VALÈNCIA. El president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, anunció este miércoles quiénes serán los consellers que le acompañarán a lo largo de su mandato al frente del Ejecutivo valenciano. Los primeras espadas del Gobierno valenciano de coalición formado por PP y Vox y que queda repartido en 10 carteras en las que los populares asumen macroáereas de gestión, el mayor peso presupuestario y el discurso político.
Entre los nombramientos realizados por el también presidente del PP de la Comunitat Valenciana hay algunos que destacan especialmente, bien por el peso de las carteras que asumirán, por la exposición pública y visibilidad que adquirirán semanalmente o simplemente por su pasado más inmediato. Es el caso de Ruth Merino, recién designada consellera de Hacienda, la primera de la historia de la Generalitat Valenciana. Nunca antes una mujer ocupó tal responsabilidad en 40 años de autogobierno. También se encargará de Economía y Administración Pública, y asumirá nada más y nada menos que la portavocía del Consell.
Su toma de posesión, sin embargo, la hizo en castellano y en sus intervenciones públicas nunca se le ha escuchado hablar valenciano. Algo que sí contrasta con sus predecesores –incluyendo del PP– y con el hecho de que el cargo suele comportar el dominio de esta lengua.
Merino es exmilitante de Ciudadanos. Y no una cualquiera, pues en la Comunitat tuvo un peso específico hasta que dijo 'adiós'. Fue quien tomó las riendas del partido cuando Toni Cantó se marchó abruptamente de la formación naranja. Asumió la sindicatura del grupo parlamentario de Les Corts Valencianes en uno de sus peores momentos: tuvo que lidiar con tránsfugas y debacles electorales. Pero el pasado mes de febrero dejó las siglas con duras críticas a la cúpula del partido al que se afilió en 2015.
Desde entonces, la apuesta de Mazón por esta técnico de Hacienda de profesión ha sido clara y manifiesta. Con ella inició la OPA a Cs a cuatro meses de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo. Fue su fichaje estrella e incluso preparó una rueda de prensa 'ad hoc' para celebrar su incorporación al equipo económico de lo populares: "Le damos la bienvenida y las gracias por el paso que da", dijo el ahora president de la Generalitat. Unas declaraciones por las que desde el inicio se presupuso que, en caso de que gobernasen, podría asumir responsabilidades en el Ejecutivo autonómico.
Ahora bien, su nombramiento de este miércoles –que ya circulaba previamente– generó estupor y descolocó a partes iguales en el seno del PPCV por las competencias que finalmente asumirá Merino. Junto a la Presidencia, Hacienda se considera el área clave en cualquier gobierno, ya sea autonómico o municipal, puesto que se convierte en el departamento que no solo despacha con todos los demás -con lo que ello implica: por ejemplo, conocer todos y cada uno de los problemas de cada área del Gobierno-, sino que es el que autoriza la disposición de crédito para poder desarrollar las políticas que cada uno quiere poner en marcha. Dicho de otro modo: es quien decide abrir el grifo presupuestario, o no. O quien opta por priorizar la autorización de fondos a una conselleria frente a otra en función de para lo que se quiera gastar.
En cualquier gobierno de coalición, de hecho, es una regla no escrita que quien ocupa la Presidencia, sitúa también al responsable de Hacienda para que sea de su mismo color político. Así lo hizo Ximo Puig durante dos legislaturas, primero con Vicent Soler y más tarde con Arcadi España (dos personas de su máxima confianza), o lo ha hecho Pedro Sánchez con María Jesús Montero al frente. Cierto es que Merino, desde entonces, forma parte del proyecto del PP, pero si bien en las filas populares esperaban verla en un cargo de responsabilidad, apuntaban a que sería otro de menor calado como el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF).
Una de las cuestiones que marcarán la agenda de la nueva consellera de Hacienda, es la reforma de la financiación autonómica. Un modelo caduco desde 2014 que no se ha reformado en casi una década ni por gobiernos del PP ni del PSOE en Madrid y que ella misma ha reclamado en diferentes ocasiones en el Parlamento valenciano. A ella le corresponde la defensa de los criterios poblacionales que benefician a los valencianos en una hipotética negociación de un nuevo modelo o en futuras convocatorias del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Una tarea en la que parece que contará con la ayuda de Eusebio Monzó. Todo apunta a que el exconcejal en el Ayuntamiento de València de 2015 a 2019 será secretario autonómico del ramo, cargo que ya desempeñó en el Consell de Alberto Fabra.
Por si fuera poco, Hacienda no será su única responsabilidad. También se encargará de Economía y Administración Pública. Otras dos competencias que resultan trascendentales: la gestión de la plantilla de la Generalitat -los funcionarios- y el área que se encargará de atraer inversiones a la autonomía, mantener una buena relación con las recién llegadas (como Volkswagen), o participar en el desarrollo e implantación de renovables junto a otra conselleria como la de Territorio.
Pero, sin duda, el rol que asume Merino y más recelos ha despertado es el de portavoz del Consell. Un puesto de gran responsabilidad pero, especialmente, de visibilidad para quien lo ocupa. Pocos esperaban que Mazón fuera a confiar en ella la voz del gobierno cada viernes y apostaban por perfiles con mayor arraigo orgánico.
Ahora bien, a pesar de las críticas, también cabe recordar que tampoco este es un puesto especialmente agradecido para quien lo ocupa, pues supone asumir el desgaste que comporta someterse cada viernes a las preguntas de los periodistas sobre cualquier tema que se aborde en el pleno del Consell así como de las cuestiones mediáticas de la semana que haya protagonizado el Gobierno, lo que también implica tener cierto dominio transversal del funcionamiento de todo el Ejecutivo. Una exposición pública que muchos otros rehuyen a pesar del cuestionamiento inicial.