Seis meses después del Seminari de Torrevieja, muchas de las metas que se fijó el Consell para la segunda mitad del año no se han alcanzado
Quien fracasa al planear está planeando fracasar. No sé a qué autor de libros de autoayuda se le ocurrió este juego de palabras que debería aplicarse el Consell de Ximo Puig en su tercer Seminari, a celebrar el fin de semana que viene en Sagunto, la ciudad de los últimos éxitos su Gobierno. Quedémonos con esa frase por no recurrir a la más conocida y menos benévola que dice: "No existen metas imposibles, sino hombres (y mujeres) incapaces".
El Consell va a tener que imponerse en el Seminari de Sagunto unas tareas para los próximos seis meses aún más ligeras que las de Torrevieja (julio de 2016), que ya venían aligeradas respecto a las de Morella (enero de 2016), ante su incapacidad manifiesta para cumplirlas.
Lo bueno de fijarse unas metas públicamente, y en eso hay que aplaudir la actitud del Ejecutivo valenciano, es que se obliga uno a trabajar para no quedar en evidencia. Lo malo es que uno no sea capaz de cumplir los objetivos porque entonces no puede sacar pecho ni siquiera por lo poco conseguido, por mucho que lo intente.
Como hicimos seis meses después del Seminari de Morella –porque seis meses es el plazo que establece el Consell para el cumplimiento de sus objetivos– en Valencia Plaza hemos cumplido con nuestra obligación de fiscalizar la acción de gobierno transcurrido ese tiempo desde el Seminari de Torrevieja, celebrado los días 9 y 10 de julio de 2016, en el que el Consell fijó sus tareas para el siguiente semestre.
El resultado es, de nuevo, decepcionante, como pudieron comprobar los lectores este sábado en una amplia y detallada información conselleria por conselleria. Porque, todo hay que decirlo, hay consellerias y consellerias. Y en algunas consellerias, hay secretarías autonómicas y secretarías autonómicas. En otras palabras, que unos funcionan mejor que otros, unos cumplen y otros no, y esto deberían tenerlo en cuenta Ximo Puig y Mónica Oltra –¡ojo!, que la conselleria de la vicepresidenta no es el mejor ejemplo de diligencia– de cara a la segunda parte de la legislatura, porque el poco hacer de algunos puede lastrar el buen hacer de los otros.
En el lado de los incumplimientos, el más destacado vuelve a ser el conseller Rafael Climent, quien todavía no ha presentado los proyectos de ley que se comprometió a aprobar en Morella. Climent no sólo fue el conseller que menos compromisos adquirió en aquel primer Seminari, sino que no los había cumplido cuando llegó el de Torrevieja –estaban en borrador, dijo– y sigue sin cumplirlos un año después. Valencia Plaza le ha pedido explicaciones al respecto, pero la Conselleria de Economía dice que las dará en Sagunto. Igual que el resto de incumplidores, por cierto. Ninguno ha querido en las dos últimas semanas responder a este periódico sobre sus tareas por hacer.
El caso del proyecto de Ley de Minería Sostenible es digno de mención aparte. Prometido en Morella, en Torrevieja se nos dijo que estaba en elaboración y que esa misma semana había sido presentada a los sectores afectados, entre los que destaca el del mármol. Tan inminente era, que Economía se permitió incluirla en julio en una imagen promocional como uno de sus logros del primer año de Gobierno, junto a otra ley nonata que también era inminente, la de Áreas Empresariales. Pues bien, esta es la hora en que de esas dos leyes no se han aprobado ni siquiera los proyectos.
En el lado de los cumplidores, destaca la consellera María José Salvador, que llegó a Torrevieja con todos sus deberes hechos y paseará por Sagunto de nuevo con la satisfacción del deber cumplido. Vista la experiencia de los dos anteriores seminarios y sus semestres, sería bueno que parte del tercero lo dedicasen a que la consellera de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio explicase a sus compañeros de Gobierno cómo no hacer el ridículo dentro de seis meses.
En medio, consellers que podrán presumir de unos objetivos cumplidos pero tendrán que dar explicaciones de otros compromisos que en algunos casos también están pendientes desde Morella. Las explicaciones de los consellers serán uno de los puntos de interés del Seminari de Sagunto. A ver a quién le echan la culpa.
En este periódico y en esta columna hemos criticado varias veces las formas de la consellera de Sanidad a la hora de los nombramientos de cargos intermedios, sea por anunciar el nombre de la ganadora en el caso de la directora del hospital La Fe antes de convocar el concurso de méritos, que ganó la proclamada, sea por la selección de un periodista sin experiencia ni formación en gestión sanitaria como director de Gestión Sanitaria, tras un proceso de selección en el que derrotó a expertos en gestión sanitaria con formación y experiencia en la materia.
Desde la Conselleria de Sanidad alegan que son cargos de confianza o de libre designación y que el proceso de selección lo que garantiza es la transparencia, la posibilidad de que se presente todo el mundo apto para el puesto y que el elegido cumpla los requisitos.
Lo cierto es que es un paripé, pero un paripé mejor que las formas que recuerdan al peor PP empleadas por Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) para colocar a dedo, sin proceso de selección alguno, al vicesecretario de Organización del PSPV, Francesc Romeu, y al periodista Manuel S. Jardí con sueldos de 56.000 euros. Nombramientos aprobados el viernes 23 de diciembre y silenciados por FGV y la Conselleria que dirige María José Salvador hasta que el 3 de enero Romeu decidió revelarlo en Facebook. Muy maloliente.