y el enfrentamiento secularismo versus tradición en Turquía estaría más cerca del punto y final.


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