El presidente de Baleària, la naviera que adquirió la embarcación del monarca, ha regalado algunos de los objetos originales del yate, como parte de la vajilla grabada
VALENCIA. Un plato en el que comió el Rey Juan Carlos. Este es alguno de los curiosos regalos que ha hecho el presidente de Baleària, Adolfo Utor, a los visitantes del yate Foners -llamado Fortuna cuando estaba en manos del monarca-.
La compañía estudia qué hacer con la embarcación tras descartar el motivo que la llevó a comprarla: reutilizar sus potentes motores para sus ferris. Mientras tanto, la firma trata de gestionar el polo de atracción en el que se ha convertido el barco, sobre el que su nuevo dueño cuenta decenas de anécdotas.
"Está la vajilla -grabada con el nombre del barco-, la mantelería... todo, vino con todo", cuenta el propio Utor, que añade que "se han ido regalando cosas" sin especificar los beneficiarios del presente. "Quien sabe del tema detecta enseguida la calidad de los acabados y las telas", añade.
La visita al interior de la embarcación dispara la curiosidad de todos los invitados de Utor. "Aquí es donde dormía el Rey", suele explicar el empresario, que cuenta que el antiguo Fortuna tiene "cuatro impresionantes camarotes que permitirían vivir en el barco".
Quienes no tienen la suerte de contemplar su interior se conforman con verlo por fuera. Al barco lo suele rodear un enjambre de curiosos en el puerto, pero también en el mar las pocas veces que Utor ha navegado con él.
El rumor de que anda surcando las aguas en Jávea corre como la pólvora y son muchos los barcos que se acercan y lo rodean. "Un pescador nos chilló 'viva la República', pero luego le dices de pasar a verlo y se sube", cuenta.
Según Utor, la conversión a gas de los potentes motores del Foners finalmente resulta muy cara, por lo que ahora sopesan venderlo o darle uso. "Tenemos ofertas de compra más o menos por lo que pagamos por él -2,2 millones de euros- por lo que recuperaríamos la inversión", afirma. No obstante, al tratarse de "un barco especial", la compañía estudia darle "usos imaginativos". "Podría ser bueno como charter. Alcanza los 58.000 nudos", desliza.