VALÈNCIA. Una vez terminados los festejos y desvanecida la pólvora y el jolgorio de las bandas de música, la capital del Túria recupera la normalidad a la que durante estos días se han acercado miles de turistas para conocer las Fallas. Tal es así, que según los datos que maneja Acierto.com, la ocupación hotelera ha rondado en estas fechas el 90%. Un porcentaje que no nos extraña si tenemos en cuenta que se trata de una de las celebraciones preferidas por los propios españoles.
En concreto, ocupa la cuarta posición en visitas nacionales por detrás de las fiestas populares de los pueblos, la Semana Santa, y las Hogueras de San Juan. Y no solo despierta curiosidad dentro de nuestras fronteras, sino que la tradición valenciana se ha convertido en la fiesta más buscada en Google. Su popularidad se incrementó justo después de ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO y afecta a numerosas localidades de la provincia, más allá de la capital. En definitiva un impulso económico más que notable para la región. Más del 70% de los viajeros organiza sus vacaciones para aprovechar los festejos locales
Además, las cifras del comparador de seguros revelan que los viajeros no solo se han desplazado con motivo de la fiesta, sino también para disfrutar de la gastronomía, del patrimonio y del paisaje de la zona. De hecho, más del 70% ha organizado sus vacaciones para coincidir con estos festejos locale. Y hasta el 84% ha planificado el viaje con antelación. De entre ellos, casi 2 de cada 5 lo han contratado hasta tres meses antes de la fecha de salida. Una decisión que les ha permitido comparar diferentes opciones y ahorrar hasta un 45%.
No obstante y tal y como ha calculado Acierto.com, cada visitante ha gastado entre 120 y 200 euros al día, en función de si se ha dejado tentar por los famosos buñuelos de calabaza a pie de calle, los mercadillos típicos de las fiestas y otros eventos tradicionales que ofrece la ciudad. Entre los gastos más importantes se cuela el del alojamiento, que puede oscilar más de un 200% de un sitio a otro. Le siguen las comidas y los espectáculos y visitas programadas. Además y solo este último año, el gasto se incrementó un 15% y todo apunta a que la tendencia siga su curso.
Las segundas Fallas Patrimonio de la Humanidad se nos han vuelto a ir de las manos. Falta una mayor organización y coordinación interinstitucional y social que frene ese desmadre colectivo que ofrece al mundo una imagen de total permisividad.