Libros y cómic

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Un gobierno nunca los lleva a ver el mar

Hablamos de política. Salimos a comer, seguimos hablando. En la sobremesa del domingo, en un encuentro casual por la calle, en los veinte segundos de ascensor que compartimos, nos asalta en las cuatro palabras que intercambiamos este runrún constante. Casualidades. Enciendo la televisión y le quito el sonido, desbloqueo el móvil y repaso las publicaciones de Twitter. Incluso en medio del silencio, de la oscuridad de otoño, resplandecen las noticias, las hogueras de Barcelona, el fulgor de las manifestaciones.

¿De qué vas a escribir esta semana? Aún no lo sé, le respondo a mi madre mientras me meto en el coche. Ya lo verás, le digo con un aire de misterio completamente fingido, pues en cuanto llegue a casa comenzaré a escribir sobre el libro que me he propuesto. Ella aprovecha antes de que cierre la puerta y me habla de sus últimas lecturas, que le aburre Luis Landero, que hojeó la última novela de Vargas Llosa en la Casa del Libro, pero que siempre habla de lo mismo y al final no la compró. Le recuerdo que Cristina Morales ha ganado el Premio Nacional con Lectura fácil, un libro que le gustó, aunque había cosas que podía haber dicho de otra manera, me explicaba. Todavía no lo he leído, pienso.

Hemos estado comiendo y hemos hablado de lo mismo. Me preguntan constantemente sobre la verdad de las cosas, las leyes o las noticias, esperando alguna revelación. O quizás solo tranquilidad. O quizás, y esto es lo que más me inquieta, algún punto de unión entre nosotros, ahora que la vida nos mantiene cerca pero a la deriva, cada cual encerrado en sus horarios y en sus afanes.

Voy a hablar de lo de siempre, le respondo antes de despedirme con la mano y arrancar el coche. Y en lugar de poner las noticias de la radio, conecto la selección aleatoria de Spotify.

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