VALÈNCIA. El diseñador valenciano es un caso un tanto atípico en el ecosistema del diseño en nuestra ciudad. Con Modesto Granados hablamos de la profesión y de profesionales afines, como Juan Martínez y Paco Bascuñán.
— Tu recorrido en la formación como diseñador ha sido un tanto peculiar…
— Fui muy mal estudiante. Un par de profesores me animaron amablemente a dejar el instituto y al mismo tiempo me lanzaron una pregunta que nadie me había realizado hasta el momento: «¿Pero tú qué quieres hacer?». Entonces lo único que quería era dibujar cómics, aunque posiblemente era el peor dibujante de la ciudad. Así que acabé en la antigua Escuela de Artes y Oficios de València. Otro momento clave posterior fue la asistencia a una exposición de Xavi Mariscal que se celebró en la Lonja. De repente entendí qué era el diseño.
— ¿Te hubiera gustado disponer de una mayor formación? ¿Crees que hoy en día tu trabajo sería distinto de tener una formación como la que reciben actualmente los estudiantes?
— Creo que hubiera podido tener una mejor formación en comparación con la disponible en aquellos días. Eso no quiere decir que yo no la disfrutara. Había pocos profesores que hubieran tenido una experiencia profesional, que me parece un aspecto importante. En aquella escuela había profesores que no deberían haber dado clase de Diseño —ni de cualquier otra asignatura— pero por el contrario había otros profesionales excelentes que al margen de las propias clases me ofrecieron enseñanzas muy valiosas que ahora entiendo y aprecio.
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