VALÈNCIA. Hace un par de años entró una nueva junta en el municipio de Marines Viejo. En ella la Asociación de Vecinos de Marines Viejo organiza actividades y manifestaciones vinculadas a las reivindicaciones históricas del municipio. La organización está en activa desde el año 84 y desde entonces el vecindario reivindica acciones al gobierno municipal para que aumente sus inversiones en servicios esenciales. Esta vez, la organización vecinal ha organizado un amigo invisible en el municipio con regalos que incluyen los reclamos de vecinos y vecinas del pueblo. “Lo hemos intentado por activa y por pasiva y seguimos sin tener esos servicios esenciales”, denuncia Elisabeth Fernández, presidenta de la Asociación de Vecinos de Marines Viejo.
En las cajas de regalo se pueden leer las reivindicaciones de la asociación. Otras vecinas, muy concienciadas con el tema de la ecología y la reducción del uso de plásticos, impulsaron la idea de realizar esta original decoración con material biodegradable –naranjas deshidratadas, piñas, madera de las sendas– a través de diversos talleres participativos durante todo el mes de diciembre. “Dándole vueltas, dijimos: ‘¿Por qué no Hacemos como que nos regala que por fin el ayuntamiento nos regala en Navidad lo que llevamos pidiendo desde los 80’”, relata Fernández.
Entre las principales se encuentran tanto un servicio de limpieza regular –inexistente hasta el momento– como de mantenimiento. “Evidentemente no vamos a tener los servicios de una gran ciudad, pero necesitamos al menos algo regular”, reclama Fernández. “Tú visitas hoy marines viejos y la sensación es de abandono total”, explican desde la asociación.
A su vez, el vecindario demanda una rehabilitación de las calles del municipio, en su mayoría “intransitables y en estado de abandono”, lo que supone para ellos “un riesgo para la ciudadanía”. De la misma forma, instan a crear un aparcamiento, en concreto destinado a la época estival en la que la población se multiplica y “pasa de 100 a 2.000 a cerca de 1.500 personas”.
Finalmente, en un contexto donde el colegio más cercano no está en el municipio, los vecinos y vecinas del pequeño pueblo incluyen entre sus reivindicaciones el transporte escolar.
El ayuntamiento achaca la responsabilidad a la imposibilidad de realizar estas actuaciones. “El discurso del ayuntamiento es que no hay dinero, pero en realidad hay superávit”, asegura la presidenta de la asociación; a lo que añade: “Es muy contradictorio este discurso con el de desarrollo rural y antidespoblación”.
Marines Viejo fue abandonado por la mayor parte de su población tras un desprendimiento de la montaña y unas fuertes lluvias que causaron seis muertes. Diez años después, se construyó el pueblo nuevo, el nuevo núcleo donde vive y donde se trasladó la gente. A ese pueblo se fueron a vivir personas de Domeño y otros pueblos que también sufrieron consecuencias de esa riada. Este núcleo quedó “abandonado” aunque siempre hubo varias familias que se resistieron y no quisieron abandonar sus casas.
Lejos de expropiarse, las casas se revendieron y fueron pobladas por personas de la Horta de Valencia, que compraron casas muy baratas, “sin saber que allí no se podía vivir por riesgo”. Poco a poco, fueron arreglando calles, arreglando las casas e incluso dieron de alta otra vez el pueblo y consiguieron que tuviesen las casas de durabilidad, de habitabilidad, alumbrado público, entre otras necesidades. Un repoblamiento que se vio acrecentado tras la pandemia. “En lo que era un pueblo de segunda residencia, ahora vivimos 100 personas, familias con niños y personas mayores que carecemos de servicios”, manifiesta Elisabeth Fernández.
Desde la asociación “no se rinden” y adelantan que tienen proyectos en mente para reclamar estas reivindicaciones hasta lograr sus objetivos en el pequeño municipio.