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Salem's lot: El vampirismo como bien comunitario

  • Fotograma de "El misterio de Salem's lot"
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VALÈNCIA. Un escritor de éxito vuelve al pueblo donde nació, dispuesto a enfrentarse al horror que marcó su infancia y exorcizarlo escribiendo una novela. Pero al contrario de lo que afirma ese latiguillo habitual en el cibermundo, lo que ocurrirá a continuación no te sorprenderá lo más mínimo. Eso sí, hará que pases bastante miedo incluso ahora, cuando la pequeña pantalla está llena de zombis y criaturas sobrenaturales. Ambas cosas —que no te sorprendas y que pases miedito— se deben al hecho de que sea Stephen King, maestro supremo del género terrorífico desde hace 45 años, el autor de la historia que nos ocupa.

Su segunda novela, El misterio de Salem’s Lot, con la que inauguró esa tradición tan suya de convertir en personajes protagónicos a escritores que han de resolver los miedos de su infancia y, de paso, salvar sus contradicciones creativas. Su primera obra, Carrie, tuvo de inmediato una versión cinematográfica, dirigida por Brian de Palma. Fue un hito comercial y sentó jurisprudencia en el cine de miedo con aquel inesperado sobresalto final. Warner compró en 1975 los derechos cinematográficos de su segundo libro. Tendrían que pasar cuatro años hasta que los vampiros que se fueron a vivir a Salem’s Lot pudieran saludar a los espectadores.

Cuando finalmente se estrenó El misterio de Salem’s Lot no lo hizo en las pantallas cinematográficas sino en la televisión. Una serie de guionistas y directores había intentado sin éxito transcribir a guion cinematográfico la historia de King, al cual se llevaban los demonios —ese perpetuo contacto con el mal es lo que tiene— cada vez que le pasaban un borrador. Entre la lista de nombres que se barajaron para el proyecto estuvieron los de Larry Cohen —su guion no funcionó—, George A. Romero —demasiado gore— y William Friedkin. Trasladar al audiovisual los universos literarios de King nunca ha resultado sencillo —hay muchas subtramas, un trabajado desarrollo de la psicología de los personajes—, así que mientras el equipo de Warner intentaba sacar algo en claro, a la gran pantalla fueron llegando películas de vampiros: una nueva versión de Drácula protagonizada por Frank Langella, el Nosferatu de Herzog

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