Arturo Salvador Crespo, pastelero y propietario de Sukar, es el primer sorprendido.
Los croissants rellenos que empezó a vender hace dos años en su pastelería se han convertido en un fenómeno viral que se traduce en colas perennes durante los fines de semana. Centenares de personas de todas las edades guardan su turno frente a la puerta de esta pequeña tienda de la calle de la Paz para hacer acopio del bollo de moda.
Pero, ¿qué tienen estos croissants para que la gente pierda la chaveta? “En realidad, no he inventado nada -contesta Arturo-, el tema de los croissants rellenos ya estaba en auge en Barcelona y Madrid. Lo único es que después cada pastelero lo lleva a su terreno. Los de Sukar son productos de bollería artesanal que elaboramos con masa fermentada durante 24 horas en una primera etapa, y otras 7 u 8 en la siguiente. Los hacemos con materias primas de mucha calidad, sin nada artificial, ni margarinas ni mejorantes. Y buscando siempre el equilibrio para que no vayan saturados de azúcar”.
Además de estar muy bien horneados -con el exterior ligeramente crujiente y el interior tierno, bien cocido y alveolado-, deben también su éxito a la variedad y a su generoso contenido. Los tienen de tiramisú, de tarta de queso con compota natural de frutos rojos, de praliné de avellana con chocolate negro… aunque el más demandado es sin duda el de pistacho (hablamos de una pasta casera que verdaderamente sabe al fruto seco), seguido del croissant torrija, que no está frito (menos mal), sino impregnado de leche con canela y limón. A los forofos les tienen enganchados también con las especialidades del mes; el de octubre está relleno de crema de calabaza asada con canela y limón y bañado con un praliné de pipa de calabaza. Un delirio a tres euros la pieza.
“Si me cuentan esto hace tres años, me muero de la risa”, explica Arturo. Las cosas no han sido siempre fáciles para este conocido pastelero valenciano, al que la crisis económica de 2007 le obligó a cerrar la pastelería Chocolat, que estaba situada en Cirilo Amorós. Renunció entonces a tener tienda propia y se centró en la elaboración de productos de alta pastelería para hoteles, caterings y salones de banquetes desde su obrador en Catarroja. Pero llegó la pandemia, y de nuevo se vio en apuros. “Nos quedamos a cero de trabajo, fue un desastre”.
Observó que los únicos que conseguían mantenerse a flote eran las tiendas, así que se animó a regresar a la venta directa. Sukar abrió sus puertas en mayo de 2021; un pequeño establecimiento en una zona privilegiada enfocado sobre todo a la venta de pasteles, tartas de alta gama y chocolates. “Lo de incorporar una pequeña vitrina de bollería y productos salados tenía como objetivo mantener las ventas del día a día, porque las tartas se venden los fines de semana principalmente. Entonces fue cuando un influencer en Tik Tok publicó un video comiéndose nuestros croissants, después fue otro en Youtube… y todo estalló”. “No ha habido ningún acuerdo comercial detrás ni nada -asegura-, a mí esas cosas no me van. De hecho, no tenemos community manager. Nuestra cuenta de Instagram la llevamos como podemos entre yo y la persona que me ayuda en el obrador”. Sea por una razón o por otra, el caso es que los croissants se “merendaron” al resto de delicias de la tienda. Son, de lejos, el producto más demandado en estos momentos.
Como las redes no tienen patria, la locura colectiva con Sukar ha trascendido las fronteras de la ciudad. Arturo recibe a diario entre 15 y 20 peticiones de otras partes de España, pero él no tiene ninguna intención ni de activar la venta por correo ni ampliar la capacidad de su obrador. Trabajando por turnos desde la una de la mañana hasta la tarde, consiguen producir (y vender) unos 600 croissants cada fin de semana. “Esto es lo máximo a lo que podemos llegar manteniendo la misma calidad, y no me planteo hacer más”, zanja.
Antes de despedirnos, no podemos evitar preguntarle, muy golosamente, cuál será la próxima especialidad del mes. “El de calabaza lo vamos a aguantar las primeras semanas de noviembre, y después sacaremos uno nuevo bicolor de cacao con crema de chocolate del 70 por ciento relleno de toffe con un punto de sal. En Navidades volveremos al de turrón, pero con un punto distinto”.