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Margarita Soler, entre mar y montaña, de Gandia a Gilet

Nuestra ilustre veraneante, además de maestra y jurista de prestigio es una persona muy familiar que divide sus veranos entre la costa de Gandia o Jávea y el interior de Gilet, Adzaneta o Aras de los Olmos, para estar con los suyos, con quienes también ha recorrido Europa

21/07/2018 - 

VALÈNCIA.  ¿Cómo recuerdas los veranos de tu infancia?

¡Fantásticos! ¡Divertidos y eternos! Eran veranos familiares, de cuando las vacaciones se alargaban durante tres meses y dolía el corazón cuando tocaba hacer las maletas de vuelta a casa. En nuestro caso la mayor parte del tiempo lo pasábamos en Gandia: playa por la mañana, una buena comida marinera, siesta obligada de pijama –aunque esto es un decir en los meses de la canícula-, dos horas de digestión antes de volver al agua y, al atardecer, el paseo por el muro, los helados, la brisa, una cena ligera en casa o en cualquiera de las terrazas de la playa y, para terminar, lo mejor del día, esas tertulias nocturnas llenas de risas y confidencias que eran una fuente inagotable de sabiduría para las más pequeñas de la casa –somos cuatro hermanas- y que no terminaban nunca.

Y de la playa a la montaña, como era de rigor todos los veranos. La estancia en Gandia se interrumpía cuando nos desplazábamos durante unos días a las casas de nuestros respectivos abuelos paternos, en Adzeneta de Albaida, y maternos, en el campo entre Alberique y Tous. Tanto en una como en la otra nos juntábamos casi un par de decenas de primos y primas de las mismas edades y aquello era un jolgorio, canciones, risas, llantos,… ¡Qué recuerdos más entrañables y divertidos! 

Margarita Soler y sus hermanas en la playa de Gandía 

¿Veraneos muy familiares y muy caseros?

Así los recuerdo incluso cuando durante unos pocos días hacíamos algún viaje en coche. Eran viajes de descubrimiento. Aunque hacíamos planes –bueno, lo hacían mis padres a los que siempre les ha gustado viajar–, para nosotras era emocionante y creo que estos viajes nos marcaron mucho. Todas las hermanas hemos salido inquietas y con las maletas siempre preparadas para conocer nuevos mundos.

Imagino que veraneando en un sitio de playa como Gandia lo pasarías fenomenal en la adolescencia…

Efectivamente, fue otra forma de descubrir la vida, una época de tejer nuevas amistades, de mantener largas conversaciones, de conocer a chicos y chicas que venían de otras partes de España; de Madrid, sobre todo. Quedábamos en la playa, a jugar a tenis, empezábamos a salir por los locales esparcidos por la playa, algunas noches hacíamos nuestros pinitos en las discotecas –eso sí, con la hora de vuelta a casa prefijada, en fin… Y poco a poco, los viajes con amigos y amigas, especialmente cuando ya estaba en la Universidad: como cuando con una amiga me fui en tren a Alemania porque teníamos amigos allí o el viaje de fin de carrera con los compañeros y compañeras de clase. Son esas aventuras que recuerdas con cariño siempre. 

Estampa familiar en un viaje de verano ¿Cuándo te casas te cambian mucho los veranos o sigues disfrutando de la playa de Gandia?

De la playa de Gandia he seguido disfrutando siempre como también de los viajes familiares pero es verdad que los veraneos cambian. Compartes nuevas vivencias con otra persona y la familia se hace mucho más grande. Mi marido es de Aras de los Olmos y allí también tenemos familia y amigos. Además, nos compramos una casita en la Calderona, en Gilet, en medio de las montañas donde pasamos algunos días en verano y muchos fines de semana, especialmente cuando nuestro hijos eran pequeños. Verlos corriendo por el campo, bañándose en una pequeña piscina, comiendo la fruta que cogían directamente de los árboles son recuerdos imborrables, como lo son las cenas al fresco de la montaña con los amigos y amigas a la luz de las estrellas, conversando hasta altas horas de la madrugada.

Eres profesora universitaria, ¿ha cambiado esta circunstancia tu forma de vivir los veranos?

La docencia universitaria es vocacional y los profesores siempre nos llevamos nuestra mochila a cuestas, siempre queda algo por leer, un artículo por terminar, pero no nos podemos quejar. Lo normal es aprovechar los períodos no lectivos para realizar las estancias que necesitamos para nuestra labor investigadora. Afortunadamente, mi marido también es profesor universitario y hemos procurado irnos juntos siempre que hemos podido, también con nuestros hijos. Al principio era duro. Recuerdo, al poco de nacer mi hijo mayor, nuestra primera estancia en la Universidad de Londres. Para poder llevar todo lo que necesitaba –era un bebe de tres meses- y como nos íbamos a pasar allí 3 meses, nos fuimos en coche, y casi no cabíamos ni nosotros. Pero con el tiempo todos estos viajes han valido la pena. Para nuestros hijos ha sido una experiencia muy enriquecedora la de vivir durante algunos periodos en otros países, desde el punto de vista cultural y porque han aprendido a enfrentarse a los problemas en directo y en primera persona.

Margarita Soler ante Ximo Puig toma posesión como presidenta CJCCVDesde 2014 eres miembro del Consell Jurídic Consultiu de la Comunitat Valenciana y actualmente su presidenta, ¿qué es el CJCCV?

Es una institución consultiva similar al Consejo de Estado pero a nivel autonómico. Nuestra función es supervisar que las normas que pretende aprobar el Consell sean conformes a derecho, aunque también atiende otras necesidades jurídicas como ser la última decisión administrativa en materia de responsabilidades patrimoniales, peticiones concretas de asesoramiento de algunas instituciones como los ayuntamientos y las Universidades y, desde hace poco, también algunas propuestas normativas de les Corts Valencianes. Es una labor de estudio, callada y reflexiva, que en forma de dictámenes jurídicos busca, sobre todo y más allá de la oportunidad de las decisiones políticas, la mejora de la factura final de nuestras normas.

¿Y desde cuándo eres presidenta?

Soy presidenta desde octubre de 2017. La verdad es que estoy muy orgullosa de que el presidente de la Generalitat confiara en mi para desempeñar tal responsabilidad. Además, he tenido la suerte de que se haya conformado un pleno de gran calidad, plural y muy capaz que está realizando un gran trabajo.

Eres la primera mujer que ostenta tal responsabilidad, aunque cada vez hay más mujeres en este tipo de puestos.

Recientemente acaba de tomar posesión otra mujer, Mª Teresa Fernández de la Vega, como presidenta del Consejo de Estado, aunque es cierto que soy la única mujer que preside un consejo consultivo autonómico y la primera en la Comunitat Valenciana. Nuestro Consejo tiene una conformación paritaria y creo que así debe ser. Es una cuestión de normalidad democrática el hecho de que las mujeres podamos ocupar cualquier espacio en el ámbito público, especialmente aquellos de mayor responsabilidad cuyo acceso teníamos vedados hasta hace poco. Creo que la paridad es una cuestión de justicia que, gracias al esfuerzo de muchas mujeres a lo largo de mucho tiempo, está ahora imponiéndose cada vez más en nuestras sociedades. 

Margarita Soler con su marido y sus hijos de viaje por Europa Volvamos a los veranos, ¿qué planes tienes para este verano?

Sobre todo, descansar, leer novelas pendientes, hacer fotos... Cuando lleguen las vacaciones de agosto seguramente iremos algunos días a Gilet para disfrutar del clima y de la temperatura natural de sus noches, también nos acercaremos a Gandia y a Aras de los Olmos para estar con nuestras familias y, sobre todo, haremos alguna escapada, posiblemente por Europa, pero, ya sabes, como buenos mediterráneos lo organizamos todo a última hora, el clásico “pensat i fet” valenciano.

¿Algún viaje de este tipo que recuerdes de manera especial?

El año pasado de manera improvisada cogimos un vuelo hasta Trieste, alquilamos un coche y nos recorrimos toda la costa del Adriático, Zagreb, Dubrovnic, Montenegro, Mostar, Split, etc. Para mi fue muy especial porque me trajo recuerdos de mi viaje final de carrera a finales de los años ochenta cuando, recién graduados, visitamos la antigua Yugoslavia. Percibimos un cambio total. Se ha notado la integración en la Unión Europea en muchos de estos países, especialmente en materia de infraestructuras y modernización social.

Entre las localidades de interior, la playa de Gandia, los viajes al extranjero… ¿a qué huele tu verano?

Mis veranos huelen a tres cosas: el salitre del mar, el jazmín que tenían mis yayos en el patio de la casa de Adzaneta y,  el que más recuerdo en los tórridos meses de agosto, el que te envuelve cuando te cobijas a la sombra de una frondosa higuera.

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