Un año sin el Instituto Francés de València (y sin noticias sobre su legado)

VALÈNCIA. El 30 de abril, se levantaba la liebre: la dirección del Instituto Francés planteaba un despido colectivo de 25 personas y, por ende, se presuponía el cierre inminente de su centro en València. La noticia, adelantada entonces por Culturplaza, tardó casi un mes en confirmarse, pero lo hizo de la manera más cruel posible: el gobierno francés decidió echar el cierre a 133 años de presencia del organismo en la ciudad, vaciando su cometido para enfocarlo a colaboraciones puntuales y a expedir certificaciones y organizar exámenes. Se acabarían las clases, además de la biblioteca y la mediateca, y los espacios culturales con los que contaba el edificio de la calle Moro Zeid.

Durante esos dos meses, la ciudadanía valenciana se volcó en intentar salvar el proyecto. Manifestaciones, recogidas de firmas… Y los representante políticos también se posicionaron: Joan Ribó, alcalde de València, envió una carta a Emmanuel Macron para que reconsiderara la decisión. En una concentración a las puertas del Institut, personalidades como Sergi Campillo, concejal del Ayuntamiento de València, Maite Ibáñez, regidora de Acción Cultural, o Abel Guarinos, director del Institut Valencià de Cultura, querían cerrar filas a favor de la continuidad del proyecto tal y como se conocía. Y con todo, no se pudo evitar. Hoy, 30 de junio, se cumple un año del último día de la sede del Instituto Francés de València.

¿Qué ha pasado desde entonces? El organismo mantiene cierta presencia en la ciudad. En octubre llegó el nuevo director del centro, Maxime Henri-Rosseau, para gestionar con otras tres trabajadoras, las pocas funciones que aún le quedan a la institución en la ciudad. Como se ha mencionado antes, se trata —principalmente—, de gestionar certificaciones oficiales de francés. En materia cultural, la intensa agenda del Institut Français se ha transformado en el apoyo puntual a otras entidades para promocionar la presencia de agentes culturales en eventos de la ciudad de València: conciertos, presentaciones de libros o conferencias por parte de artistas e investigadores francófonos.

Mientras, los ex-trabajadores se han reciclado abriendo hasta tres academias de francés. En el ámbito cultural, a finales de octubre se presentó la colaboración con una nueva asociación, La Base Culture, cuya pretensión, en palabras de su co-fundador Paul Pierroux-Taranto a este diario, “es la de unir a la francofonía y al público valenciano francófilo en un punto de encuentro”. Se trata de una iniciativa que busca promover una agenda cultural sin la dinámica de las instituciones pero con ambición. En su primer año se ha encontrado con un gran aliado, el Centre del Carme, que ha acogido gran parte de sus propuestas y se ha posicionado como “su casa”.

La Base Culture en realidad funciona como una asociación. Se reúnen de manera constante varias veces al mes para proponer ideas y, según adelanta Pierroux-Taranto, a partir de septiembre contarán con un local propio en la Plaza de España. La Base Culture recoge el testigo emocional del Institut Français de València, también en parte a su público, pero ni su presupuesto ni sus dimensiones. Varias fuentes conocedoras del proceso afirman, mientras, que la labor cultural de la institución gala no va a volver a ser, ni mucho menos, la que fue hasta hace ahora un año.

Las instituciones mantienen “un diálogo fluido” pero los fondos siguen sin destino

Una vez se anunció que el cierre del centro era una medida irreversible, tanto la Conselleria de Educación y Cultura como la Concejalía de Acción Cultural replantearon sus objetivos: era el momento de intentar salvar los fondos del Institut Français. La sede contaba con una colección de libros y cómics importante, pero además contaba con la fonoteca de música, que era un referente a nivel europeo. Además, la sede había recibido como donación un mural de grandes dimensiones de Paco Roca con una viñeta de Los surcos del azar, que cuenta la historia de un batallón español que participó en la liberación de París.

Las conversaciones se aceleraron, pero llegó el día 30, y con la persiana ya bajada no se llegó a nada en concreto. Desde la llegada, ya en octubre, del nuevo director, el Ayuntamiento de València ha vuelto a retomar la relación con la institución. Este reinicio enfrió las gestiones para salvar sus fondos al ver el difícil encaje que tenía la maniobra para reubicar los libros en las bibliotecas municipales. En las reuniones se ha estado hablando "de establecer colaboraciones, en teatros, bibliotecas, actividades culturales, actividades literarias". En definitiva, trasladar que desde la concejalía están "abiertos" a sus propuestas para reactivar la agenda cultural. Desde la concejalía trasladan que “la comunicación es fluida” pero aún no se ha llegado a concretar ninguna iniciativa conjunta.

Por su parte, la Conselleria ha centrado sus esfuerzos en la parte educativa. Las conversaciones se mantienen con autoridades francesas y se ha concretado en varias iniciativas, como la ampliación del programa Batxibac o varios intercambios formativos de profesorado. Las reuniones que se mantuvieron en cuanto se cerró el Institut Français molestaron a la plantilla despedida, que acusó a la Generalitat de “blanquear el despido colectivo”.

En materia cultural, desde la Conselleria afirman que “se les ha presentado varias propuestas” y están “a la espera de que las autoridades francesas las estudien”. En estos 12 meses tampoco se ha llegado a concretar una acción concreta en este ámbito.

¿Y el mural de Paco Roca? Fuentes fiables afirman que el mural sigue ahí, en la sede antes abierta al público. Aún no se ha decidido su destino. Varios organismos (y así era la voluntad del propio Roca) apostaban porque se trasladara a otro punto de la ciudad, mientras el Institut Français deslizó informalmente la posibilidad de trasladarlo a Madrid. Su destino parece estar, por ahora, en stand-by.