Hay quien guarda la infancia bajo la sombra de una higuera y yo la incrusto en la sardina de bota. Le tengo un cariño especial, qué le voy a hacer.
Hace unos meses reivindiqué la sardina de bota en un artículo. Es un alimento al que le falta reconocimiento, por eso sigue desaprovechado en las cartas de los restaurantes. Qué pena —pienso—, cuánto nos perdemos.
Por suerte, Melissa Kuoman y Santi Guerrero me han dado una alegría. Se han sacado de la chistera una titaina con sardina de bota (que además lleva canela, almendras tostadas, pimienta de Madagascar, cebolleta verde fresca y un huevo frito dejado caer como un beso en la frente).
Esta titaina es el epítome de lo que quiero cuando busco un plato de sucar. Jugosidad, sabor, fluidez y mezcla de sabores únicos. Con una barra de pan al lado sería mi único plato del día.
Parece sencillo. Pero hay que atreverse. Y este es un milagro.