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VALÈNCIA (EFE). Tienen entre 17 y 20 años, abandonaron de forma prematura los estudios y tampoco trabajan, en algunos casos tienen familias desestructuradas e incluso conductas adictivas y estaban desmotivados y desorientados a la hora de labrarse un futuro laboral, pero su vida ha dado un giro de 180 grados.
Ahora Nerea, Jonathan, André, Manal y una segunda Nerea se han convertido en "joopers" y tienen claro que quieren dedicarse a la comunicación audiovisual, a la atención al cliente, a las personas con dependencia, a la restauración o ser bombero y todo gracias al programa "Jove Oportunitat" (JOOP) de la Generalitat que, por primera vez en esta edición, acoge a jóvenes con problemas de adicciones.
Charlas con un orientador o "coach" que refuerzan su autoestima y les motivan, visitas a empresas para conocer diferentes perfiles profesionales e incluso actividades socioculturales y deportivas permiten a estos jóvenes que huyen del estereotipo de "nini" (ni estudia ni trabaja) a dar pasos hacia un proyecto integral de vida, que incluya su integración laboral e incluso social.
El programa del Instituto Valenciano de la Juventud (IVAJ), que está financiado por el Fondo Social Europeo y donde colaboran 110 ayuntamientos, cumple su cuarta edición y ya ha orientado a casi 2.400 jóvenes de entre 16 y 21 años que habían dejado los estudios tras años de fracaso escolar, en muchos casos sin ni siquiera la ESO.
En una de estas charlas se advierte la complicidad de los chavales que, como Jonathan, reconoce a EFE que cuando le dijeron que eran "ninis" pensó que serían "desacataos" (desobedientes, en argot dominicano) o que les habían echado del colegio "50 veces", pero descubrió "gente muy buena que no ha tenido la suerte que otros pero con mucho corazón; las apariencias engañan".
En su caso, este joven de 18 años que sueña "ahora con más ganas" con opositar a bombero fue derivado de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) donde había recalado tras "varias multas" por consumo de cannabis y frustrado al no haber conseguido la nota para hacer el grado medio que quería de Protección Civil.
Aquí le han motivado la gente y el "coach" y la forma en que se ayudan en el día a día: "Esto no es aburrido. No vienes a coger un libro y estar cinco horas ni tienes que estar escuchando a nadie con algo que no te interesa. Es más de relación, hablar, contar si tenemos un problema".
"Te cuento mi vida y dices: 'Qué chaval más malo', pero tengo buen corazón", confiesa el joven, que viste de forma muy informal y con la gorra puesta del revés porque si se la quita, dice, se siente "desnudo".
Valora que les informen bien sobre posibilidades de estudios y no tener que acudir a internet, donde "te puedes encontrar una verdad o una mentira", y reconoce que charlar con el orientador y sus compañeros le "motiva" y le "centra".
Nerea tiene 20 años, dejó el "ritual de los estudios" cuando acabó la ESO con "una nota baja" y sin saber hacia dónde dirigir su vida, empezó a hacer cursos de formación continua pero muy cortos hasta que recaló en JOOP y ya es su segunda participación para "buscar trabajo" en algo que tenga que ver con la atención al cliente.
"La vida da mil vueltas. Había pensado ser auxiliar de veterinaria pero ahora he cambiado de idea y quiero ser recepcionista", asegura a EFE la joven, que aplaude que los cursos les motivan "a tope", les permiten hacer amistades y "aprender muchos valores".
De Portugal pero criado en Galicia y también con 20 años, André llegó a JOOP por recomendación de un amigo para sacarse la ESO -que no pudo hacer por problemas personales tras el divorcio de sus padres- y después de tres años de trabajo en hostelería y restauración que se truncó por la pandemia.
"Después no pude encontrar trabajo", asegura, y explica que le recomendaron iniciarse en otros campos en los que no tuviera experiencia a ver qué tal le iba; por eso, está a punto de meterse a aprender soldadura.
Asegura a EFE que lo mejor de esta experiencia son "las amistades y las confianzas con los compañeros" y le ayuda a descubrir otras profesiones en que pueda rendir mejor, y anima a otros jóvenes en su situación a probar la experiencia.
"Quiero tener un trabajo que sostenga mi vida, no pasar de un sitio a otro e incluso tener mi propio restaurante o bar", asegura.
Pau López es el orientador o "coach" de estos jóvenes a los que ayuda a encontrar la motivación que no han conseguido con el sistema educativo, para que "recuperen la ilusión para reengancharse a seguir estudiando o encontrar en el mundo laboral una salida".
"No hay una fórmula mágica de motivar", reconoce a EFE, y asegura que hay que darles una atención personalizada y en muchos casos el papel es "acompañarles" para saber dónde se tienen que matricular o qué pasos tienen que seguir para estudiar lo que quieren.
Aunque el perfil de jóvenes con adicciones es frecuente, este año por primera vez es la UCA quien les ha derivado a algunos jóvenes, en su caso tres, una de ellos enganchada al consumo de marihuana sintética y con la que tienen que "negociar" no consumir para ir a los cursos porque son "su única motivación".
El 61 % de los participantes corresponde a hombres, el 31 % pertenece a colectivos desfavorecidos y el 50 % ha logrado superar las pruebas de acceso a la FP, mientras que el éxito del programa se refleja en que al mes de acabar los cursos, el 62 % de los participantes está estudiando o trabajando.