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EL PEOR DE LOS TIEMPOS / OPINIÓN

Las otras caras de la incertidumbre: la educación secundaria

Quizá la mejor manera de terminar con los bandazos educativos sería aprovechar un gobierno de “gran coalición” para llegar a un acuerdo sobre la enseñanza en España

3/04/2016 - 

VALENCIA. Se está hablando mucho del coste que la incertidumbre derivada de la falta de un gobierno con plena capacidad está teniendo sobre la economía española. Sin embargo, la transitoriedad de la situación actual no se limita al ámbito económico. 

La incertidumbre sobre la evolución a corto plazo del sistema educativo no es un asunto menor. La espada de Damocles que pende sobre la LOMCE es un ejemplo de ello, puesto que un gobierno de diferente signo suspendería su aplicación y quedarían en el aire diversos asuntos. Uno de ellos es el acceso a la universidad, de manera que los alumnos que están cursando primero de bachillerato no saben si tendrán que realizar las pruebas de “selectividad” en 2017. Desde el punto de vista de la enseñanza superior, el vacío actual ha hecho que se posponga nuevamente la (voluntaria) aplicación del 3+2 (tres años de grado y dos de máster) en las universidades públicas españolas. 

Situaciones como ésta son muy perjudiciales, pues si en algún ámbito es necesario trabajar a largo plazo es en la educación. A este respecto resulta muy interesante una reflexión publicada recientemente en el CESifo (“Tuning secondary education”) donde se comparan los sistemas de enseñanza secundaria en la UE y se preguntan si sería necesaria una mayor implicación de las autoridades europeas en ellos.

Actualmente, en la UE, la educación primaria es bastante homogénea, tanto en lo que se refiere a la duración de los estudios como en los objetivos. En el nivel universitario, la aplicación del sistema europeo de reconocimiento de créditos (llamado Bolonia) ha supuesto también reducir las diferencias entre los países firmantes. Es en la educación secundaria donde persiste una mayor heterogeneidad en Europa.

La educación se considera, en términos económicos, un bien público, puesto que una buena parte de los beneficios del proceso formativo del individuo revierte en la sociedad, en especial la educación primaria y la secundaria. Por ese motivo, si se dejase solamente a la elección y provisión individual, los resultados podrían ser inferiores a los deseables. En realidad, el problema reside en que la información sobre la calidad de la educación no es siempre fácil de obtener, a no ser que sea monitorizada y evaluada mediante sistemas públicos. Además, si tuviera que financiarse individualmente, algunos estudiantes no lograrían los recursos necesarios. Estas razones hacen que el sistema educativo tenga una elevada participación pública, no sólo en la provisión sino también en la inspección y evaluación de los centros tanto públicos como privados. No obstante, el propio sector público puede tener fallos e incluso puede no disponer de la información adecuada o tener dificultades para llevar a cabo una eficiente coordinación del sistema. 

Es muy difícil lograr la armonización de la educación secundaria en la UE, puesto que ES el resultado de largos procesos históricos

Es muy difícil lograr la armonización de la educación secundaria en la UE, puesto que es el resultado de largos procesos históricos y su evolución tiene raíces culturales. En la mayoría de casos la dualidad entre formación secundaria vocacional y con orientación hacia los estudios superiores procede de hace, al menos, un par de siglos. El “Lycée” francés nació en la época napoleónica, mientras que los “Gymnasiums” austro-alemanes se crearon tras la reforma protestante en el siglo XVI. En cuanto a la formación vocacional o profesional, en muchas ocasiones surgió de los propios gremios o de asociaciones industriales. Con el tiempo, la mayor parte de los países adoptaron enfoques “comprensivos”, con menor separación entre ambas variantes de la educación secundaria. Incluso entre aquellos que  aplican dicha separación, el momento difiere: en Alemania se hace a los 10 años, mientras que en España ha oscilado entre los 14 y los 16 años. Lo importante de la enseñanza secundaria es que los alumnos que la completan pueden, en principio, acceder al mercado de trabajo con una formación más avanzada que la educación primaria, bien sea en habilidades generales o en habilidades técnicas o profesionales. 

Lo que sí que se ha demostrado a partir de los resultados de la evaluación de alumnos de 15 años en el proyecto Pisa es que en todos los países analizados, incluyendo por tanto los de la UE, los factores socioeconómicos continúan siendo relevantes para explicar no sólo el rendimiento de los alumnos, sino el propio acceso a la educación superior. Esto continúa siendo una fuente de preocupación en los sistemas educativos de toda la UE, de manera que se hacen esfuerzos constantes por mejorarlos. 

Sistema dual

Las reformas más recientes en diversos países europeos han ido, frecuentemente, en una dirección muy concreta. Antes de la crisis de la eurozona, el sistema dual se estaba reconsiderando, incluyendo en la propia Alemania, al considerarlo rígido y con dificultades para adaptarse a las nuevas necesidades de la sociedad (al seleccionar a los estudiantes a una edad temprana), mientras que los sistemas comprensivos parecían dar mayor flexibilidad para el empleo. Sin embargo, los países de educación dual resistieron mejor la crisis: el desempleo juvenil es significativamente menor en Alemania y los países de su área de influencia debido, en buena manera, a la promesa implícita de encontrar un trabajo al final.

En países como España se ha intentado ir en esa dirección, reformando la formación profesional para acercarla al modelo alemán. Es quizá un poco pronto para evaluarla, aunque probablemente ha sido adecuada. El mayor problema reside en que debe adaptarse a la estructura productiva de cada región y al tipo de tejido económico (industrial o de servicios) para que pueda absorber a los estudiantes en formación y genere empleo estable. El riesgo se concentra en las propias debilidades del modelo alemán en que se basa: por un lado, la formación lograda es muy especializada, lo que hace difícil la adaptación a cambios en el mercado de trabajo; por otro lado, los alumnos con formación vocacional o técnica están muy segmentados en Alemania de acuerdo con el origen socioeconómico de la familia y los resultados académicos. La evidencia muestra que realizar la elección alrededor de los 15 años (precisamente el rango de edad de España) evitaría parte de estos problemas. 

Aunque todos los países revisan sus sistemas educativos de manera periódica, desde la transición los cambios han sido demasiado numerosos y la situación de provisionalidad constante cada vez que se prevé un cambio en el signo político del gobierno no favorece la mejora de los rendimientos educativos ni, lo que es tanto o más importante, la equidad. Los últimos meses vuelven a ser una muestra de esta situación. Quizá la mejor manera de terminar con los bandazos educativos sería aprovechar un gobierno de “gran coalición” para llegar a un acuerdo sobre la enseñanza en España. Pero, ¡esperen!: olvidaba que estamos todavía en el peor de los tiempos. 

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