historias del diseño valenciano (XVII)

Sandra Figuerola:  Diseño bien acompañado

De La Nave al Almudín, la diseñadora Sandra Figuerola acumula casi cuatro décadas de diseño sin planes para un retiro a corto plazo

23/01/2022 - 

VALÈNCIA.- Al contrario que otros profesionales que comenzaron en el mundo del diseño en paralelo, Sandra Figuerola (València, 1957) respiró desde muy pronto la creatividad. Su padre, Vicente Figuerola, ejerció la arquitectura e ingeniería, además de ser «un gran aficionado a la pintura», como la propia Sandra subraya. Un gusto por las artes que transmitió a su hija, quien acabó ingresando en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. «Mi padre me motivó siempre a seguir el camino del arte, una pasión heredada».

 Durante los estudios de Bellas Artes, Sandra coincide con compañeros que terminan por convertirse en amigos y profesionales del diseño con los que compartió posteriormente estudios y proyectos. Es el caso de Luis González y Marisa Gallén. «Durante la carrera, no pensé nunca en el diseño, que en aquel entonces era una disciplina muy incipiente», admite Figuerola, hasta que Gallén se le acercó con una convocatoria bajo el brazo. El diseño de un cartel para un festival de rock. Presentaron una propuesta y ganaron. «Este concurso, que no fue nada excepcional, fue lo que me abrió la puerta a considerar el diseño como un futuro profesional. Tenía claro que no me veía como una pintora al uso… tal vez por mi carácter extrovertido no me visualizaba trabajando como una artista, de forma un tanto bohemia. Por el contrario, del diseño me atrajeron los plazos más cortos, un tipo de encargo más concreto… Creo que mi carácter y mis expectativas encajaban mucho más con el perfil de diseñadora que de artista».

Mientras cursa Bellas Artes, Sandra pasa por despachos como los de Xavier Bordils i Caps i Mans. «En el estudio de Bordils comencé a interesarme de verdad por el diseño. Parte de mi familia trabajaba en la exportación de cítricos y Bordils había realizado distintos proyectos de diseño para sus empresas —logotipos, packaging...—, así que gracias a esa conexión aterricé en el estudio que Xavier montó a su regreso de París, a comienzos de los ochenta. Fue una experiencia estupenda; era un despacho realmente contemporáneo. Pese a que comencé a desarrollar trabajos de diseño gráfico no sabía prácticamente nada de ese campo. Me vino muy bien tener un conocimiento cercano de la profesión en un estudio tan singular como el de Bordils». 

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Con posterioridad a su paso por el despacho de Bordils, Figuerola, Gallén y González comienzan a colaborar con Caps i Mans, estudio en el que trabajaban profesionales como los hermanos Lavernia (Nacho y Luis), José Juan Belda y Eduardo Albors. «En Caps i Mans acabó por perfilarse mi interés por el diseño. Era un despacho integrado por profesionales experimentados que afrontaban proyectos complejos y variados. Nosotros aportábamos un perfil más artístico, ya que que ellos procedían del diseño industrial». Pese a no disponer de formación específica en diseño industrial, gran parte de su carrera se basa en la aplicación gráfica empleado en la industria. 

«Realmente en este tipo de proyectos no existe una gran dificultad técnica. Por ejemplo, en el caso de las alfombras… aportan una gran libertad creativa con pocas complejidades técnicas. En realidad, es casi como pintar sobre un gran lienzo».

Un comienzo con buena estrella

En paralelo a su trabajo en Caps i Mans, los integrantes de este estudio se unieron con los profesionales del despacho NBC (Paco Bascuñán, Quique Company y Dani Nebot) para dar forma al que será el gran estudio de referencia en la España de mediados de los ochenta, La Nave. Y en la calle San Vicente Nº 200 aterrizó también Sandra Figuerola, junto a Gallén y González. «Nosotros carecíamos de tanta experiencia como nuestros compañeros, pero les pareció interesante contar en el estudio con un perfil como el nuestro, por proceder de un ámbito como el de Bellas Artes, con connotaciones distintas al diseñador gráfico o industrial», señala Figuerola. 

En La Nave, Figuerola coincidió con profesionales con una trayectoria reconocida y un listado consolidado de clientes. «Trabajar con profesionales como Lavernia, Bascuñán, Albors o Nebot supuso una gran experiencia. Pese a nuestra breve trayectoria, el hecho de estar rodeada de buenos profesionales nos daba mucha seguridad y nos quitaba muchos miedos… y quizá arriesgábamos más en nuestras propuestas, porque teníamos la sensación de trabajar con una sólida red debajo. Allí encontré una forma de trabajar en equipo, abierta, propositiva, audaz y a la vez reflexiva... Me siento afortunada de haber formado parte de este emblemático estudio, que fue La Nave, y que determinó mi futuro en la profesión».

Pese al corto periodo de vida de La Nave, apenas seis años (1984-1991), la trayectoria del estudio tuvo una gran trascendencia nacional e internacional. «Allí existía una forma de trabajar muy libre, sin apenas jerarquía. La mayoría de las veces se afrontaban proyectos en solitario o formando parejas por afinidad —Marisa y yo, Nebot y Lavernia, Bascuñán y Company— o dependiendo de las necesidades de cada proyecto».

Durante su estancia en La Nave, Sandra comienza una colaboración con la empresa valenciana Gandía Blasco, que se mantiene en la actualidad. Un primer encargo fraguó en el diseño de la marca (junto a M. Gallén) o las primeras colecciones de alfombras de algodón. Para Figuerola, este largo recorrido con Gandía Blasco es sencillo de entender: «A mí me gusta la forma de trabajar de la empresa, su compromiso con el diseño, su visión contemporánea, su forma de comunicar… y a ellos, supongo que les interesa mi trabajo, audaz y colorista. Por otro lado, la libertad y versatilidad de los diseños textiles encajan con mi formación artística».

Proyecto DOM

En el periodo de transición entre la disolución de La Nave y la formación del nuevo estudio NI, Sandra Figuerola, como muchos otros diseñadores valencianos, participa del proyecto DOM, cuyo objetivo es dotar al pabellón de la Comunitat Valenciana en la Expo 92 de un conjunto relacionado de objetos (mobiliario, iluminación, etc.), bajo la coordinación de Carlos Tíscar, integrados a su vez en el programa de interiorismo desarrollado por Vicente Navarro para el interior del edificio proyectado por Emilio Giménez. Además de la creación de un cartel en colaboración con M. Gallén, ambas diseñadoras desarrollan la colección de vinagreras Glauca, para La Mediterránea.

Del estudio NI, India y el Almudín

La disolución de La Nave trajo consigo la creación de nuevos estudios, entre ellos el Estudio NI (1991-1997), formado por los, hasta entonces inseparables Luis González, Marisa Gallén y Sandra Figuerola, junto a José Juan Belda. «Compartir espacio con compañeros siempre me ha parecido a nivel vital más enriquecedor, más interesante y mucho más más divertido.» Mientras que para Figuerola, el paso por La Nave fue «cursar estudios de posgrado en diferentes especialidades», esta etapa profesional aporta a la diseñadora «madurez, consolida mis inclinaciones y va definiendo mis intereses personales».

Tras la disolución de NI, Gallén y Figuerola continúan en un estudio situado en la calle Carniceros (1998-2010). En esa etapa focalizan su trabajo hacia el sector cultural, con encargos destacados para Teatres de la Generalitat, diferentes festivales de cine o teatro, como Sagunt a Escena o Dansa València. «No fue algo decidido, simplemente hicimos algún trabajo que gustó y comenzaron a llamarnos para proyectos similares. El cliente cultural nos brindaba la oportunidad de realizar acciones con mayor grado de libertad creativa y experimentar con lenguajes contemporáneos y trabajar con referentes del arte y la cultura», explica Figuerola.

«No pienso nunca en la edad que tengo; pienso en lo que disfruto ejerciendo mi profesión y en la cantidad de puertas creativas que se abren constantemente», asegura Sandra Figuerola

En 2011, tras emprender caminos separados, Sandra Figuerola decide abrirse a otros campos creativos. Viaja por la India y junto a dos hermanas inician un nuevo proyecto, vinculado a la moda, que duró un par de años. «DIDIS fue un proyecto estimulante y emocionalmente enriquecedor que me permitió conocer de cerca el trabajo artesanal y trabajar con una actitud diferente, quizá menos reflexiva…». En este paréntesis, Figuerola aprovechó para reflexionar sobre en qué dirección encauzar su energía creativa. 

En paralelo a esta experiencia, Sandra baraja la posibilidad de poner en marcha un nuevo estudio y, finalmente, en 2010 crea el estudio Almudín, en la calle homónima, junto a varios socios de perfiles complementarios al suyo, donde permanece en la actualidad.

Nuevo campo de expresión

De manera paralela al Almudín, en 2013 Figuerola crea junto a Zdenka Lara, HUP Hotels, un grupo especializado en interiorismo, dedicado a hoteles boutique y que se ha abierto, con el paso del tiempo, a otros ámbitos como oficinas espacios comerciales. La unión de Figuerola y Lara ha supuesto para la primera un nuevo campo de expresión «estimulante y divertido… Aplicar mis diseños y colores en paredes, suelos o fachadas es una entrada de aire nuevo, una nueva motivación».

Pese a su larga trayectoria, Sandra Figuerola no vislumbra un adiós a corto plazo. «No pienso nunca en la edad que tengo; pienso en lo que disfruto ejerciendo mi profesión y en la cantidad de puertas creativas que se abren constantemente». Su proyecto más reciente, en el terreno digital, le ha permitido reunir diseños de varias décadas en una tienda online que abarca desde alfombras a carteles, junto con sus últimos trabajos. Un ejercicio online de hiperactividad que casa a la perfección con su trayectoria anterior. 

Tras más de 35 años de profesión, a Sandra Figuerola parece quedarle cuerda para rato

* Este artículo se publicó originalmente en el número 87 (enero 2022) de la revista Plaza

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