El próximo jueves 22 de septiembre en La Nau se presenta el seminario Cultura a la presó, en el se reflexiona sobre los resultados de cuatro proyectos artísticos liderados por mujeres de toda España dentro de los módulos de mujeres de las cárceles de València, Madrid y Barcelona
VALÈNCIA. La cultura por lo general no trata bien a las presas, pero estas sí que tratan bien a la cultura. Esta es una de las primeras conclusiones que se puede extraer en conversación con Pilar Almenar, periodista y directora del proyecto Impresas y organizadora del seminario Cultura a la presó, que se celebrará el próximo jueves 22 de septiembre en La Nau. En este tres mujeres, relacionadas con proyectos en los que se involucran a las mujeres presas en el mundo cultura, expondrán en abierto sus inquietudes y reflexiones sobre como las reclusas encuentran su camino a través del arte, y lo que suponen este tipo de actividades en la prisión. Los proyectos que se lucen en la Universitat tocan todos los palos: teatro, literatura, fotografía e incluso periodismo, y desde todas las partes de España sacan a relucir la parte más artística y expresiva de las convictas a través de su expresión artística.
De esta conversación forman parte el proyecto de teatro de la compañía Yeses, dirigido por Elena Cánovas desde Madrid, el de A las olvidadas, que en manos de María Ruflanchas lleva libros dedicados a las mujeres de las prisiones, el proyecto valenciano Impresas, en el que se genera una revista con las mujeres que se encuentran en prisión (de la mano de Almenar) y finalmente el proyecto de la Fundació Setba, donde la catalana Cristina Sampere introduce la fotografía entre las rejas para retratar fielmente a las reclusas. Sobre la mesa todas estas mujeres expondrán, el próximo día 22, como la cultura da un empujón a sus perfiles dentro de la prisión, y como la educación artística genera un impacto social, tal y como lo explica Almenar se buscará una reflexión "cada una desde nuestro proyecto y con las preguntas que nos plantee el público", generando de esta forma une espacio en el que debatir sobre los espacios desconocidos de las prisiones españolas.
¿Por qué la cultura “no trata bien a las presas”? Muchas veces se supone del entorno carcelario lo que nos cuenta la ficción: monos naranjas, malas caras e historias de lo más violentas. Este primer análisis genera un aura de confusión frente a estos perfiles, ya que la sociedad no sabe nada sobre las mujeres que conviven en los módulos: “Con las experiencias de estos proyectos podemos desmitificar que significa “ser una mujer reclusa”, podemos hacer ver como son cuando tienen una ambición, un claro objetivo y cuando también trabajan en el arte”, explica Almenar, “cuando ellas se ven en este entorno ya no se les trata como un número, eso ya no vale, ahora son un agente cultural y se ven ocupando esos nuevos espacios”. La nueva oportunidad de pensar en la creatividad es la que genera un ambiente propicio dentro de prisión, pudiendo cambiar el “marco carcelario” con la propia cultura y desde dentro.
Esta puesta en común de los proyectos permite comprender, a gran escala y basándonos en varios centros carcelarios españoles, como la cultura funciona como un agente potenciador clave, y como se empoderan a través del proyecto artístico. Sampere explica que acciones como este tipo de puesta en común de proyectos varios permiten generar un plano visual de lo que está sucediendo en España: “La mayoría parten de una autoestima muy baja, muchas de ellas han sufrido violencia machista o incluso han llegado a la cárcel por ser mulas. Este tipo de proyectos permiten que sientan que forman parte de una misma comunidad dentro de la prisión, y adquieren un tipo de empoderamiento por adquisición de conocimientos”. A través de este tipo de proyectos lo que logran traspasa muchas veces la barrera de la prisión, generando un contenido que puede disfrutarse y compartirse "de rejas hacia fuera" y que muchas veces marca la vocación futura de las reclusas.
Desde el proyecto Impresas logran que las mujeres que participan en la revista se sientan cómodas en nuevos roles, que se transformen. En este muchas de ellas se autodenominan las “periodistas del módulo”, y a través de esa labor exploran y exprimen su creatividad dentro de este nuevo ámbito, ocupando nuevos espacios que generalmente les han sido negados, tal y como lo explica Almenar: “Ellas se ven ocupando esos espacios en los que en general nunca han estado y que a muchas mujeres en la historia se nos han negado, como es el papel de agente cultural. Hay muchas mujeres que nunca habían tenido la oportunidad de de pensar en su creatividad de esta manera”. Con ello se defiende la idea clave que defiende Impresas, y es que en los muros hay “cultura y ganas de divulgarla”, y en este caso también muchas voces.
En el caso del proyecto fotográfico que corre a manos de Sampere las presas se ven reflejadas y mejoran su autoestima. Gracias a la Fundació Setba las mujeres reclusas pueden encontrar nuevas formas de ver todo aquello que les rodea, incluso a ellas mismas: “Es importante tener en cuenta que en las cárceles no hay espejos, por lo que la imagen que tienen de ellas mismas la tienen distorsionada”, cuenta Sampere, “al final con la fotografía pueden ver su imagen clara y les encanta el retrato y jugar con las luces”. Entre las reclusas funciona muy bien este tipo de fotografía, y además desde Setba les acercan a la fotógrafa profesional Marta Fábregas para que puedan verse aún mejor: “Mejora su imagen porque se ven guapas, tanto cuando hacen foto como cuando se ven retratadas”. Con ambos proyectos las mujeres pueden, por fin, verse reflejadas más allá del encierro, y con el ojo crítico de aquellas que las rodean.