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Marc Granell, el triunfo de la poesía

El poeta (con tres antologías publicadas este año) abre las puertas de su estudio en Valencia: su habitación de niño y el lugar por el que han pasado generaciones de poetas

6/03/2016 - 

VALENCIA. Marc Granell es un escritor muy querido. Su bonhomía, su carácter irónico, su mirada lúcida y al mismo tiempo algo pícara, todo ello contribuye a hacer de él un personaje muy admirado y respetado. Los poetas jóvenes lo visitan en su casa de la calle del Conde Salvatierra y suben hasta la cuarta planta en un ascensor de época, de maderas nobles y gastadas, que asciende muy perezosamente, como preparándolos para el hablar lento y pausado de Granell.

"Cuando llegan siempre dicen: ¡vaya ascensor!, y luego, cuando entran en mi estudio, ¡vaya biblioteca!". Marc Granell sonríe, sentado en su escritorio, rodeado por unas librerías recargadas de libros y de recuerdos, en un estudio que mira a un amplio patio, desde donde entra una luz blanca y pura.

"Ésta era mi habitación de niño, y podría decir que en ella he pasado gran parte de mi vida. Ahora como estudio, pero cuando era niño tenía dos camas, una para mí y otra para mi hermano". Su hermano Manel Granell es un conocido ilustrador, también muy respetado por el gremio artístico. "Pero muy pronto, en este dormitorio, empezaron las tertulias... Durante mi adolescencia con los poetas Jaime Siles y José Luis Falcó... Y después con Eduard Verger y Josep Piera. Y más adelante con diversas generaciones de poetas: Josep Franco, Vicent Berenguer, Josep Ballester, Enric Sòria, Isidre Martínez... Bueno, por esta habitación ha pasado toda la poesía valenciana, hornadas y hornadas desde los años ochenta hasta hoy».


Marc Granell habla de todo ello con naturalidad, sin querer aparentar nada, tan sólo con el deseo de constatar una evidencia. "Aprendí en casa de Siles a dejar libros a los amigos y a favorecer en todo lo posible las tertulias. También aprendí de Vicente Aleixandre a ser atento con los jóvenes y a animarlos... No hay que tener demasiada prisa en publicar, hay que dejar madurar la voz, ser exigente y riguroso, y cuando estás seguro de que lo has dado todo, sólo entonces dar ese paso".

"La poesía exige la esencialidad"

De pronto, se detiene un momento y continúa: "Yo mismo hace años que no publico nada nuevo... La poesía es muy diferente a la prosa: necesitas que te venga la voz, que te reclame. La poesía exige la esencialidad. Y ahora no encuentro la manera de decir. Y cuando escribo algo me doy cuenta de que me repito ». En 1977, Marc Granell publicó Llarg camí llarg, al que siguió su poemario Notícia de la tribu. Ambos libros cosecharon un éxito inmediato, por su mirada existencialista de la naturaleza humana y por su tono crítico, con un fuerte contenido social. A estos títulos siguieron Refugi absent, Materials per a una mort meditada y Fira desolada. "A veces me dicen que con la que está cayendo podría volver a esa poesía de contenido social, pero yo ya lo escribí todo en su momento... Digamos que mi poesía preveía todo lo que está ocurriendo ahora".

Noto en Marc Granell un cierto desasosiego ante su sequía creativa. Desde 2006 no publica ningún libro nuevo. «La poesía nace de un fuerte estímulo, de un trauma, de un momento álgido de felicidad... Sí, podría escribir poesía de la cotidianeidad, pero me aburre un poco. A veces recibo alguno de esos poemarios y pienso: pero ¿qué interés tiene saber estas cosas del día a día de este poeta? Además, no poseo una voz elegiaca, que evoque el pasado, como hacen otros. Me crié en castellano... Mi padre era mecánico dentista y le gustaba la cultura, pero, aunque era originario de Sueca, nunca se le pasó por la cabeza hablarme en valenciano. Yo lo había oído a mi teta Carmen, que a duras penas sabía castellano, y también en Sueca, donde iba en el momento de la siega del arroz. En fin, que aprendí a hablar, leer y escribir en valenciano al mismo tiempo. ¡Era el año 1976!»

No deja de resultar sorprendente que uno de los grandes poetas en valenciano comenzase tan tarde a familiarizarse con la que sería su lengua literaria. «Al principio me daba mucha vergüenza hablarlo. Pero lo hice por un compromiso político, de respeto y estima a nuestra cultura. Josep Piera y Eduard Verger me ayudaron, y en el bar de la facultad de Filosofía y Letras me lancé a hablarlo. Hasta el año 1974, todos escribíamos en castellano. Incluso una parte de Llarg camí llarg se compuso primero en esa lengua... De pronto, el valenciano se transformó en una forma de vida. Gracias a la amistad...».

Este año, se han publicado tres antologías de su obra, en las editoriales Bromera, Andana y Edicions 96, esta última con un disco con poemas recitados por Vicent Camps, acompañado por la música de Miquel Pérez. «Mi poeta preferido es Antonio Machado. Con quince años, mi padre me regaló un libro suyo, comprado en la plaza Redonda... Al principio, ocultaba su influencia: no quedaba bien citarlo, se reían de mí... Mis amigos eran más de Juan Ramón Jiménez. Son cosas de la juventud, como las críticas de los poetas de mi generación con Vicent Andrés Estellés. ¡Hay que matar al padre! Se han dicho de animaladas...».

"Versos para Anna"

Uno de los poemarios más inesperados de Granell es el titulado Versos per a Anna. En este libro, cambia de registro poético y se transforma en trovador. «¡Me enamoré con 42 años! Yo que les decía a los jóvenes: ¡no escribáis poemas de amor! La poesía amorosa es la más complicada, porque aunque el amor te hace a veces más lúcido también te obnubila y te ciega. En realidad, este poemario surgió de una manera espontánea: eran los versos que ponía en los ramos de rosas que le enviaba a Anna. Soy muy clásico».

Marc ríe y lanza esa mirada algo pícara, que resulta sorprendente en ese hombre al mismo tiempo tan tímido y discreto. «Me declaré en el café Madrid. ¡Y a los siete meses me casé con ella! Mi padre también se casó tarde, con 48 años... Debe de ser una cosa de familia».

Y, sin embargo, ese conjunto de poemas, con versos llenos de metáforas exaltadas («Ets el mar, ets la flor, ets la batalla», dice en uno de los más bellos), resulta encantador, por su espontaneidad y frescura.De golpe, entre tanto pesimismo, entre tanto ver- so de combate y de lucha, se alza una voz amorosa y desesperada, que más que sorprender por su hon- dura enternece por su humanidad.

«Mis amigos no lo veían claro... Pero al final me animé a publicarlo. Lo envié a Edicions 62, que lo rechazó. Entonces, Josep Ballester lo publicó en la colección de poesía de Bromera. He vendido más de seis mil ejemplares. Que en poesía no es nada fácil... Es todo un best seller».

La verdad es que se está muy bien en aquel estudio. Es silencioso, luminoso y fresco. Echo un vistazo a la librería y veo una fotografía enmarcada donde aparecen Josep Piera, Eduard Verger, Adolf Beltran, Josep Lluís Seguí y el propio Marc, jovencísimos, algunos de ellos con unas barbas muy negras y pobladas. «Era cuando empezamos con la revista Cairell... En esta habitación mi padre me ayudaba a llevar la lista de subscriptores, y a ensobrar la revista para enviarla por correo». ¡En cuántos proyectos ha participado Marc Granell! ¡Y cuántos otros ha animado, con sus palabras juiciosas y llenas de esperanza!

Salimos del estudio y encontramos a Anna en una sala contigua, leyendo el periódico. Hace poco que se ha jubilado de su trabajo de profesora de filosofía en un instituto, y se la ve radiante y feliz. Marc me explica que también es escritora y que tiene un en- sayo sobre el amor muy interesante. Me la imagino recibiendo los ramos de flores del poeta enamorado (¡tantos como para después recopilar los versos en un poemario!), algo perpleja, y poniendo a prueba su resistencia filosófica ante tanto romanticismo.

«Els poetes són els éssers més inútils que hi ha sobre la terra», escribe Marc Granell en uno de sus poemas. Es posible. Pero, en este caso, qué duda cabe de que, al final, triunfó la poesía.

(La entrevista con Marc Granell se publicó en la revista Plaza de octubre de 2015)

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