Hablamos de Conectando Gredos, fiestón con el que nos dirigimos a la Casa del Parque de Iruelas donde nos esperan más de treinta bodegas. Las de esos montes que nos tienen ganados desde hace ya muchos años. Con la garnacha y el albillo real como protagonistas. Durante siete horas en las que hay tiempo para todo lo muy molón. Catar, reír, zampar, bailar y hasta intentar ser máster de universo universal. Gracias a la colaboración de la siempre rica cocina de Doña Filo y la enorme actuación de La Gramola. Y empezamos plantándonos el sombrero y probando el Moska-tell Ancestral 2022 (Finca Fuentegalana). Alegría para empezar el día que te recorre para acompañarte toda la jornada y lo que haga falta. Frutoso con el juicio de los que da seguridad. Entre gurbujillas refinadas que son una auténtica monada junto al salpicón de gambas.
Encontramos la primera de las sorpresas de las muchas que nos esperan con el Jiménez Landi Clarete 2022 (Jiménez Landi). Garnacha y moscatel de Alejandría y rebién, tía. Con seriedad, guapura y el raspón de gatitos que ronronean de gusto. Porque son buenitos y queridos como su perfecto estar con la ensalada de garbanzos.
La Mujer Cañón 2021 (El Hombre Bala) es envra de armas tomar. Porque tiene el mundo a sus pies de tacones y carmín rojo. Con la madurez que aporta reposo. La de pisar fuerte con largas piernas de dar enormes zancadas. Para avanzar kilómetros sobre alfombras de terciopelo y con una terrina de setas.
Nos pasamos a un principiante que promete crecer a lo grande. El Mariuca 2023 (Finca Escondida) es la primera creación de esta casa que asegura ser hogar. Bajo la batuta del enólogo Alonso Medina, es garnacha. Con su barrica de 500, el alcohol integrado y un relente que es imponente con un carpaccio de jabalí.
Retrepamos al pico más alto con el Peña Caballera 2022 (Marañones). Granitos de profunda hondura y con cordura. Coronita de violetas madrileñas y tan risueñas. Paseando como ninfa por campos llenos de hierbas balsámicas de las que hacen desaparecer cualquier mal. Y tal cual nos lo tomamos con unas alubias con liebre.

Familiares lindezas
La Sobrina 2023 (Valdenoches) es parienta que de nuevo nos asombra. Porque es blanco de negra y segunda prensa. Una curiosidad que calma la sed con disfrute. Uno de esos a los que darle mucho tute y que caigan las botellas. Una tras otra y sin cesar, porque es riquez accesible con un taco de bacalao asao.
Nos trasladamos a los viñedos más presiozos con el Barrio de los Arroyuelos 2023 (Las Pedreras). Garnachismo que vibra con pasión. La sazón que dan las plantas de cocinar y crecen por el camino. Bayas asilvestradas que retrepan por riscos lejanos. Los que dibujamos con agilidad junto a una suprema de perdiz.
De nuevo nos quedamos pasmados, que tenemos por aquí haciendo vinos a un muchacho venido de Nueva Zelanda. Probamos el Roca Partida 2024 (Antípoda) que es pellejismo y pizarras haciendo todo despacito para que pueda ser exquisito. Requisito indispensable cuando aparecen las vieiras con salmorejo.
Aunque aparezca El Bufón 2023 (Arrayán) no le bufamos, muy al contrario. Porque es alma pura y textura sedosa. Poderío mineral perfectísimo hasta el final. Sentimientos de intenso placer de querer sin ceder hasta que se acabe. Cosa que no queremos que pase, que está aquí el pase de cordero confitado.
Con La Quebrá 2021 (Rico Nuevo) hacemos un requiebro de lisonjeo que agasaja. Con ese efervescente casi casi crujiente. Un valiente que es potente entre especias y florecillas secas. Recorrido de llanura que va hacia arriba sin cansarse por mucho que toque subir. Porque sabe que las vistas valdrán la pena con la carrillada de ternera.
Momento en que nos percatamos de que nos vigila El Vigilante 2023 (Pies Viejos) que observa con pupilas radiantes. Como los suelos que no tienen techo porque están dispuestos a llegar a lo más alto. De un salto o los que hagan falta, porque es perseverante y constante con unas hamburguesitas de rabo.
Toca despedirse con proyecto diferente y divertido como el Sedento 2020 (Vinos al Margen). Sistema Central que ahora se centra entre El Barraco y Cebreros y al que no le ponemos peros. Porque calma la sed de amor, aunque siempre deseemos más. Y en su locura, lo disfrutamos sin más y con unos quesos. De esos que saben a besos. Como los que os deseamos a puñados durante las vacaciones. Nos vemos a la vuelta, Bombones.