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LO PERSONAL Y POLÍTICO III

Sandra Gómez o aquel Marítimo 'mágico'

24/01/2021 - 

VALÈNCIA. No duda en hundir sus pies en la arena. Ella y el horizonte azul, en calma, los ojos apretados por el viento intenso y el cabello anárquico. Se hablan de tú a tú. Después de tantos momentos compartidos, de tantas carreras cuando el sol saluda, de vueltas y vueltas con amigos, de tantos paseos con su perro, la playa es casi una confidente para Sandra Gómez (València, 1985), un miembro más de su círculo. Aquí, en la fachada marítima, donde las casas todavía dejan ver el firmamento y el horizonte bifásico, echa sus anclas la dirigente socialista de la ciudad de València. 

Lo lleva con orgullo. Aunque quisiera no podría ocultarlo. Se lo impiden, por ejemplo, aquellas noches a la fresca con sus padres y sus amigos, en la explanada del paseo marítimo, junto al resto del barrio, jugando en el suelo, en la arena. Aquellos caracoles, la tortilla, la sandía. Aquella niñez al cobijo de la comunidad, del vecindario, antes de que hurtasen la calle, ejerciendo la libertad que permite el campo abierto y la supervisión de los tuyos. Gómez viene de aquel calor y no lo olvida. Hoy lo viste de cierto halo mágico al buscar en esa carpeta, la de los años noventa, en el mismo paseo del Cabanyal con Valencia PlazaRemira en aquellos veranos en los que acudía al Balneario de Las Arenas cuando todavía era piscina. Iba todos los años. Venía todos los años.

En el Marítimo, la gente es más de aquí que de València, explica la actual vicealcaldesa. Aunque su residencia juvenil estuvo en el Grau, según comenta, en el Cabanyal residen la mayoría de sus recuerdos, mucho más frecuentes que en la gran urbe de València. Entonces acudía al colegio de La Pureza de María, un centro concertado y religioso del barrio. Fue donde Gómez vivió su infancia y adolescencia, en clases exclusivamente femeninas, cuya entrada tenían permitida los chicos a partir del 92, pero donde, pese a ello, los chavalines tardaron en irrumpir.

Quizá hoy se tenga por algo más reprobado, pero entonces no era extraño encontrar colegios concertados que segregaban por sexo, y con aquello -"lo peor que podía ofrecer el colegio en aquel momento", confiesa-, extirpaban una parte importante de diversidad y pluralidad. "Es antinatural y absurdo y arcaico", subraya: era "negativo". Y lo notó. Pero ningún sistema educativo, no obstante, iba a impedirle encontrarse con ellos, los chicos del colegio próximo, El Rosario.

De hecho, sus reuniones se producían en la plaza del Rosario, hoy centro recuperado del barrio todavía en vías de rehabilitación que es el Cabanyal. Compartían las chucherías del local de moda, el Compás, durante los años de candidez, y allí liberaron más tarde sus hormonas durante "la edad del pavo". Encontrarse allí resultaba una subversión al sistema que segregaba. Entonces discurrían sus batallas anuales el último día lectivo antes de Navidad: unas y otros se perseguían por las calles con licencia para casi cualquier cosa y se lanzaban huevos y espuma sin reparo. "Formaba parte de los usos y costumbres de los adolescentes de entonces", explica. Aquello sí que era libertad.

El humilde pasado familiar aflora orgulloso y reivindicativo de las palabras de Gómez. De su abuelo llegado migrante desde Cuenca a la capital del Túria porque "la dictadura mataba de hambre a la gente del interior", de su modesto empleo en València como acomodador de cine, de la imposibilidad de su padre para tener una educación universitaria. Acudieron allí, a las colmenas de Mislata, de cerca de Nuevo Centro y también del Grau, donde se refugiaban los aterrizados del campo. "Fui la primera persona de mi familia en ir a la universidad", dice entre el lamento y la exaltación de quien celebra la universalización de la educación.

Foto: KIKE TABERNER

Pese a acudir a un centro religioso, no acusa especial gravedad en el catolicismo. Lo espiritual se manifiesta en la edil tanto como permite lo material. "Tengo espiritualidad a mi manera", dice, porque -parece inducir su relato- en algo hay que creer: "Tampoco soy absolutamente escéptica". Y si en alguien depositó su fe fue en José Luis Rodríguez Zapatero, convertido hoy en emblema de sus orígenes políticos, pese a que, desde bien pequeñita, le había interesado este campo. Pronto supo, como con cierta intuición, que no recalaría en la derecha.

Zapatero y las juventudes

En aquel 96 que el Partido Popular ganó el Gobierno de España y el de la Comunitat Valenciana con Aznar y Zaplana al frente, se pilló un "berrinche" que todavía recuerda. "Tenía 10 años pero tenía metido en mi cabeza que las familias trabajadoras necesitaban políticas progresistas", relata ahora. Luego fue adquiriendo la madurez política que enseña el paso de los años, entendiendo las implicaciones de la refriega política, porque pese a lo que puedan decir los escépticos, nunca pensó que la política no sirviera para nada. De joven, con todo, escuchas todas la voces "dentro de lo que te suena mejor". Y a Gómez le sonaban bien tanto las del PSOE como las de Izquierda Unida.

Pero fue Zapatero el que la encandiló desde la oposición. Eran años de Guerra de Irak cuando el socialista se negó en rotundo a alzarse ante la bandera estadounidense en un desfile nacional. Eso marcó a una joven estudiante de Derecho que había acudido a todas las manifestaciones del 'No a la guerra'. Aún reverencia a aquel dirigente que la hizo creer, por quien acudió a la sede de los socialistas valencianos para conseguir la entrada de uno de sus mítines, por quien al poco tiempo se acercó a las juventudes socialistas. José Luis, contigo empezó todo.

Así fue como en 2004, sin ninguna expectativa de gobernar en un territorio bien asido por los populares, inició su "implicación activa más allá de haber sido espectadora", con compañeros y compañeras desde lo pequeño, como su primera acción política involucrándose en los problemas de la subestación de Patraix. En Joves Socialistes hizo amigos, amigos que todavía perduran -véase Borja Sanjuán, hoy compañero de bancada en el Ayuntamiento de València-, y rechaza de plano la visión negativa que dice que hay de las juventudes: "Siempre se ha hablado muy despectivamente, como de los cachorros, gente sin oficio ni beneficio que busca colocarse en los partidos", explica, pero nada más lejos de lo que ocurre en la política sénior.

Trepas, insiste, hay en todos los sitios y en todos los partidos. O lo que es lo mismo: en todas partes cuecen habas. De ahí que defienda a aquellos que entran en las juventudes con una "mirada limpia y sincera". En los jóvenes socialistas aprendió a hacer política, participó en debates internacionales, se cultivó en tejer alianzas y aquello le aportó tanto que cree que le hizo ser mejor profesional incluso en el ámbito privado. Se deshace en palabras en favor de las ramas juveniles de los partidos: "A cualquiera que le guste la política, me gustaría que se pasara por alguna organización juvenil".

Foto: KIKE TABERNER

Otra cosa no, pero recuerda de aquellos años la implicación que la llevó a compaginar la militancia con la doble titulación de Derecho y ADE. Para ello tuvo que abandonar también uno de sus sueños, el teatro: uno de sus hobbies juveniles primero; una de sus espinitas vitales después. Aquellas obras representadas en su casal fallero y, más tarde, en el grupo universitario, quedan hoy como el recuerdo de una época. El último drama que representó: 'La Soga', de Alfred Hitchcock. "La política te deja muy poco tiempo para otras cosas" como esa. Pero la política -piensa uno- tiene su punto de teatro: "Hay algunos muy teatreros, sí".

La política, la valentía y la obstinación

Ella, sin embargo, dice huir de la mentira. Mentir es algo "horrible" para la vicealcaldesa: "Soy sincera sin matices" porque "la mentira te acaba poniendo en compromisos y eso te puede llevar a la ruina política". Quizá eso fue una de las cosas que acabó fallando en 2015, para Gómez, la falta de confianza en quien gobernaba: "La gente que miente es la que acaba antes o después de todo esto".

No le gusta responder sobre sus virtudes y sus defectos porque, dice, sólo acabaría saliendo lo malo. Sin embargo, el resorte de lo positivo es siempre mucho más presto a la acción. Por ejemplo, dice tener empatía, algo "muy necesario" en política -"y a veces negativo para mí"-.  Se aleja de quien se muestra como un robot "frío y calculador" porque, al final de todo, uno está aquí para hacerse con cada circunstancia a partir de la norma: "La política está para en ponerse en el lugar de las personas y no sólo para tramitar papeles". A ello le suma una alta capacidad de trabajo y un límite de la implicación difícil de vislumbrar. "Cuando asumo una responsabilidad la cumplo, y eso en política a veces tampoco...", y ríe porque el reverso de todo ello es renunciar a mucho espacio personal. Admite que no puede evitarlo. "Me comprometo más allá del 100%".

La empatía no está discutida con la valentía para Gómez, "especialmente desde una óptica progresista" de quien presume que llega para cambiar las cosas. "Cuando cambias las cosas, a veces se molesta a alguien", y por ello a la comprensión se le ha de sumar una inevitable asertividad que Gómez tampoco se esfuerza en ocultar, porque "para pegar la cabotá (sic) vale cualquiera". La política, en ocasiones, baila entre el arrojo y la osadía.

Gómez no dudó en reflejarlo recientemente al publicar la controvertida imagen del parto de la Virgen con un rótulo también polémico. Discusiones sobre la religión o lo monarquía no son obstáculo para la edil. "Siempre he tenido las cosas claras y nunca me ha dado miedo plantear determinados debates". Desde los consejos estudiantiles hasta su ejercicio profesional como abogada en casos de corrupción como el de Nóos o Taula: "Di la cara y estuve dando mucho la vara en temas de corrupción cuando se hablaba poco de ello".

Tampoco rehúye cuestiones como la nueva Ley Trans. Un debate que considera "muy complejo" y que "la mayoría de la gente no puede comprender". Un indicativo, según la socialista, de que algo no se está haciendo bien: "Eso ya debería decir algo a los impulsores". A juicio de Gómez, la gente no entiende dónde está el problema y dónde la confrontación porque "se está hilando muy fino en determinados planteamientos". Y en su opinión, aunque defiende que cada uno "ha de ser como se sienta" -algo "indiscutible"-, también apunta que hay cuestiones que proteger: "determinadas conquistas que ha costado tanto a las mujeres y que ahora no se pueden ver desdibujadas". "Lo siento mucho, pero las mujeres nacemos con más obstáculos y más problemas por el hecho de ser mujeres y eso a mí nadie me lo va a cuestionar", por lo que, subraya, "hay determinadas cuestiones difíciles de encajar con todo eso".

Quien la conoce sabe de su carácter y su dificultad para amilanarse en ocasiones -"no me gusta que me manden callar, que me digan que las cosas ‘son así y punto’", y aunque afirma haber podido domar esa cierta bravura, por testarudez o convicción, la edil despliega su vehemencia alguna que otra vez. Es "cuando la pasión te nubla", bromea. Pero aún así, presenta los seis años de gobierno en coalición como prueba irrefutable de su capacidad para alcanzar acuerdos.

Foto: KIKE TABERNER

El indie y lo mágico

Más o menos al alcanzar la mayoría de edad, la vida cultural de Gómez pareció vivir un vuelco musical. Entonces los descubrió, a "los pioneros del indie-pop español", su banda favorita, que sustituyó de buen trozo a cualquier boy band que hubiera seguido durante su adolescencia. Fue detrás de ellos a muchos de los conciertos que dieron en España.

- ¿Los perseguías?
- Sí, fui a muchas ciudades españolas a verles. Vinieron aquí, al Palau de la Música hace dos años. Conocía al organizador y me dijo si quería ir a conocerlos. Pero no. No pude. Para mí son muy importantes. Y de verdad, lo siento si me leen, pero sé que son muy ariscos y secos, no quiero conocerlos personalmente. Tengo muy claro que han formado una parte muy importante de mi vida y no me hace falta conocerlos.

Gómez rehusó conocer al grupo que cambió su vida. Prefirió guardar la sensación juvenil, aquellas mariposas, al augurar que la realidad podría empeorarlo todo. Los quiere musicalmente, a Los Planetas, ¿para qué estropearlo? Ellos abrieron la puerta, explica, al resto del indie español: Lori Meyers, La Habitación Roja, Vetusta Morla, etcétera. "Alguien me puede decir: oye, eso no es así. Pero sí, lo siento, es así", ríe y se muestra implacable: "Los Planetas es algo que va más allá de un tipo de música, es una cultura musical que representan ellos". Su "mítica" canción Un buen día estuvo a punto de sonar cuando en el banquete de la boda besó a su pareja, Marc Bellvís. Estuvo a punto, dice, porque así estaba preparado, pero al DJ se le olvidó. No le guarda rencor.

Cuando se echa a las letras, por su parte, gusta de verse con Gabo, el máximo exponente del realismo mágico. Hace gala de especial deleite en su lectura. "Los autores del realismo mágico son los que mejor escriben, lo siento por el resto de géneros", es otra vez contundente. Son escritores que "tienen una capacidad de conexión con el lector que está por encima del resto". Como que te hechizan, apostilla, con esa mezcolanza entre "esa forma suya que tienen de entender la religiosidad, más mágica, con elementos extraordinarios, y sus raíces indígenas a veces". Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Isabel Allende.

Cuando habla de ellos, Gómez no hace otra cosa que expeler admiración. Es por ello quizá que cuando hoy, sentada en uno de los muros que separa el paseo marítimo de la playa, narra las páginas de su historia en el barrio marítimo, lo hace como si aquellos tiempos gozasen de cierto encantamiento. El viento no ha cesado y la edil recuerda cuántas ocasiones ha corrido cerca de la orilla por la mañana, cuánta manía cogió a soltar libre a su perro tras el ataque de otro can. Gómez hunde sus pies en la arena por última vez, los extrae y sacude sus zapatos. Una hora después, Gómez anda ya en suelo firme.

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