VALÈNCIA. El conocido tema 'Love is in the air', lanzado en 1978 por el australiano John Paul Young, podría resumir a grandes rasgos el vector que empleó este viernes Compromís-Sumar para evitar la desmovilización de la izquierda de cara a las elecciones europeas del próximo 9 de junio. Ideas como "votar a Sumar es amar a la gente", "Sumar aporta la alegría del Gobierno", que hay que acudir a las urnas con "ilusión y esperanza" y convertir el voto "en un acto de amor brusco y salvaje" o que "las revoluciones las hacen los cansados" plagaron muchos de los discursos del cierre de campaña de la coalición electoral en València.
El protagonista, el de la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, que con el candidato de Compromís -número 3 en la lista-, Vicent Marzá, y otros primeras espadas de ambas formaciones centraron parte de sus proclamas en reactivar el electorado progresista pidiendo el voto para "frenar a la ultraderecha" y reivindicando el papel del partido fucsia en el Gobierno central, sin olvidar asuntos como el alza de los alquileres, la lucha contra el cambio climático, la defensa del feminismo o los ataques de Israel en Gaza para pedir "parar ese genocidio" y "juzgar a Netanhyahu como criminal de guerra".
El acto, que congregó cerca de 400 personas en la céntrica plaza de la Virgen del Cap i Casal, contó con un auténtico desembarco de la coalición electoral. Además de Díaz, aterrizaron en València el ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, el portavoz en el Congreso, Íñigo Errejón, y los candidatos a las europeas Estrella Galán (Sumar), Manu Pineda (IU) y Andere Nieva (Más Madrid), que contaron con la 'plana mayor' de Compromís como anfitriones: Águeda Micó y Alberto Ibáñez, diputados nacionales, y el portavoz de la coalición valencianista en Les Corts, Joan Baldoví. La cita, que empezó con el reparto de horchata y fartons al ritmo de Aitana, Zoo y La Fúmiga, contó con la presencia honorífica en el escenario del exalcalde de València, Joan Ribó, y transcurrió con normalidad salvo una interrupción por un joven al grito de "¡Se acaba la fiesta!".
Así, tras dejar suspendidas las desavenencias públicas de las negociaciones entre Compromís y la formación de Díaz, la coalición de izquierdas se encomendó a las medidas impulsadas por Sumar en el Ejecutivo central, apoyadas por Compromís desde el Congreso, como revulsivo para aglutinar el voto progresista ante la existencia de "muchas papeletas de la izquierda" -como admitió Errejón-. Un último arreón para combatir el desánimo y tratar de mejorar en las urnas el escueto resultado que, por el momento, le otorgan las encuestas: entre 3 y 4 escaños en el Parlamento Europeo, apenas uno o dos por encima de Podemos o Ahora Repúblicas (ERC, Bildu y BNG). La abstención constituyó un enemigo más a batir, además de "los poderosos", la derecha del "color oscuro" y un PSOE que cuando se viste de progresista es gracias a Sumar, se esmeraron en recalcar.
"Movilizaos, salid a votar en masa para darles una lección democrática. Para ello no hay nada mejor que la esperanza; el odio no moviliza a nadie, paraliza y destruye", espetó en una de sus alocuciones finales Yolanda Díaz contra el bloque de derechas conformado por PP y Vox, de los que dijo que "están nerviosos y ahora dicen que empatan", y pidió votar "con alegría, ilusión y esperanza". "¡Salid a votar para decirles que somos más, tenemos esperanza y vamos a cambiar este país!", arengó al auditorio, que si bien cumplió las expectativas numéricas de la coalición, estuvo lejos de llenar la amplísima plaza.
Todo ello, las palabras de Díaz, en conclusión de un fervoroso discurso donde la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo reivindicó los logros y promesas en materia de empleo y ayudas, como la subida del salario mínimo, la reducción de la jornada laboral o la prestación de 200 euros por hijo, y pidió "fuerza" en el Ejecutivo para "bajar los precios de los alquileres" -al parecer, "esto también se vota el día 9"-. "Estas elecciones no van solo de derrotar a la derecha, sino de algo más importante: de que gane la esperanza y hagamos posible lo que ya estamos haciendo, de que Sumar tenga más fuerza en el Gobierno para que todos podáis vivir mejor", aseguró la también coordinadora general del partido. Algo que no podrá ocurrir, dijo, "si Sumar no está fuerte".
Uno de los que más clamó para luchar contra el "cansancio" y el abstencionismo de izquierdas fue el candidato de Compromís y número 3 de la lista, Vicent Marzà, quien hizo especial hincapié en los "deberes" del sector progresista para convencer a su entorno contra el "miedo" propugnado por la derecha. "Ese miedo que paraliza, crea desafección en la política y hace creer que las cosas están lejos y son difíciles", explicó: un miedo que "también está afectando a compañeros, que tienen la duda de si pasar vergüenza metiendo la papeleta". "De alguna manera lo están consiguiendo", lamentó, y alertó con sorpresa de que "todavía hay gente que tiene dudas de ir a votar; ¿cómo puede ser? Con lo que nos ha costado demostrarles que en las urnas les podemos decir que somos más".
"Si cada uno de nosotros no convencemos a 10 ó 20 personas que todavía no lo tienen claro, este acto no habrá servido de nada", señaló en una parte de su intervención: "Si todavía hay gente cercana que tiene dudas, le decimos que voten". "Sé que estamos cansados y cansadas; ir contra los poderosos cansa", expuso al público, casi al completo formado por militantes y simpatizantes, a quienes recordó que "las revoluciones las hacen los cansados porque somos los que hacemos cosas". Y trajo a colación, a modo de precedentes, los "hilos rojos" del 15M, las huelgas feministas, "la lucha por la democracia y la memoria y la lucha para avanzar en derechos".
En juego, dijo, está "cambiar Europa, no solo en términos metafóricos, sino cambiar la vida de su gente". Y alertó de que también es un primer paso para "tumbar el gobierno de [Carlos] Mazón" en la Comunitat Valenciana ante los "recortes en educación, sanidad y servicios sociales". Y para ello reivindicó la unidad de la izquierda -"cuando nos juntamos hemos conseguido darle la vuelta a mayorías absolutas y demostrado que hay otra manera de gobernar"- pero criticó duramente a quienes "votan junto al PP el 90% de las veces en el Parlamento Europeo", en alusión al PSOE, por lo que proclamó que el "voto justo" es el de Compromís-Sumar.
En uno de los discursos más europeos de la tarde, el ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, aseguró que "vivimos tiempos difíciles" con "una guerra cronificada y una carrera armamentística desquiciada, una crisis climática imparable y el auge de fuerzas autoritarias xenófobas". Un panorama, dijo, ante el cual "es normal que exista malestar", caldo de cultivo, insistió, para que la extrema derecha "se aproveche y lo convierta en odio y violencia". Por ello, insistió en que "la ola reaccionaria no se frenará manteniendo la Europa que existe" sino "con más justicia social, redistribución de riqueza, más bienestar y más protección social frente a la incertidumbre".
Y como contrapunto, la cabeza de cartel para las europeas, Estrella Galán, atribuyó a esa "otra forma de hacer política" el "reivindicar la alegría de pelear por lo justo": "Nosotras no odiamos, acogemos y defendemos derechos. Queremos ser diversas y estamos orgullosas". Así, empleó las dicotomías entre el "odio" y la "alegría de avanzar"; el "recorte de derechos" y "la alegría de defender a la gente" para poner en valor el potencial de Sumar, que "aporta la alegría del Gobierno" estatal que conforma con el PSOE. De hecho, dijo, este 9J también se vota "la fuerza [de Sumar] en el Gobierno", por lo que pidió votar no sólo para "parar a la derecha y decir que no pasarán" o para "marcar el rumbo de Europa" sino también para que Sumar -el "corazón del Gobierno"- "lata con más fuerza".
Por su parte, el portavoz de Sumar en el Congreso, Íñigo Errejón, sostuvo una línea en el eje que articuló ya en Podemos entre los de arriba y los de abajo, para quienes "la vida se hace cada vez más dura e incierta". Se refirió así a "aquellos que no pueden más, que están resignados, que piensan que la vida solo puede dar molestias", a quienes les recordó que sufren "un malestar de época que nos afecta a todos". Y lo ejemplificó en "las empresas que llevan años viviendo de que quien paga, manda", los contratos de alquiler "donde tiene más poder el rentista" o las familias "de siempre que siguen mandando" y tienen a su "servicio" a los medios de comunicación. Así, dijo, "el desequilibrio de poder también se vota en las urnas, y recordó la necesidad de "democratizar" el poder judicial, dar la batalla de "la vivienda y los fondos buitre" así como conseguir la reducción de la jornada laboral.
A su vez, en el discurso más pasional de la tarde, pese a ser el primero de todos, Joan Baldoví, puso en valor la València "amable, verde y europea" de Joan Ribó y Compromís, al tiempo que criticó que "los orcos", en referencia al Partido Popular y Vox, quieran "devolver a Valencia al blanco y negro". Y aprovechó para calificar al Ejecutivo autonómico de "gobierno malvado que odia su propio pueblo" e instar a acudir a las urnas "juntos, alegres y combativos", en referencia a los versos del poeta Vicent Andrés Estellés, de quien también extrajo la idea de convertir el voto en "un acto de amor brusco y salvaje, que nos junte y nos empuje, con pasión", en lugar de hacerlo como una "costumbre amable y pacífica".