VALENCIA. “You automatically think it could be him. You automatically think it could be him”. Dos adolescentes cantan a dúo, entre la travesura y la excitación, su aprensión a que cualquiera de los vecinos que se encuentran al paso pueda ser el asesino en serie que tiene atemorizada a la ciudad de Ipswich. El número musical es orgánico, nada estilizado, basado en repeticiones hipnóticas de frases y movimientos cotidianos. Lo que recoge London Road es, en definitiva, la vida en su esencia, pero elevada a la categoría de arte a través de la música. La película, presentada en el pasado Festival de Toronto, clausura este próximo 26 de septiembre San Sebastián, y es la adaptación de la obra de teatro homónima que arrasó durante dos temporadas en el National Theatre londinense.
El estribillo de la canción aludida es un extracto de las conversaciones reales que los habitantes del condado de Suffolk mantuvieron con la dramaturga Alecky Blythe tras el hallazgo de cinco prostitutas muertas en la zona. La transcripción de aquellos testimonios fue envuelta en melodía por el compositor Adam Cork y lo que en principio parecía un delirio escénico -un musical verbatim sobre un asesino en serie- se convirtió en 2011 en la revelación de la cartelera teatral londinense.
Ahora, el trío de ases que armó la propuesta, Blythe, Cork y el director Rufus Norris, han repetido equipo para su versión cinematográfica, y el resultado es fascinante.