VALÈNCIA. Hubo un tiempo no muy lejano -hace apenas una década-, en el que València volvió a sonar como una ciudad amigable para la producción y exhibición de música y arte contemporáneo experimental. Desde luego, semejante apreciación no se debía a la existencia de una masa crítica de público ávida por seguir las últimas tendencias de performance e improvisación sonora, sino a la apertura encadenada de una serie de espacios independientes y autogestionados donde este tipo de manifestaciones encontraron un hogar.
Primero abrió sus puertas la Sala Naranja (2000-2008), que tenía su sede en la calle del barrio de Patraix y daba cabida a casi cualquier expresión artística contemporánea. En 2007 se fundó la asociación Magatzems en un amplio local situado en el número 53 de la calle Turia. A lo largo de sus cuatro años de actividad, este centro acogió 63 eventos (incluida la primera edición de la feria de autoedición Tenderete) y expuso la obra de 112 artistas. Durante un periodo de tres años su programación coincidió con la de otros dos espacios afines: La Clínica Mundana (Plaza del Ángel, 5) y Plutón c.c. (carrer d’En Plom, 5). La primera cerró en 2012 dejando para el recuerdo actuaciones como la del músico norteamericano Daniel Higgs y los ciclos Herzios y Audiometrías. En este pequeño edén de arte sonoro, música ambiental, electroacústica y ruidismo (que el propio Llorenç Barber considera su segunda casa) surgió también el proyecto La Orquesta Mundana, formada por Avelino Saavedra, Jean Montag, Antonio Sánchez, Josué Coloma y Edu Comelles. De forma variable participaban también Martí Guillém, Juan Antonio Nieto, Óscar Martín y Julián Bonequi. En otras palabras, La Clínica Mundana era la desembocadura natural para muchos de los alumnos y profesores de la rama de audiovisual y arte digital que emanaba de la Escuela de Bellas Artes de València, así como para talentos autodidactas.
La Clínica Mundana 2011(Festival Hz!)
Estos espacios, constituidos como asociaciones culturales sin ánimo de lucro y carentes de subvenciones, se financiaban gracias a las aportaciones personales de los propios socios y a la limitada liquidez que dejaban en caja los eventos a los que no se buscaba más rentabilidad que cubrir los gastos. La crisis económica se llevó por delante muchos de estos y otros proyectos filantrópicos excepto el pequeño y espartano Pluton c.c., un centro de investigación artística que todavía mantiene una agenda escueta pero constante de actuaciones y debates abierta al público. En sus paredes se celebró el pasado fin de semana un concierto del prestigioso artista intermedia José Manuel Berenguer, y también la 13ª edición del ciclo itinerante Pin Pan Pun, en el que participaron Antoni Baus (noise-industrial), ATTA (Avelino Saavedra y Martí Guillem), María Chavez y el neoyorquino afincado en València Jordi Wheeler, y por último el belga Manu Louis.