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La cultura, relato y altavoz de la tragedia de la Dana

Libros, documentales, ilustración o arte urbano cuentan la riada desde las artes

  • Obra de Paco Roca y Martín Forés.
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VALÈNCIA. Desde el impulso o la reflexión. Entre la rabia y la gratitud por la ola de solidaridad. Y con dolor, mucho dolor. La necesidad de contarnos con todos nuestros matices es el corazón de la creación artística, una creatividad desde la que ,en estos últimos doce meses, se ha dado forma al relato plural de la Dana. Desde el fatídico 29 de octubre de 2024, la cultura ha tratado de canalizar una experiencia compartida dando como resultado un buen puñado de obras que, través de la música, las artes visuales o la literatura, componen el relato de la zona cero.

Libros: contar la Dana

Uno de los sectores más golpeados por la Dana fue el editorial. La mayoría de sellos valencianos vieron afectados sus catálogos al anegarse dos naves de empresas distribuidoras, con una afectación cercana al millón de ejemplares. Pero también la literatura es una de las disciplinas más inmediatas y que antes responden a los cambios del mundo. A lo largo de este año, se han ido publicando, primero como gesto solidario y más tarde como altavoz de lo que ocurrió el 29-O, diferentes títulos.

Empezando por la crónica puramente periodística, Sergi Pitarch, Lucas Marco y Esperança Camps presentan diferentes relatos minuciosos sobre lo que ocurrió aquel fatídico día, tomando como punto de partida tanto los testimonios como sobre todo la investigación judicial. En 29-0: Les hores del caos (Bromera/Península), Pitarch aborda la crónica hora a hora; en 20:11. Reconstrucció judicial al minut de la Dana (Sembra Llibres), Marco reconstruye todos los materiales con los que cuenta la jueza de Catarroja que investiga la supuesta negligencia política; y en Els morts de Mazón (Vilaweb), Camps hace lo propio aunque le añade el análisis político en el que apunta directamente a la responsabilidad del President.

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Más allá de la crónica de ese día, Víctor Maceda propone en Les cicatrius de València. De la fúria de l’aigua a la catarsi col·lectiva (Pòrtic) un paralelismo de las negligencias públicas y la respuesta popular en la histórica riada que padeció València en 1957 y la del año pasado. En una clave más académica, Dafne Calvo, Germán Llorca-Abad y Lorena Cano-Orón publicaron Bulos y barro (Catarata), en el que toman la Dana como reflejo de la desinformación que ha sistematizado la ultraderecha para agitar a la población en momentos cruciales.

Pero también se ha hecho literatura fuera del ámbito periodístico. Varios libros también recogen crónicas del mismo día de la Dana, aunque cruzándolo con los elementos más literarios. Es el caso de Crónicas del barro (Barlin Libros), resultado de un taller con alumnado del IES Berenguer Dalmau de Catarroja, trece historias que narran, en primera persona, aquello que vivieron el 29-O. Renàixer del Fang (Ara Llibres) fue el primer libro que se publicó sobre la Dana, recogiendo relatos urgentes de escritores valencianos como Núria Cadenes, Paco Cerdà o Vicent Baydal sobre la tragedia para responder a las librerías arrasadas por la riada. Finalmente, Lágrimas de barro, de Carmen Amoraga y Maxi Roldán, combina testimonios, opinión y periodismo para contar, no solo el día de la tragedia  sino también los meses posteriores.

Ese río de jóvenes reaccionando a la tragedia y llenando las calles de solidaridad, que desmontó cualquier prejuicio sobre su pasotismo, pero también su vulnerabilidad es afrontada por Marta Meneu en D’acer i de cristall, una novela hecha a partir de los testimonios de diferentes jóvenes, pero novelada. 

Otros libros también se han publicado teniendo en cuenta la Dana pero con materiales anteriores a la tragedia. Es el caso de dos antologías, Que torne la joia pura del carrer! Versos per la Dana (Onada) y Demà serà una cançó (Andana), que recogen poemas e ilustraciones de grandes autores de la literatura valenciana y cuyo mensaje también ha resonado estos meses. Por último, una coincidencia: la Acadèmia Valenciana de la Llengua y el Ayuntamiento de València han recuperado este 2025, en honor al centenario de la escritora María Beneyto, El río viene crecido, una novela escrita en 1959 pero que relata las riadas del 49 y el 57. Dice Rafa Lahuerta en el prólogo de la versión en valenciano: “València es lo que pasa entre riada y riada”.

La música, con las víctimas

La música ha sido, como tantas veces, una forma de duelo, denuncia y reconstrucción colectiva. En el último año, numerosos artistas valencianos —y algunos de fuera— han respondido desde la canción al impacto de la Dana, ya sea desde la crónica íntima, el homenaje coral o la exigencia de justicia.

El primer impulso vino de Rei Ortolá, que compuso Voces de Valencia como un canto a su ciudad natal, pero sobre todo a la solidaridad que emergió del barro. La canción nació pocos días después de la tragedia, en homenaje a los miles de voluntarios que “acudieron desde el primer día sin pedir nada a cambio”. Un año después, Ortolá ha presentado una nueva versión con arreglos orquestales de Fernando Velázquez, al frente de la Euskadiko Orkestra, y con las voces de Rozalén, María José Llergo, Pasión Vega, Santero y Los Muchachos y Aldhara

También desde la emoción compartida surgió Lodo, reinterpretada por diecisiete artistas valencianos dentro de la iniciativa solidaria Veus per València, impulsada por Turia y la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana (FSMCV). La canción de Xoel López se transformó en diciembre en un himno coral por la resiliencia, en el que participan nombres como Samantha Gilabert, Pablo Sánchez (La Raíz, Ciudad Jara), Nebulossa, Artur Martínez (La Fúmiga), Jorge Martí (La Habitación Roja) o Sandra Monfort.

Más explícitamente político es Lladres de sobretaula, producida por Panxo y Pxllt, antiguos miembros de Zoo, y producida en colaboración con las asociaciones Víctimes DANA Octubre 2024 y Víctimes Mortals DANA 29-O. La canción reúne a figuras como Pablo Sánchez, Malifeta, Abril, Los Chikos del Maíz y Tito Pontet para denunciar “la falta de responsabilidad política y la distancia entre las instituciones y la realidad de los pueblos”. 

En un registro más íntimo, el dúo peruano Alejandro y María Laura, afincado en València, ha canalizado la propia pérdida de su casa inundada en Paiporta en El río no tiene culpa. Nacida como un ejercicio de catarsis sugerido por una terapeuta, la canción se ha convertido en una colaboración con Greenpeace, que la presenta como “una llamada a la acción frente a la crisis climática”. 

Finalmente, el regreso de Feliu Ventura después de tres años de silencio escénico toma forma en Quan el cel es tornà negre, una dansà tradicional acompañada por las voces de La Maria, Titana, Miquel Gil, Pep Gimeno Botifarra y Vicent Torrent. Ventura aborda la Dana desde la memoria y la indignación compartida: “No habla de meteorología, sino de memoria. Explica como un pueblo autoorganizado ha sido infinitamente más eficaz que los incompetentes con competencias” .

Arte: crítica y homenaje

Cuando el joven Adrián Larok, estudiante del Máster de Producción Artística de la Universitat Politècnica de València, presentó su obra para la muestra PAM!25 probablemente no imaginó que se encontraría con el Consell de frente, que hablaron de “odio” o “linchamiento”, lo que generó un verdadero efecto Streisand. La pieza, que lleva por título No oblidem, es un grafiti sobre tela que presenta al president de la Generalitat, Carlos Mazón, vestido con un mono de prisionero sosteniendo un cartel con la cifra de fallecidos por la Dana y acompañado por el texto ‘A presó’, una pieza que desde entonces se ha replicado en todas las manifestaciones celebradas para pedir la dimisión del president. 

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No es Larok el único que ha puesto el ojo en la gestión de Mazón, que también ha sido retratado, entre otros, por Escif, en este caso en su despacho y ataviado con un traje que le queda grande, o por J. Warx, que lo presenta corriendo vestido de runner frente a varios coches apilados por la fuerza de la riada, una imagen a la que le acompaña el mensaje ‘Huir hacia delante’. Los muros de la ciudad han sido espacio de crítica y también homenaje. En este último bloque se enmarca el gran mural firmado por los dibujantes valencianos Paco Roca y Martín Forés en La Rambleta, que se convirtió en uno de los puntos de distribución de ayuda en los primeros días de la emergencia, una solidaridad improvisada que ha quedado reflejada con la figura de una voluntaria cargando una escoba y un capazo.

El artista Napol ha sido otro de los creadores que han volcado su vivencia sobre el lienzo. La casa del creador, radicado en Sedaví, quedó devastada por la riada, una experiencia que plasmó en la pieza 20:11, en referencia a la hora en envío de la alarma Es-Alert, una reinterpretación del Guernica de Pablo Picasso. Así, el arte urbano o la ilustración ha sido reflejo casi a tiempo real con piezas de otros tantos creadores como Elías Taño, Cristina Durán o Juárez Casanova, reunidos en la muestra Dana gráfica que acogió Las Naves, o la iniciativa Designers for València impulsada por Gráffica, artistas que han traducido los diferentes sentimientos de la sociedad valenciana, de la rabia al agradecimiento, en imágenes que nos han relatado en estos últimos doce meses.

  • 20:11, obra del artista Napol -

La fotografía, entre el presente y el recuerdo

La fotografía ha sido indispensable para registrar, día a día, una Dana que se cuenta entre la destrucción, la reconstrucción, la indignación o la esperanza. Todos los matices se dan en unas fotografías que, además de ser reflejo cada día en el periódico, también han encontrado nuevas miradas en el recorrido expositivo, que esta misma semana suma nuevas citas con Un any de la Dana, una muestra impulsada por la Unió de Periodistes que se puede ver en el Congreso de los Diputados; Personajes de la DANA, del artista y docente universitario Antonio García López en Ca Revolta, o el proyecto ANDANA. Lugar de memorias, en el Museu Valencià de la Festa de Algemesí. El fotoperiodismo valenciano, además, ha sido reconocido con premios como el prestigioso Picture of the Year Latam, que otorga Poy Latam, que este año ha premiado a Biel Aliño por su cobertura de la Dana para la Agencia EFE.

La fotografía ha sido clave para registrar todo aquello que ha ido aconteciendo en el último año, pero no solo las imágenes que han capturado los efectos de la Dana son importantes, también aquellas perdidas por la riada. Apenas habían pasado unos días del fatídico 29 de octubre cuando la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) publicó el siguiente mensaje por redes sociales: “Sabemos el valor inmenso que tienen esas imágenes de momentos felices, de personas queridas, de recuerdos que hablan de lo que somos y de los que ya no están. No los tiren. Esas fotos dañadas aún pueden tener esperanza de recuperarse”. 

Este fue el punto de partida de Salvem les fotos, un proyecto de recuperación de las imágenes familiares de los afectados, remitidas por los propios vecinos o por voluntarios que las encontraron en la zona cero, que a día de hoy suma 340.000 fotografías recogidas, la mayoría ya devueltas a sus dueños tras un proceso de restauración que les ha llevado a desarrollar incluso nuevas herramientas, un proceso que se recoge en una exposición que actualmente acoge el Centre del Carme.

No-ficción para retratar la tragedia y la solidaridad

El relato audiovisual de la Dana se debe, por ahora, a los documentales. Por ejemplo, Las capas de la memoria, un proyecto impulsado por la Universitat de València y la Academia de Cine —y que se estrenó el pasado martes en La Mostra de València— que transforma fotografías familiares dañadas por la riada en ocho piezas fílmicas sobre la pérdida y la esperanza.

También desde la mirada ciudadana, el cortometraje documental Voluntarios: la riada silenciosa, promovido por La Rambleta, reconstruye los días posteriores a la tragedia a través de quienes acudieron a ayudar, poniendo el foco el valor colectivo de la solidaridad.

Por su parte, Riadas, de José Luis Rancaño y Raúl Cerezo. Producido por La Dalia Films (la productora responsable del largometraje de ficción Olvido, que abordaba la riuà del 57), ofrece un retrato coral de las víctimas y de la falta de previsión institucional, en paralelo a la otra gran riada. “Era indispensable conocer las historias de quienes lo sufrieron en primera persona, sin censuras ni manipulaciones”, explica su productor José Luis Rancaño. El enfoque más introspectivo llega con DANA: Cómo reconstruir una vida cuando se ha perdido todo, del realizador Miguel Ángel Tobías, que aborda el trauma desde la salud mental y el acompañamiento.

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