Hace unos días vimos cómo un boxeador se convertía en un fenómeno de masas con multitud de seguidores que jaleaban su nombre, alababan sus triunfos y le felicitaban por cumplir sus sueños, no sin sufrir dificultades, disciplina y una enorme perseverancia. Supongo que sabe que me refiero a Ilia Topuria, un hispano-georgiano afincado en Alicante, nuevo campeón del mundo de la Ultimate Fighting Championship (UFC) en la categoría de peso pluma. No es un boxeador en el sentido tradicional, su estilo de lucha incluye boxeo, lucha grecorromana y jiu-jitsu brasileño.
Me sorprende que la gente joven lo siga con tanto entusiasmo. El boxeo es una disciplina deportiva que estaba desprestigiada por muchos por su violencia y por las secuelas que muchas veces deja a sus profesionales. Claro que al éxito se suman todos y este nuevo héroe alicantino se ha convertido ya en el ídolo de multitud de personas.
Pero siendo un fenómeno social permita que en esta crónica no me refiera a Topuria, ni a buscar una explicación de todo este fenómeno, ni a analizar su puesta en escena, sino a mirar atrás en mi costumbre de rescatar del olvido personajes y acontecimientos que ocurrieron en Alicante hace algunos años.
España ha dado buenos boxeadores. Alicante también los dio. Pongo el foco esta vez en los años cuarenta del siglo pasado. Muchas de las competiciones se celebraban en la plaza de toros, el cuadrilátero se instalaba en el centro del coso taurino donde los púgiles boxeaban uno contra el otro ante un público entregado al aplauso y al espectáculo.
Hoy me refiero a Benjamín Rodríguez. Nacido en Alicante en 1919, sus padres José y Nieves montaron una peluquería en la calle Rafael Altamira donde Benjamín ayudaba desde niño en las tareas que le encomendaban. Además, mientras estudiaba en los Maristas aprovechaba su tiempo libre para entrenar y especializarse en el boxeo. Con 15 años consiguió ganar el Cinturón de Alicante de peso weiter.
La guerra civil española truncó sus planes (y los de otros muchos). Terminada la contienda siguió boxeando. Su entrenador era Juan Pastor. Se preparaba a conciencia, quería ganar, pero sin alardes. Tenía ese toque de humildad de los grandes deportistas que triunfan por su esfuerzo, pero respetando a su rival. Por esto, y sus éxitos, se hizo muy popular.
Su primer combate como profesional lo realizó en 1941 contra Salvador Ruiz Ortiz, de peso medio. Salió derrotado. Daba igual, de cada caída se levantaba con más fuerza. Aún tenía que aprender y prepararse mucho más. En su segundo combate como profesional venció por K.O. a Francisco Martínez Cortés. No fue la última victoria, vendrían otras. Siete consecutivas, nada menos. Estaba en racha, ilusionado, sin bajar la guardia y seguir entrenando.
Obtenía su primer título en noviembre de 1941 en el Campeonato de Levante realizado en la plaza de toros de Alicante al vencer a Ángel Felipe. Participó en diversas competiciones celebradas en Madrid, Barcelona, Valencia o Murcia, cosechando éxitos. Su futuro parecía ser muy prometedor …
En abril de 1942 retó a Eloy Lafuente, campeón nacional de peso medio. El combate se celebró en la plaza de toros de Alicante. Los jueces lo consideraron nulo. Volvieron a luchar en junio del mismo año. Perdió por K.O.
Posteriormente no pudo participar en el Campeonato de Levante porque fue llamado a filas. Destinado en Madrid, en uno de sus permisos organizó en Valencia un combate con el que era entonces el campeón, con Ángel Felipe. A pesar de la insistencia de Juan Pastor, su entrenador, para que no combatiera por llevar mucho tiempo sin entrenar, Benjamín se empeñó en hacerlo, se encontraba capaz de luchar, de conseguir la victoria. Y peleó. Era el 19 de septiembre de 1942.
En los primeros siete asaltos Benjamín tomó la iniciativa. Dominaba el cuadrilátero. Era un boxeo de desgaste, poco a poco iba consiguiendo aplacar a su rival. Pero sucedió lo inesperado en ese momento. Ángel Felipe le derribó en el octavo asalto. Lo dejó inconsciente tumbado en la lona. No reaccionaba. Juan Pastor tiró la toalla. Lo llevaron con urgencia al hospital. Falleció al día siguiente con 23 años por un derrame cerebral. En su palmarés como profesional combatió 18 veces, con 13 victorias, 4 derrotas, y uno nulo.
La noticia conmocionó a todo Alicante, se había hecho muy popular. Fue trasladado a la capital alicantina el 21 de septiembre. Cuando la comitiva llegó a las 23:30 h, una silenciosa multitud lo estaba esperando. Se instaló la capilla ardiente en el Salón España (años después fue el cine Capitol). Centenares de alicantinos fueron a darle su último adiós. Al día siguiente su funeral fue uno de los más multitudinarios de la historia de la ciudad.
En 1944 se puso su nombre a un Torneo de boxeo. En 1959 se rotuló una calle como Deportista Benjamín Rodríguez en el barrio Princesa Mercedes.
El periodista Francisco Aldeguer Jover lo menciona en su libro Alicante, 1940-44, destacando el reconocimiento y multitudinaria despedida del pueblo de Alicante el día de su entierro. Esto me lo contaron hace años al comparar su funeral con el reconocimiento a Canalejas en Alicante después de su muerte, nada menos. Un día se lo cuento. Aldeguer me ha ayudado a recuperar de mi memoria a este boxeador tan famoso y querido por los alicantinos para contárselo en estas líneas.
Las mujeres suelen participar en las veladas como teloneras; ella quiere ser la estrella. El pasado 20 de julio derrotó a la gallega Estefanía Mendes y se hizo con el oro en la categoría de 64 kg en el Campeonato de España celebrado en Badajoz. Para Sheila Martínez es solo un paso más en su carrera como boxeadora con un único objetivo: ganarlo todo