En el restaurante Belle Époque de Torrevieja, acompañado de gente bien de la ciudad, veo la primera edición del Telediario. La cadena estatal abre su informativo con los últimos detalles del asesinato del niño Gabriel Cruz. A remover este suceso TVE dedicará 37 de los 60 minutos de programa, repartidos en tres tandas: la inicial dura 27 minutos; la segunda, de ocho, está centrada en la confesión de la asesina, y la última, ya en la sección de deportes, de sólo dos minutos, recoge los tuits de destacados deportistas en recuerdo del malogrado niño. El informativo acaba con la imagen del menor, acompañada de la leyenda: “Todos somos Gabriel”.
Asisto, entre atónito y asustado, a una manipulación tan burda como eficaz de una terrible tragedia familiar. Comienza a dar miedo y asco vivir en este país. TVE participa, como las cadenas privadas, en la puesta en escena de una farsa en la que lo único auténtico es el dolor de los padres del pequeño. El resto de los personajes de esta macabra historia me provocan arcadas empezando por el ministro del Interior, que después de bajarse de la jaca, acude a ver a la familia para salir en la foto y derramar unas lagrimitas. Todo sea por un puñado de votos. Lo mismo cabe decir de la pequeña vicepresidenta, vestida de luto riguroso como la presentadora del telediario. Todo suena a impostura, a falsedad, a camelo.
Si el ministro de la jaca andaluza y la diminuta vicepresidenta se mueven más por intereses electorales que por humanidad, qué decir de los directivos de los medios de comunicación, especialmente los audiovisuales, que desde la desaparición del niño han dedicado millones de horas a estimular el morbo (y la ira) del público embrutecido para aumentar las audiencias. ¡Hasta Sálvame metió la cuchara en esa olla podrida por si pescaba algo! Todo a costa del dolor de unos padres que perdieron a su hijo. ¿Nos hemos vuelto locos?
Quo vadis, periodismo? ¿En qué te estás convirtiendo? ¿Hay algún diario nacional que haya publicado recientemente alguna exclusiva comprometedora para este Gobierno que no gobierna? El nivel de degradación de algunos medios es asombroso pero ninguno puede competir con TVE, a excepción, claro está, de los talibanes nacionalistas de TV3.
Los directivos de TVE, a picar piedra a Alcatraz
En la televisión estatal hay excelentes profesionales, pero a sus directivos, con su presidente José Antonio Sánchez al frente —a quien conocí en el ABC mientras Anson se dedicaba a cortejar a las redactoras rubias, entre ellas Isabel San Sebastián—, habría que ponerles a picar piedra en Alcatraz si esta cárcel siguiese abierta. El tratamiento informativo dado a la desaparición y posterior hallazgo del cadáver de Gabriel merecería ser llevado a un juzgado de guardia. La estrategia urdida por los gerifaltes de TVE es sencilla y persigue un doble objetivo: demostrar que este Gobierno incompetente es eficaz en la persecución de los delincuentes —nunca se han visto tantos guardias civiles y policías desfilar por sus informativos— y al tiempo tapar los casos de corrupción y las miserias operativas de un partido en liquidación por derribo.
¿Dónde hay que firmar para que vendan TVE a Berlusconi? ¿Qué sentido tiene mantener su costosa infraestructura si ha dejado de prestar un servicio público?
Ya se vio el espectáculo que los medios montaron, con TVE a la cabeza, cuando se descubrió el cadáver de la joven Diana Quer en Navidad. Aquella cobertura, sin embargo, ha sido superada por la del asesinato del pequeño Gabriel. A la espera de otro suceso truculento, la cadena estatal se dedicará, mientras tanto, a la climatología, al tontiloco de Puigdemont y a Cristiano Ronaldo. Ese es su menú. En uno de los días de febrero, TVE dedicó 32 minutos de informativo a recordar que en invierno hace frío y nieva. ¡32 minutos! Con más veinte conexiones en directo. Estas son las exclusivas de una televisión pagada con nuestros impuestos y que reparte el resto su programación entre concursos de cantantes imberbes, aprendices de cocinero, sastres de extrema sensibilidad y el odioso Cuéntame de los multimillonarios Arias y Duato.
Si TVE ha renunciado a prestar un servicio público, ¿qué sentido tiene seguir sosteniendo su costosa infraestructura? ¡Que destinen su presupuesto a pagar las pensiones de los abuelos! ¿Dónde hay que firmar para que la cierren o se la vendan a nuestro admirado Berlusconi? El Cavaliere anda muy triste desde que perdió las últimas elecciones italianas, y una manera de devolverle la sonrisa sería venderle la televisión de todos los españoles. Ahora que se acerca la Semana Santa sería un acto de caridad cristiana. Hasta el Papa Francisco lo vería con buenos ojos.